Multitudes de peregrinos se embarcaron este domingo en una lapidación simbólica del diablo bajo el calor sofocante del verano en Arabia Saudí, un rito que marca los últimos días de la peregrinación del haj y el inicio de la celebración del Eid al-Adha para los musulmanes de todo el mundo.
La lapidación es uno de los últimos elementos del haj, que es uno de los cinco pilares del Islam. Se celebra un día después de que más de 1.8 millones de devotos se congregaron en una colina sagrada en el monte Arafat, a las afueras de la ciudad santa de La Meca.
Los peregrinos abandonaron el monte el sábado 15 de junio por la tarde y pasaron la noche en un lugar próximo conocido como Muzdalifa, donde recogieron los guijarros que utilizarán en la lapidación simbólica de los pilares que representan al diablo.
Estos están en otro lugar sagrado, Mina, donde los musulmanes creen que Dios puso a prueba la fe del profeta Ibrahim al ordenarle que sacrificase a su único hijo, Ismail. En las versiones cristiana y judía de la leyenda, Dios pide a Abraham que mate a su otro hijo, Isaac.
El domingo por la mañana, la multitud se dirigió a pie a las zonas donde se llevaba a cabo la lapidación. Algunos conducían a peregrinos discapacitados en silla de ruedas por una carretera de varios carriles que desemboca en el complejo que alberga los grandes pilares. La mayoría de los peregrinos estaban sofocados por el calor y se protegían del sol abrasador con sombrillas.
Ola de calor ‘infernal’ afecta a peregrinos
Un reportero de The Associated Press vio a muchos peregrinos, sobre todo ancianos, desplomarse a lo largo del trayecto debido a las altas temperaturas. Las fuerzas de seguridad y los médicos trasladaban a quienes se desmayaban hasta las ambulancias y los hospitales de campaña.
A pesar del calor, muchos expresaron su alegría por haber podido completar la peregrinación.
“Gracias a Dios, (el proceso) fue alegre y bueno”, dijo Abdel-Moaty Abu Ghoneima, un peregrino egipcio. “Nadie quiere más que esto”.
Muchos peregrinos pasarán los próximos tres días en Mina, arrojando siete piedras contra los tres pilares en un ritual que simboliza el abandono del mal y el pecado.
En este tiempo, visitarán La Meca para realizar el “tawaf” o circunvalación, que consiste en dar siete vueltas alrededor de la Kaaba, en la Gran Mezquita, en sentido contrario a las agujas del reloj. Darán una última vuelta, la llamada Tawaf de Despedida, al final del haj, cuando se preparen para marcharse de la ciudad santa.
Sacrificio animal en el Eid al-Adha
Estos ritos coinciden con los cuatro días del Eid al-Adha, o fiesta del sacrificio, en la que los musulmanes con medios económicas conmemoran la prueba de fe de Ibrahim sacrificando ganado y distribuyendo su carne entre los pobres.
La mayoría de los países conmemoraron el el Eid al-Adha el domingo, pero otros como Indonesia lo harán el lunes.
Una vez finalizado el haj, los hombres deben afeitarse la cabeza y quitarse las vestimentas blancas que vistieron durante el peregrinaje, y las mujeres se cortan un mechón de pelo en señal de renovación y renacimiento.
La mayoría de los peregrinos van entonces de La Meca a Medina, una ciudad a unos 340 kilómetros de distancia, para rezar en la tumba del profeta Mahoma, la Cámara Profética Sagrada. El sepulcro forma parte de la mezquita dedicada al profeta, que es uno de los tres lugares más sagrados del islam junto a la Gran Mezquita de La Meca y la de Al Aqsa en Jerusalén.
Todos los musulmanes están obligados a realizar el haj al menos una vez en la vida si su salud y su situación económica se lo permiten. Muchos musulmanes adinerados participan en la peregrinación en más de una ocasión. Los rituales conmemoran en gran medida los relatos del Corán sobre del profeta Ibrahim; su hijo, el profeta Ismail, y la madre de éste, Hajar, y el profeta Mahoma.
Más de 1.83 millones de musulmanes participaron en la peregrinación este año, dijo el ministro saudí de Haj y Umrah, Tawfiq bin Fawzan al-Rabiah, algo menos que los 1.84 millones de personas realizaron el ritual en 2023.
Casi todos los elementos del haj tienen lugar al aire libre y en zonas con poca o ninguna sombra. Se celebra en la segunda semana del Dhu al-Hijjah, el último mes del calendario lunar islámico, por lo que la fecha exacta varía cada año. Este año coincidió con el abrasador verano saudí. En el Monte Arafat, los termómetros llegaron a los 47 grados el sábado.
Guerra de Israel y Hamás opaca a musulmanes de Palestina
El haj de este año tiene como telón de fondo la guerra entre Israel y Hamás, que asola la Franja de Gaza y ha dejado a todo Oriente Medio al borde de un conflicto regional.
Los palestinos del enclave costero de Gaza no han podido viajar a La Meca para participar en la peregrinación debido al cierre del cruce de Rafah en mayo, cuando Israel amplió su ofensiva terrestre a la ciudad meridional, en la frontera con Egipto. Y tampoco podrán celebrar el Eid al-Adha como en años anteriores debido a la guerra.
Docenas de palestinos se congregaron el domingo en la mañana en las inmediaciones de una mezquita destruida en la ciudad de Jan Yunis, en el sur de Gaza, para las oraciones del Eid, rodeados de escombros de edificios derrumbados. En la cercana ciudad de Deir al-Balah, en el centro del territorio, los fieles rezaron en una escuela convertida en albergue. Algunos, entre ellos mujeres y niños, acudieron a los cementerios a visitar las tumbas de sus seres queridos.
En Saná, la capital de Yemen controlada por los rebeldes hutíes, y en Bagdad, Irak, los musulmanes celebraron la fiesta y rezaron por los palestinos atrapados por la guerra en Gaza.
En Líbano, donde el grupo insurgente Hezbollah libra escaramuzas casi a diario con las tropas israelíes, un flujo constante de personas visitó el Cementerio de los Mártires Palestinos, cerca del campo de refugiados palestinos de Shatila, en la capital, Beirut, a primera hora de la mañana del domingo, llevando flores y jarras de agua para las tumbas de sus seres queridos, cumpliendo con la tradición en el primer día de Eid.