El Congo oriental declaró oficialmente este jueves el fin de una epidemia letal de ébola que dejó 2 mil 280 muertos y se prolongó durante casi dos años debido a los ataques rebeldes y la desconfianza de las poblaciones locales en las nuevas vacunas.
Sin embargo, el Congo aún enfrenta enormes problemas de salud: la mayor epidemia mundial de sarampión, la amenaza creciente del COVID-19 y un nuevo brote de ébola en el norte.
"Estamos sumamente orgullosos de haber podido triunfar sobre una epidemia que duró tanto tiempo", dijo el doctor Jean-Jacques Muyembe, coordinador de la campaña nacional contra el ébola y cuyo equipo creó un nuevo tratamiento para la enfermedad hemorrágica otrora incurable.
El anuncio estaba previsto para abril, pero tres días antes de la fecha apareció un caso nuevo que dio lugar a un nuevo período de 42 días, el lapso que debe transcurrir sin casos nuevos para poder efectuar la proclama.
La epidemia declarada en agosto de 2018 significó un reto sin precedentes para la Organización Mundial de la Salud, el ministerio de Salud congoleño y las organizaciones internacionales de ayuda porque fue la primera de ébola en una zona de conflicto. Los grupos rebeldes eran tan peligrosos que en muchos casos la campaña de vacunación se realizó por medio de equipos pequeños que arribaban en helicóptero.
Pero buena parte del riesgo para los hospitales y trabajadores sanitarios provino de las poblaciones locales, furiosas por la presencia foránea y el dinero que se gastaba en el ébola mientras mucha más gente moría de enfermedades endémicas como el paludismo. Algunos pensaban que la epidemia era un recurso político, teoría alimentada por el hecho de que el entonces presidente Joseph Kabila canceló las elecciones nacionales en las zonas afectadas.