Alberto Fernández aún no asume el cargo en Argentina, pero los diplomáticos en Buenos Aires ya están esperando con ansias lo que será otro cambio radical en la política exterior del país, esta vez hacia la izquierda.
Eso puede significar una menor aceptación de Donald Trump comparado con la del titular Mauricio Macri, durante cuya presidencia, Argentina se alineó más con los objetivos de Estados Unidos en asuntos regionales, especialmente con respecto a Venezuela.
Fernández señaló que Argentina volverá a alinearse con los gobiernos de izquierda de América Latina. Eso podría significar lazos más estrechos con México y Venezuela, y mayores tensiones con Brasil, la economía más grande de la región.
Fernández no asume el cargo hasta el 10 de diciembre, pero las primeras señales de cambio se dejaron ver a las pocas horas de su victoria electoral. En un discurso a sus partidarios en la sede de su campaña, el mandatario electo felicitó a Evo Morales, presidente socialista y líder más antiguo de Sudamérica, por su victoria para un cuarto mandato en Bolivia. Eso, pese a que los resultados aún no terminan de verificarse y los opositores de Morales alegan fraude.
También pidió la liberación de la cárcel del expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, un héroe para la izquierda latinoamericana que actualmente cumple casi nueve años de condena por corrupción y lavado de dinero. Eso provocó la desaprobación inmediata del actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, lo que anticipa una ruptura entre los dos miembros más grandes del bloque comercial de la región Mercosur.
Fernández también escogió a México como destino de su primer viaje internacional (ya la próxima semana), según una persona con conocimiento del asunto. Allí se reuniría con Andrés Manuel López Obrador, uno de los presidentes de izquierda más populares del mundo, con un índice de aprobación de más de 60 por ciento.
Las medidas iniciales apuntan a un cambio respecto de la política exterior de Macri, pronegocios y centrada en Estados Unidos, para adoptar el enfoque más ideológico respaldado por los adherentes radicales de izquierda de la coalición de Fernández, quienes consideran las relaciones internacionales como una extensión de la política interna.
Su compañera de fórmula se suma a esa percepción. La vicepresidenta entrante es Cristina Fernández de Kirchner, durante cuya presidencia dio preferencia a las alianzas con líderes izquierdistas y provocó tensiones con los países occidentales.