La ayuda humanitaria de Estados Unidos permanece en una bodega en Cúcuta, Colombia, justo al otro lado de la frontera de Venezuela, país golpeado por la crisis.
Según el presidente venezolano, Nicolás Maduro, los suministros forman parte de un complot maquinado por Washington para debilitar a su gobierno.
Juan Guaidó, el líder de la oposición venezolana cuya autoproclamación como presidente interino ha sido reconocida por más de 30 países, dice que los productos ingresarán a Venezuela el 23 de febrero. No está claro cómo, ya que Maduro aún controla al Ejército de Venezuela.
Mientras la ayuda permanece en el limbo, miles de venezolanos cruzan la frontera todos los días en busca de alimento y medicina.
A menudo cruzan caminos con los contrabandistas que se aprovechan de las extremas distorsiones de los precios en la Venezuela de Maduro para vender productos con grandes márgenes en Colombia.
El fotógrafo de Bloomberg News, Iván Valencia, pasó una semana cerca de las ciudades fronterizas colombianas de Cúcuta y Puerto Santander, y fue testigo de la desesperación provocada por la implosión económica de Venezuela.