Funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) informaron este martes 25 de abril que una de las partes en el conflicto de Sudán ha tomado control de un laboratorio nacional de salud en la capital, Jartum, que contiene material biológico, lo que calificaron de “extremadamente peligroso”.
Los enfrentamientos han sumido a Sudán en el caos, llevando a la nación africana, ya muy dependiente de la ayuda, al borde del colapso. Antes de los enfrentamientos, la ONU calculaba que un tercio de la población de Sudán —unas 16 millones de personas— necesitaba ayuda humanitaria, cifra que probablemente aumente.
El doctor Nima Saeed Abid, representante de la Organización Mundial de la Salud en Sudán, expresó su preocupación por el hecho de que “una de las partes combatientes” —no identificó cuál— tomara el control del laboratorio central de salud pública de Jartum y “echara a todos los técnicos”.
“Eso es extremada, extremadamente peligroso porque tenemos aislados de polio en el laboratorio. Tenemos aislados de sarampión en el laboratorio. Tenemos aislados de cólera en el laboratorio”, manifestó en una reunión informativa de la ONU en Ginebra por videollamada desde Puerto Sudán. “Existe un enorme riesgo biológico asociado a la ocupación del laboratorio central de salud pública de Jartum por una de las partes en conflicto”.
La expulsión de los técnicos y los cortes de electricidad en Jartum significan que “no es posible manejar adecuadamente los materiales biológicos que se almacenan en el laboratorio con fines médicos”, dijo la OMS.
El laboratorio está situado en el centro de Jartum, cerca de donde se registran los combates entre el ejército sudanés y el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido.
Sudán, lejos de la tregua
Sudaneses y extranjeros abandonaron la capital Jartum y otras zonas en conflicto el martes, mientras los combates cimbraban una nueva tregua de tres días mediada por Estados Unidos y Arabia Saudí. Las agencias de asistencia expresaron una creciente alarma en torno al deterioro en la situación humanitaria en un país que depende de la ayuda exterior.
En la última semana, una serie de breves treguas fracasaron por completo o provocaron sólo pausas intermitentes en los combates que sostienen desde el pasado 15 de abril las fuerzas leales a los dos principales generales de Sudán. Los momentos de calma han sido suficientes para llevar a cabo la evacuación de cientos de extranjeros por tierra y aire, las cuales continuaron el martes.
Pero no le han dado paz a los millones de sudaneses atrapados en el fuego cruzado, quienes tienen problemas para obtener alimentos, albergue y suministros médicos mientras las explosiones, los disparos y los saqueos azotan sus vecindarios. En un país en donde la tercera parte de los 46 millones de habitantes requieren de asistencia humanitaria, varias agencias de ayuda han tenido que suspender sus operaciones, y decenas de hospitales se han visto obligados a cerrar. La agencia de Naciones Unidas para los refugiados señaló que se preparaba para la posibilidad de que decenas de miles de personas huyan hacia países vecinos.
Los llamados a negociar para poner fin a la crisis en el tercer país más grande de África han sido ignorados. Para muchos sudaneses, la evacuación de diplomáticos, trabajadores de ayuda y otros extranjeros, así como el cierre de embajadas, es una señal de que las potencias internacionales prevén que la situación únicamente empeore.