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Un año de guerra en Sudán: una catástrofe humanitaria colosal

MSF pide el aumento urgente de la ayuda humanitaria. La respuesta internacional supone una gota en el océano por los bloqueos impuestos por las partes enfrentadas y la falta de acción de la ONU y las organizaciones internacionales.

Aunque MSF trabaja en buena cooperación con el Ministerio de Salud, el Gobierno de Sudán ha obstruido de forma persistente y deliberada el acceso a la ayuda humanitaria. (MSF).

En una de las peores crisis mundiales de las últimas décadas, Sudán se enfrenta a una colosal catástrofe provocada por el hombre un año después del comienzo de la guerra entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS), dirigidas por el Gobierno, y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR). Permitir urgentemente el acceso seguro de la ayuda humanitaria es una cuestión de vida o muerte para millones de personas. De cara a la reunión de Gobiernos, organizaciones de ayuda y donantes del próximo lunes en París para discutir formas de mejorar el suministro de ayuda humanitaria, Médicos Sin Fronteras (MSF) hace un llamamiento urgente para que amplíe inmediatamente la respuesta humanitaria.

Millones de personas están en peligro y, sin embargo, el mundo hace la vista gorda mientras las partes beligerantes bloquean intencionadamente el acceso humanitario y la entrega de ayuda. Las Naciones Unidas y los Estados miembros deben redoblar sus esfuerzos para negociar un acceso seguro y sin trabas e intensificar la respuesta humanitaria para evitar que esta situación, ya de por sí desesperada, se deteriore aún más.

“La población sudanesa está sufriendo enormemente debido a los intensos combates -incluidos bombardeos, fuego de artillería y operaciones terrestres en zonas residenciales urbanas y aldeas-, y a que el sistema de salud y los servicios básicos han colapsado en gran medida o han sido dañados por las partes enfrentadas. Sólo entre el 20% y el 30% de los centros de salud siguen funcionando en Sudán, lo que significa que la disponibilidad de atención sanitaria para la población es extremadamente limitada en todo el país”, afirma Jean Stowell, coordinadora General de MSF en Sudán.

En zonas cercanas a las hostilidades, los equipos de MSF han atendido a mujeres, hombres y niños heridos directamente en los combates, como heridas de metralla, de explosión y de bala, y por balas perdidas. Desde abril de 2023, las estructuras médicas apoyadas por MSF han recibido más de 22.800 casos de lesiones traumáticas y realizado más de 4.600 intervenciones quirúrgicas, muchas de ellas relacionadas con la violencia ocurrida en Jartum y Darfur.


En Wad Madani, una ciudad rodeada por tres frentes activos, MSF atiende actualmente a 200 pacientes al mes con heridas relacionadas con la violencia.

Según la ONU, más de ocho millones de personas ya se han visto obligadas a huir de sus hogares y han sido desplazadas en múltiples ocasiones, y se calcula que 25 millones -la mitad de la población del país- necesitan ayuda humanitaria. “Todos los días vemos pacientes que mueren por heridas relacionadas con la violencia, niños que perecen por desnutrición y falta de vacunas, mujeres con complicaciones tras partos inseguros, pacientes que han sufrido violencia sexual y personas con enfermedades crónicas que no pueden acceder a sus medicamentos”, continúa Stowell. “A pesar de todo esto, existe un vacío humanitario extremadamente preocupante”.

Aunque MSF trabaja en buena cooperación con el Ministerio de Salud, el Gobierno de Sudán ha obstruido de forma persistente y deliberada el acceso a la ayuda humanitaria, especialmente a las zonas fuera de su control: ha denegado sistemáticamente los permisos de viaje para que el personal y los suministros humanitarios crucen el frente, ha restringido el uso de los pasos fronterizos y ha establecido un proceso muy restrictivo para la obtención de visados humanitarios.

“Hoy, nuestro mayor reto es la escasez de suministros médicos. Nos hemos quedado sin material quirúrgico y estamos a punto de interrumpir todo el trabajo si no llegan suministros”, afirma Ibrahim*, médico de MSF que trabaja en Jartum, ciudad bloqueada desde hace seis meses. Una situación similar afecta a la ciudad de Wad Madani desde enero.


En las zonas controladas por las FAR, donde también operan muchas milicias y grupos armados diferentes, las instalaciones sanitarias y los almacenes fueron saqueados con frecuencia en los primeros meses del conflicto. Incidentes como el secuestro de vehículos siguen produciéndose con regularidad y se ha acosado y detenido a trabajadores médicos, sobre todo del Ministerio de Sanidad.

En zonas de difícil acceso como Darfur, Jartum o Al Jazzera, MSF se encuentra a menudo como la única o una de las pocas organizaciones humanitarias internacionales presentes, mientras que las necesidades superan con creces su capacidad de respuesta. Incluso en zonas más accesibles como los estados de Nilo Blanco, Nilo Azul, Kassala y Gadarif la respuesta global es insignificante: una gota en el océano.

Un ejemplo es la catastrófica crisis de desnutrición en el campo de Zamzam, en Darfur Norte, donde el PMA no ha distribuido alimentos desde mayo de 2023. Casi una cuarta parte (23%) de los niños que MSF examinó allí en una evaluación rápida realizada en enero sufrían desnutrición aguda; el 7% eran casos graves. El 40% de las mujeres embarazadas y lactantes sufrían malnutrición, y la tasa de mortalidad en el campamento era devastadora: 2,5 muertes por cada 10.000 personas al día.

“La situación en Sudán ya era muy frágil antes de la guerra y ahora se ha vuelto catastrófica. En muchas de las zonas donde MSF ha iniciado actividades de emergencia, no hemos visto regresar a las organizaciones humanitarias internacionales que evacuaron inicialmente en abril”, dice Ozan Agbas, director de Operaciones de Emergencia de MSF en Sudán.

Khadija Mohammad Abakkar, que tuvo que huir de su hogar en Zalingei, Darfur Central, en busca de seguridad, relata lo difícil que fue sobrevivir sin ayuda humanitaria: “Durante los combates, en el campo no había acceso a atención sanitaria ni a alimentos. Vendí mis pertenencias para ganar algo de dinero para comer”.

Aunque se trata de condiciones difíciles para operar, la respuesta debería haber aumentado, no disminuido, especialmente en las zonas donde el acceso es posible. Es urgente que todos los actores y organizaciones humanitarias redoblen sus esfuerzos para encontrar soluciones a estos problemas y ampliar las actividades en todo el país.

“Las Naciones Unidas y sus socios han persistido en autoimponerse restricciones para acceder a estas regiones y, en consecuencia, ni siquiera se han posicionado previamente para intervenir o establecer equipos sobre el terreno cuando surgen oportunidades”, prosigue Agbas.

MSF hace un llamamiento a las partes beligerantes para que se adhieran al Derecho Internacional Humanitario y a las resoluciones humanitarias de la declaración de Jeddah, poniendo en marcha mecanismos para proteger a la población civil y garantizar el acceso seguro de la ayuda humanitaria a todas las zonas de Sudán sin excepción, lo que incluye poner fin a los bloqueos. MSF también hace un llamamiento a la ONU para que muestre más liderazgo ante esta enorme crisis y se centre en resultados claros relacionados con el aumento del acceso, de modo que contribuyan activamente a permitir una ampliación rápida y masiva de la ayuda humanitaria. MSF también insta a los donantes a aumentar la financiación de la respuesta humanitaria en Sudán.

* Nombre modificado para proteger la identidad de la persona.

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