Cuando Lee White visitó por primera vez Gabón, creía que había encontrado el paraíso.
White, de 53 años, no era nuevo en África, ya que se había mudado con sus padres de Manchester, Inglaterra, a Uganda a la edad de tres años. Pero en Gabón, como candidato a doctorado en 1989, había llegado a la segunda nación más boscosa del mundo.
"Gabón está repleto de vida silvestre y hermosas selvas tropicales", dijo en una entrevista en Johannesburgo. "Me enamoré, hice mi doctorado allí y nunca me fui".
Se convirtió en ciudadano gabonés en 2008, jefe de la agencia de parques nacionales un año después, y en junio de este año asumió el cargo de ministro de Medio Ambiente. Ahora White está a la vanguardia de un impulso respaldado por Naciones Unidas para agregar la preservación de los bosques a la lucha contra el cambio climático.
Su primera victoria fue en septiembre, cuando Noruega firmó un acuerdo para pagar al Gobierno 150 millones de dólares si puede demostrar que está aumentando sus reservas de carbono ‒la cantidad de carbono en la atmósfera almacenada dentro del ecosistema forestal‒ y reduciendo las emisiones en los próximos cinco años. Fue el primer acuerdo de este tipo en África.
Noruega también acordó pagar el doble del precio habitual de almacenamiento de carbono, 10 dólares por tonelada, que se compara con los cerca de 25 dólares que pagaría una central eléctrica a carbón en Europa por derechos de emisión que cubran sus emisiones carbono.
"Preservar los bosques es la forma más rentable de reducir las emisiones de carbono y, por lo tanto, combatir el cambio climático, y debido a que es más barato, la gente le da un valor más bajo", explicó White.
"El hecho de que duplicaron el precio da esperanza a otros países. Muestra que estamos avanzando en nuestras discusiones sobre el papel de los bosques", agregó.
El reconocimiento internacional de las políticas de conservación de Gabón puede alentar a los países vecinos a seguir su ejemplo, incluida a la República del Congo, según White. Al igual que Gabón, los bosques de la República del Congo son parte de la cuenca del río del mismo nombre, la segunda selva tropical más grande del mundo después de la Amazonía, y el país ha experimentado una deforestación relativamente baja.
Si bien el bosque en la cuenca del Congo cubre un tercio del área de la Amazonía, sus árboles son más altos y más grandes, lo que significa que tiene la mitad de la biomasa de ese bosque. Esa es la clave para determinar cuánto carbono absorbe, explica White.
El nombramiento de White como ministro y el avance del acuerdo con Noruega se produjeron inmediatamente después de un escándalo de corrupción que provocó que el presidente, Ali Bongo, despidiera a su vicepresidente y ministro de Silvicultura. En febrero, funcionarios de aduanas incautaron grandes cantidades de una especie de palo de rosa protegida en el puerto de Owendo. La madera, conocida localmente como kevazingo, es muy solicitada por los fabricantes de muebles chinos.
Más de 300 contenedores desaparecieron posteriormente del puerto y las autoridades solo recuperaron unos 200 días después. La Agencia de Investigación Ambiental, con sede en Washington, también acusó a una importante empresa maderera china de sobornar a funcionarios para obtener grandes concesiones en la cuenca del Congo, cosechar en exceso esas concesiones y evadir impuestos. Después de que su informe fuera publicado, el Gobierno despojó a la compañía, Deija Group, de su licencia de tala.
La tierra de las selvas sin fin
Los madereros tienen motivos para sentirse atraídos por Gabón. Más grande que Reino Unido, está cubierto casi por completo de selva tropical, no tiene carreteras y tiene una población de dos millones de personas, la mayoría de las cuales vive en la pobreza. Su cambio hacia la conservación comenzó bajo el padre del presidente, Omar Bongo, quien murió en el cargo después de 42 años en el poder. Ali Bongo, quien asumió el cargo después de unas elecciones disputadas violentamente en 2009, ha hecho de la preservación de los bosques y la vida silvestre una prioridad personal.
Un año después de asumir el cargo, prohibió la exportación de madera sin procesar y, cuatro años después, detuvo la pesca comercial en casi una cuarta parte de las aguas territoriales de Gabón. Alrededor de una quinta parte de la masa continental del país se reserva actualmente para la conservación, una medida que ha demostrado ser crucial para proteger su abundante vida silvestre: Gabón tiene el 55 por ciento de los elefantes de bosque del mundo y hasta 25 mil gorilas de tierras bajas.
Eso distingue a Gabón en un continente donde la tala ilegal y la agricultura de tala y quema están devastando los bosques, y la falta de lluvias está impulsando el desierto del Sahara hacia la costa de África Occidental. Un aumento reciente en la demanda china de palo de rosa tropical está causando más estragos en África.
Gabón ya ha reducido sus emisiones de carbono en 350 millones de toneladas en los últimos 15 años, subrayó White.
"Gabón ciertamente está al frente de la manada", indicó Tony Knowles, director de The Cirrus Group, con sede en Ciudad del Cabo, y especialista en aspectos del cambio climático en África. "En los últimos 10 años, especialmente desde la conferencia de París, ha habido un gran cambio hacia los países que lideran la implementación".
Poco después de que White llegara a Gabón para estudiar el impacto del manejo forestal en la vida silvestre, se encontró investigando el crecimiento de los árboles y la acumulación de carbono. Los datos que comenzó a compilar en una hoja de cálculo de Excel "bastante torpe" formaron la base, muchos años después, para las negociaciones con Noruega.
El acuerdo se extenderá hasta 2025, y los fondos se desembolsarán con la condición de que Gabón proporcione datos regularmente que demuestren que está reduciendo las emisiones o aumentando la cantidad de carbono que absorbe de la atmósfera, detalló.
A cambio, el Gobierno tendrá que proporcionar a Noruega una cartera de proyectos que preserven los bosques, como reducir el impacto de la agricultura o exigir a las empresas madereras que extraigan de una manera más sostenible. White confía en que será un éxito.
"Si no manejamos nuestros bosques, van a desaparecer. Diría que una tonelada de carbono en la República Democrática del Congo vale mucho más que una tonelada de carbono de una fábrica de carbón polaca. Mi tonelada de carbono tiene todo tipo de beneficios secundarios: preserva gorilas, chimpancés y elefantes; preserva la función ecológica del bosque".