Human Rights Watch (HRW) denunció, este jueves 6 de julio, en un comunicado, el uso de bombas de racimo por parte de Rusia y Ucrania y en el que pide también a Estados Unidos que no envíe este tipo de municiones a sus aliados ucranianos, que se las solicitan a Washington desde hace meses.
”Las fuerzas ucranianas han utilizado munición de racimo que ha causado la muerte y heridas serias a civiles. Las fuerzas rusas han usado de manera extensiva munición de racimo, causando numerosas muertes de civiles y heridas graves”, señala el comunicado de la organización proderechos humanos.
HRW pide a ambos bandos dejar de utilizar este tipo de armas y afirma que “Estados Unidos no debe transferir munición de racimo a Ucrania”.
El asesor de la oficina del presidente Zelenski ha criticado a HRW por “acusar a los ucranianos de no desarmarse lo suficiente” mientras Rusia “invade Ucrania” y “desencadena una guerra genocida brutal” en la que “mata civiles, organiza ejecuciones públicas, viola a mujeres” y “secuestra niños”.
¿Qué son las bombas de racimo?
Aunque las bombas de racimo han sido definidas de diferentes maneras y no existe una definición única, se encuentran dentro de la categoría de armamento cuyo objetivo es la “neutralización por saturación de área”, y tienen el objetivo de destruir un objetivo militar, obstaculizar el paso o el estacionamiento de tropas y evitar las concentraciones de vehículos blindados, señala Greenpeace.
Las bombas racimo contienen en su interior múltiples municiones que puede dispersar o expulsar, pues es un “contenedor” que es lanzado desde tierra, mar o aire, y que contiene submuniciones de diferentes tamaño, sistemas de dispersión de armas y lanzadores.
“La submunición, que se separa de la munición ‘madre’, es una carga explosiva diseñada para estallar después de esa separación, en la mayor parte de los casos al impactar en el suelo. Se utilizan contra objetivos diversos, incluyendo personas, vehículos blindados y distinto tipo de material”, señaló la ONG.
Este armamento deja zonas llenas de submuniciones que pudieran estallar. El regreso a la vida normal en esas áreas se vuelve peligroso, particularmente en áreas densamente pobladas. Algunos países afectados por guerras en el pasado tardan años tratando de despejar zonas de bombas de racimo, señala la Cruz Roja.
Con información de EFE