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Kiribati: Una remota nación acosada por una triple amenaza para la salud

“El agua de los pozos es cada vez más salobre, por lo que ya no es apta para beber”, afirma la Dra. Joanne Clarke, pediatra de Médicos Sin Fronteras (MSF).

La población de Kiribati (conocida como i-Kiribati) viaja en un barco de pasajeros entre el norte y el sur de Tarawa. Kiribati, marzo de 2023. (MSF/Nicolette Jackson).

Kiribati es uno de los países más remotos y dispersos geográficamente del mundo. También es uno de los más vulnerables a los efectos de la crisis climática.

El país se enfrenta a una triple amenaza para la salud: las enfermedades transmisibles, las enfermedades no transmisibles y los efectos del cambio climático en la salud.

Los cambios climáticos y medioambientales están agravando la elevada carga de morbilidad de Kiribati. El país se enfrenta al aumento de la temperatura del aire y del mar, las mareas de tempestad y los fuertes vientos, la erosión, la sequía, las mareas vivas y las inundaciones. Esto supone amenazas directas e indirectas para la salud humana en forma de lesiones, brotes de enfermedades y desnutrición.

En junio de 2022, el Gobierno declaró el estado de emergencia debido a la prolongada sequía. La capa freática de Kiribati (que los kiribatianos llaman “lente de agua”) bajo el atolón de coral de la isla, por lo que es propensa a la salinización. La capa freática se repone con la lluvia, pero cuando ésta no llega, el acceso de la población al agua potable se limita mucho.


“El agua de los pozos es cada vez más salobre, por lo que ya no es apta para beber”, afirma la Dra. Joanne Clarke, pediatra de Médicos Sin Fronteras (MSF). “La falta de agua dulce complica el saneamiento en la comunidad, aumenta el riesgo de diarrea e infecciones cutáneas y dificulta el cultivo de alimentos”.

MSF trabaja en Kiribati desde octubre de 2022, en colaboración con el Ministerio de Salud y Servicios Médicos, para mejorar la atención materna y pediátrica.

Un pediatra, un obstetra, una partera y una enfermera pediátrica de MSF trabajan junto al personal del Ministerio de Salud del país para proporcionar atención médica en el principal hospital de Kiribati y ayudar a desarrollar las capacidades del personal sanitario local. Un equipo de MSF también ha trabajado en las islas periféricas, formando a personal de enfermería en atención neonatal y cribado de mujeres con embarazos de alto riesgo debido a las elevadísimas tasas de diabetes gestacional.

La seguridad alimentaria e hídrica son problemas crónicos

Los habitantes de Kiribati tienen altas tasas de obesidad. Pero al mismo tiempo, el equipo de MSF allí ha visto cada vez más niñas y niños pequeños con desnutrición.


“Lo que llama la atención, en comparación con otros países en los que he trabajado donde ha habido desnutrición, es que aquí muchos adultos tienen sobrepeso. Ese es el otro extremo de la mala nutrición: un gran número de personas con enfermedades no contagiosas relacionadas con la dieta, como la diabetes de tipo dos. Aquí es difícil cultivar frutas y verduras, y no es fácil acceder a los alimentos sanos y nutritivos. La mayoría de los alimentos son importados y tienen un alto contenido en grasa y azúcar”, explica la Dra. Clarke.

Carga de enfermedades

La carga sanitaria de Kiribati es compleja. La prevalencia de enfermedades transmisibles, como la tuberculosis y la lepra, es de las más altas del Pacífico. El país se enfrenta a una crisis de enfermedades no transmisibles. Cuenta con la segunda tasa más alta entre los países de ingresos medios / bajos de muertes prematuras por diabetes de tipo 2, y la mortalidad infantil es de las más altas de la región.

“La carga de morbilidad es inmensa para un país tan pequeño”, destaca el Dr. Tinte Itinteang, ministro de Sanidad y Servicios Médicos. “La mortalidad materno infantil es una de las más altas de la región. La mortalidad infantil es diez veces la de Australia y Nueva Zelanda. Esto no ha sucedido de la noche a la mañana y algunas de ellas han ido empeorando en los últimos diez años”.

La tiranía del tamaño y de la distancia

Kiribati solo tiene 120 mil habitantes. La mitad vive en la isla de Tarawa, donde también está la capital, Tarawa Sur. El resto vive en las islas exteriores de un archipiélago de 33 islas.

El tamaño de Kiribati y su lejanía afectan a la capacidad del Estado para proporcionar una asistencia sanitaria completa. Uno de sus mayores obstáculos es la falta de personal médico cualificado.

En el último año, Kiribati ha perdido a 30 de sus enfermeras más experimentadas. Se han acogido a planes de movilidad laboral en Australia y Nueva Zelanda. Parte de su personal médico emigra a otros países en busca de oportunidades profesionales.

“Hemos tenido personal médico que nunca volvió de su formación médica. Terminaron su posgrado y simplemente decidieron irse de Kiribati”, explica el Director General de Sanidad, el Dr. Revite Kirition.

La Dra. Clarke ha visto de primera mano lo difícil que puede ser para el Ministerio de Sanidad y Servicios Médicos conseguir los suministros médicos esenciales y los medicamentos necesarios.

“Ha habido problemas con el suministro de farmacias y equipos. Estamos bastante alejados, por lo que se tarda mucho en llegar en barco o en avión. Hace poco tuvimos un problema con la falta de alimentos terapéuticos para niños y niñas con desnutrición cuando los necesitábamos”.

Moannara Benete, que gestiona los almacenes médicos centrales del país, afirma que es muy difícil para Kiribati acceder a tiempo y a un precio justo a los medicamentos vitales.

“Cuando por fin llegaron a Kiribati las leches terapéuticas F75 y F100 para los bebés con desnutrición ya habían caducado. Tardaron ocho meses en llegar desde Europa. No creo que tengamos poder de compra ni de negociación. Deberíamos trabajar con nuestros vecinos del Pacífico para poder conseguir los suministros médicos esenciales que necesitamos como región. Es una situación crítica la que afrontamos, y necesitamos ayuda urgente”, concluye.

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