En el mundo de Donald Trump, Peter Navarro es el autodenominado "policía malo" de la política económica, la figura principal más dispuesta a reforzar los instintos proteccionistas y nacionalistas del presidente mientras otros intentan aplacar los mercados y dirigir a Trump hacia una corriente principal más tranquila.
Entonces, ¿qué sucede cuando Navarro cree que tiene una fórmula ganadora para sacudir los pilares del orden multilateral, como la Organización Mundial del Comercio (OMC)?
Podríamos estar a punto de descubrirlo.
Cuando Estados Unidos, a principios de este año, aprovechó la amenaza de abandonar la Unión Postal Universal (UPU) —que desde 1874 ha garantizado la entrega internacional de correo—, dio al organismo el derecho de aumentar unilateralmente el precio que cobra por la entrega de paquetes de China y otros lugares. Esa fue una victoria silenciosa para Navarro.
Para él, también fue solo el comienzo de la historia.
En una entrevista, Navarro calificó ese triunfo como un modelo para llevar a cabo reformas en otros organismos multilaterales que van desde la OMC hasta el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, instituciones que advirtió permanecían en la mira de la administración Trump.
"Estas organizaciones multilaterales pueden salirse con la suya al tratarnos como una alcancía durante décadas. Antes del presidente Trump, nadie en el Despacho Oval, nadie en el Departamento de Estado y nadie en el Capitolio hizo nada al respecto. Y no porque los riesgos fueran demasiado bajos. Es porque no sabían cómo manejar eficazmente a estas organizaciones multinacionales", dijo Navarro.
Eso debería servir de recordatorio. Aunque Trump se acerca a un acuerdo parcial con China diseñado para reducir la escala de un conflicto económico, muchos de sus colaboradores más cercanos aún ven otros frentes en los que librar sus guerras comerciales.
"Mighty Mug" (taza poderosa). En febrero de 2018, cuando Trump vio un artículo de opinión de Wall Street Journal escrito por el propietario de Mighty Mug, que luchaba para competir contra copias chinas de sus tazas a prueba de derrames que se enviaban de China a Estados Unidos a un precio más barato del que le cobraban el envío nacional, el presidente llamó a Navarro y le dijo que "arreglara ese problema".
Su problema era con el sistema de "cuotas terminales" de la UPU, que limitaba la tarifa que Estados Unidos y otros proveedores postales de todo el mundo podían cobrar por transportar el correo entrante.
"Estábamos pagando 500 millones de dólares en tarifas subsidiadas a los chinos por el privilegio de dejar a miles de estadounidenses sin trabajo".
El plan ideado por Navarro (y el pequeño grupo de diplomáticos y personal de la Casa Blanca definido para abordar el problema) dependía de la voluntad de Trump de abandonar la UPU, que el presidente anunció en octubre de 2018 al dar el previo aviso requerido de un año.
Usando ese apalancamiento, la estrategia mezcló el rol de Navarro como duro negociador y el de diplomáticos experimentados que intentaban construir una coalición liderada por EU para superar los esfuerzos de China para bloquear cualquier cambio. Llegó al clímax en un congreso especial de la UPU en Ginebra en septiembre, donde se acordó un nuevo sistema para establecer las tarifas postales.
No queda claro cuán replicable es el modelo de la UPU en lo relativo a la OMC, incluso algunos funcionarios de la administración lo reconocen.
Fuerte agarre
Estados Unidos ha sometido el sistema de disputas de la OMC a una espiral de la muerte, con el bloqueo del nombramiento de nuevos jueces para su órgano de apelación. Aumenta la presión al amenazar con bloquear el presupuesto de la OMC y exigir el fin de las normas que permiten a China y a otros países autodeclararse como "naciones en desarrollo" y, por lo tanto, abrir sus economías a un ritmo más lento.
Navarro argumenta que la OMC debería ir más allá y renegociar el sistema de aranceles conocidos como "nación más favorecida" consagrado a lo largo de décadas de disputas sobre el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio.
Los críticos señalan que la mayoría de los desequilibrios arancelarios son el resultado de decisiones pasadas del gobierno estadounidense de defender algunos intereses sobre otros. EU cobra un arancel de 2.5 por ciento sobre automóviles importados frente al 10 por ciento aplicado por la Unión Europea. Pero, impone un impuesto de importación mucho más alto de 25 por ciento a camiones ligeros que ha protegido a fabricantes nacionales de automóviles como Ford y General Motors en este lucrativo mercado.
Navarro desestima ese argumento. Su solución está contenida en la ley de comercio recíproco, un proyecto de ley ante el Congreso que permitiría a los presidentes de EU aumentar unilateralmente los aranceles sobre cualquier país que cobre aranceles de importación más altos que ellos sobre productos específicos. Trump ha respaldado el proyecto de ley. Parece poco probable, sin embargo, el Congreso no piensa igual.
No todos en la administración están de acuerdo en que EU debería amenazar con abandonar la OMC o que el modelo de la UPU es aplicable. Robert Lighthizer, representante de Comercio estadounidense y persona técnicamente responsable de la relación, ha dicho que si la OMC no existiera, EU tendría que inventarla.
La campaña para la reforma de la OMC también sigue siendo una prioridad secundaria frente a la confrontación con China. Pero es parte de una lucha más amplia que la administración quiere seguir librando. "Tenemos mucho por hacer en términos de política comercial para corregir todos estos errores que se cometen contra los trabajadores estadounidenses", dijo Navarro.