NAIROBI.- Cinco policías kenianos murieron cuando un artefacto explosivo estalló al paso de su vehículo en el noreste de Kenia, informó el gobernador local, unas horas después de que otros tres policías hubieran perdido la vida en un incidente similar.
Los agentes estaban encargados de la seguridad del gobernador de Mandera, Ali Roba, que formaba parte del mismo convoy.
"Desgraciadamente, perdí a cinco de mis oficiales de seguridad, incluyendo mi guardaespaldas personal, en un ataque contra mi convoy entre Arabia y Fino (noreste)", indicó el responsable en su cuenta de Facebook.
Unas horas antes, tres policías habían muerto en las mismas circunstancias más al sur, cerca del puesto fronterizo de Liboi, cuando se dirigían hacia la ciudad de Garisa (este).
"Todos murieron en el acto después de que su vehículo se hubiera topada con un artefacto explosivo improvisado", indicó un responsable de la policía local, que pidió el anonimato.
Un portavoz de la policía, George Kinoti, confirmó los hechos. "Hubo un ataque esta mañana y perdimos policías", declaró.
Ninguno de los dos incidentes fue reivindicado, pero el este de Kenia es una región convulsa, donde los islamistas somalíes shebab, afiliados a Al Qaida, suelen perpetrar ataques.
El lunes, la policía keniana había advertido que la actividad de los islamistas en la zona había aumentado.
Los militantes islamistas "envían a agentes a algunas partes de la región noreste (de Kenia) para colocar los IED (artefactos explosivos improvisados) en las carreteras utilizadas por nuestras patrullas de seguridad para dificultar nuestras operaciones de seguridad en las zonas fronterizas", indicó la policía en un comunicado.
Desde 2007, los shebab combaten para derrocar a los sucesivos gobiernos de Somalia, respaldados por la comunidad internacional.
Desde su intervención militar en el sur de Somalia en 2011 para combatir a los shebab, Kenia ha sido víctima de varios atentados letales, como el del centro comercial Westgate de Nairobi, en septiembre de 2013, que causó 67 muertos y el de la universidad de Garisa, en abril de 2015, que dejó 148 víctimas.