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El país donde tener un hijo es cuestión de religión

En Maynmar se aprobó una ley que permite a los funcionarios, de mayoría budista, ordenar a las mujeres que esperen tres años entre nacimientos; los grupos de defensa de derechos dicen que los cambios, que cuentan con el apoyo de los grupos budistas ultranacionalistas, están dirigidos a las mujeres musulmanas.

Si Sandar Myat Min, madre de dos hijos, elige tener otro, el gobierno de Myanmar podría decidir cuándo puede quedar embarazada.

Una ley sancionada el mes pasado por el gobierno cuasi-civil permite a los funcionarios de esta nación de mayoría budista ordenar a las mujeres que esperen tres años entre nacimientos. Los grupos de defensa de derechos dicen que los cambios, que cuentan con el apoyo de los grupos budistas ultranacionalistas, están dirigidos a las mujeres musulmanas.

"Las personas tienen derechos cualquiera sea su religión", dijo Sandar Myat Min, de 33 años, musulmana cuya hija menor tiene cuatro meses. "Si la población fuera demasiado numerosa como en China, acepto que deberíamos controlarla. Pero aquí no ocurre eso".

Esta ley es la primera de una serie de proyectos llamados de protección a la raza y la religión que amenazan con provocar mayores divisiones entre los credos y por lo tanto una repetición de los ataques sectarios que estallaron en todo Myanmar desde que terminó el gobierno de la junta en 2011.

De acuerdo con esta norma, las autoridades locales pueden realizar estudios para determinar si su región está "desequilibrada" debido a un número elevado de inmigrantes, una alta tasa de natalidad o un veloz crecimiento de la población. Pueden pedir al gobierno que ordene que las mujeres de la región esperen por lo menos tres años entre cada hijo.

Implementados antes de las elecciones generales de noviembre, los cambios profundizan la incertidumbre de los inversores, de General Electric Co. a Coca-Cola Co., que podrían traer 8 mil millones al país en este año fiscal, superando los  mil 400 millones de cuando se atenuaron las sanciones en 2012.

"El optimismo por lo demás evidente en los últimos años podría ser desplazado por un sentimiento de que, en el fondo, no mucho ha cambiado en Myanmar", dijo Sean Turnell, profesor asociado de economía de la Universidad Macquarie de Sydney, que asesoró al Congreso estadounidense sobre el país. "Estas leyes se suman a una percepción de inestabilidad política y social. Esto nunca es una buena noticia para los inversores obviamente".

PRESIÓN MUNDIAL

La ley de población fue sancionada en medio de la presión internacional sobre Myanmar por el trato que reciben los musulmanes rohingya, a quienes se les niega la ciudadanía y son víctimas de una crisis humanitaria regional conforme huyen del estado occidental de Rakhine por mar.

Si bien muchos pronosticaron que el gobierno pasaría una prueba de fuego al tratar de negociar una paz duradera con los 17 ejércitos étnicos de la nación, el recrudecimiento de la violencia religiosa que siguió al fin de medio siglo de gobierno militar sorprendió a muchos.

Ha puesto bajo la lupa a un gobierno ya presionado a avanzar con las reformas democráticas y celebrar elecciones libres e imparciales en noviembre, primeros comicios nacionales en los que participará el partido de la líder opositora Aung San Suu Kyi desde 1990. El nuevo parlamento –que de todos modos tendrá un 25 por ciento de bancas ocupadas por los militares- elegirá al nuevo presidente, aunque la constitución prohíbe que Suu Kyi asuma ese cargo.

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