Los demócratas aprendieron una gran lección tras su éxito electoral de este mes: mantenerse enfocados en los asuntos económicos y negarse a jugar en el territorio del presidente Donald Trump.
En 2016, Hillary Clinton no tuvo problema en enfrentarse con Trump en temas como detener a los refugiados y prohibir la entrada de los musulmanes, y aprovechó las oportunidades para atacar su temperamento y denunciar su discurso insultante.
No obstante, ella perdió.
En 2018, los demócratas ignoraron en gran medida las provocaciones de Trump sobre la caravana de refugiados en México y el llamado a poner fin a la ciudadanía por derecho de nacimiento, y no se involucraron en la mayoría de sus incendiarios discursos a través de una serie de eventos de campaña.
En lugar de eso, se enfocaron en la salud y la economía y consiguieron amplias victorias, con lo cual obtuvieron el control de la Cámara de Representantes y ganaron siete gobernadores.
El foco en la salud, el Seguro Social y Medicare ayudó a los demócratas a ganar bastiones republicanos en Orange County, California, y en los suburbios de Dallas y Oklahoma City. Los llevó a la victoria en las seis carreras electorales de gobernador y senador en Michigan, Wisconsin y Pensilvania.
Si los demócratas ganan esos estados y mantienen los que ganó Clinton en 2016, llegarán a la presidencia en 2020.
"La lección para 2020 es que cuando él haga y diga cosas escandalosas, hay que asumir que es a propósito y recordar que no se necesita pelear cada batalla que él elija", dijo el exportavoz de la campaña de Clinton, Brian Fallon.
"En 2016, pensamos que muchas de las peleas que seleccionó para sí mismo eran tan descalificadoras que nos alegramos de apoyarnos en ellas y satisfacer algunas de las controversias que provocó", agregó.
La incómoda lección para los demócratas es que grandes áreas del país adhieren al mensaje fanfarrón y nacionalista de Trump, centrado en los temores sobre la inmigración ilegal, el crimen y la globalización.
Dicen que relacionarse con él en esos términos, simplemente ayuda a que el mensaje llegue a los votantes blancos de la clase trabajadora y rural, y evita que los demócratas lleguen a los votantes más diversos y menos frecuentes en los que confían.
Será más difícil para los demócratas ignorar a Trump en 2020 cuando esté en la papeleta electoral, señaló an Pfeiffer, exasesor del presidente Barack Obama. El partido necesitará "un candidato demócrata que sea capaz de contar una historia clara y convincente que no muestre a Trump como el personaje principal", indicó.
"El desafío para los demócratas no es permitir que Trump conduzca la conversación diaria. Tenemos que pensar de manera creativa y estratégica sobre cómo y qué comunicamos, y hacerlo con una disciplina implacable", sostuvo Pfeiffer en un correo electrónico.
Trump ganó las elecciones en 2016 al aumentar los votos en pueblos pequeños y áreas rurales de Ohio, Florida, Pensilvania y el Medio Oeste, mientras que la escasa votación de Clinton en las áreas metropolitanas de Filadelfia, Milwaukee y Detroit demostró ser fatal para su campaña.
En 2018, las áreas suburbanas de primer nivel experimentaron un drástico cambio hacia los demócratas. Los graduados universitarios blancos votaron a favor de Trump por 3 puntos en 2016 y a los republicanos de la cámara por 10 puntos en 2016; en 2018 prefirieron a los demócratas de la cámara por 8 puntos, según encuestas a boca de urna publicadas por CNN.
La fuerza de los suburbios no fue suficiente para salvar a los tradicionales demócratas del Senado en Dakota del Norte, Missouri e Indiana, aunque esos estados no lograrán que Trump esté cerca de ganar la reelección en 2020.
Y Florida, un estado electoral rico en votos donde los demócratas perdieron la carrera a gobernador y al Senado este año, revela el peligro del partido de ser aplastado en áreas rurales con altas concentraciones de votantes mayores, blancos y sin educación universitaria.