El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, se reunió este viernes 3 de noviembre con el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, para insistir en el pedido de la Casa Blanca para una pausa humanitaria en los combates en Gaza, mientras crece el temor a que la guerra pueda propagarse a la región. Las autoridades israelíes advirtieron que están en alerta máxima ante posibles ataques en su frontera con Líbano.
Las tropas israelíes estrechaban su cerco sobre la Ciudad de Gaza, el centro de su campaña para aplastar a Hamás, el grupo insurgente que gobierna el enclave palestino y que lanzó un letal ataque contra comunidades del sur de Israel que provocó el inicio de la guerra.
Pero desde el asalto del 7 de octubre preocupa que el conflicto pueda desencadenar combates en otros frentes, e Israel y el grupo insurgente libanés Hezbollah han intercambiado disparos a lo largo de su frontera en varias ocasiones. La tensión en la zona seguía en aumento antes del discurso que dará más tarde el viernes el líder de la milicia, Hassan Nasrallah, su primera declaración pública desde el ataque de Hamás.
Hezbollah, un aliado de Hamás que cuenta con el respaldo de Irán, atacó posiciones militares en el norte de Israel el jueves con aviones no tripulados, morteros y drones explosivos. El ejército israelí dijo que respondió con aviones de combate y helicópteros armados, y su portavoz, el contralmirante Daniel Hagarik, indicó que las acciones de la milicia causaron varios heridos entre la población civil.
“Estamos en un estado de máxima preparación en el norte, en un estado de alerta muy alto, para responder a cualquier acontecimiento que se produzca hoy y en los próximos días”, afirmó el vocero.
Desde el inicio de la guerra en Gaza, Hezbollah ha estado dando pasos calculados para mantener ocupado al ejército israelí en la frontera libanesa, pero no hasta el punto de desencadenar otro choque.
Más de 9 mil palestinos han perdido la vida en Gaza desde el inicio de los combates, en su mayoría mujeres y menores, y más de 32 mil resultaron heridas, según el Ministerio de Salud de la Franja, que está dirigido por Hamás y no diferencia entre víctimas civiles y combatientes.
En el lado israelí han perdido la vida más de mil 400 personas, en su mayoría civiles asesinados durante la letal incursión insurgente, en la que unas 240 personas fueron tomadas como rehenes. Además, hay alrededor de 5 mil 400 heridos. Veinticuatro soldados murieron en Gaza desde el inicio de la campaña terrestre israelí.
Blinken realizaba el viernes su tercera visita a Israel desde el ataque de Hamas. En esta ocasión viajará a Tel Aviv y Amán, la capital de Jordania, después de que el presidente Joe Biden sugirió una “pausa” humanitaria en los combates. El objetivo sería permitir la entrada de más ayuda al enclave y la salida de más ciudadanos extranjeros y heridos. Unas 800 personas abandonaron el territorio en los dos últimos días.
Estados Unidos ha prometido un respaldo inquebrantable a Israel, aunque ha presionado para que Israel permita la entrada de más ayuda a Gaza ante la creciente alarma por la crisis humanitaria.
Los bombardeos sobre el sitiado enclave palestino han llevado a más de la mitad de sus 2, 3 millones de residentes a huir de sus hogares. La comida, el agua y el combustible escasean debido al sitio israelí y los desbordados hospitales advierten que están al borde del colapso.
Israel ha permitido la entrada de más de 260 camiones con alimentos y medicamentos a través del paso fronterizo de Rafah, en la frontera con Egipto, pero los cooperantes dicen que no son suficientes. Las autoridades israelíes han prohibido el envío de combustible alegando que Hamás lo acapara para uso militar y podría robar los nuevos suministros.