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Este libro revela las técnicas secretas de asesinatos de Estado en Israel

Desde pasta de dientes evenenada que tarda un mes en terminar con la vida de su objetivo hasta drones armados y celulares que explotan: el libro 'Rise and Kill First' narra las tácticas con las que Israel sustituye la guerra.

Pasta de dientes envenenada que tarda un mes en terminar con la vida de su objetivo. Drones armados. Teléfonos celulares que explotan. Neumáticos de repuesto con bombas de control remoto. Asesinar a científicos enemigos y descubrir las amantes secretas de hombres santos islámicos.

Un nuevo libro narra estas técnicas y afirma que Israel ha llevado a cabo al menos dos mil 700 operaciones de asesinato en sus 70 años de existencia. Aunque muchas fracasaron, suman mucho más que cualquier otro país occidental, dice el libro.

Ronen Bergman, el corresponsal de inteligencia del diario Yediot Aharonot, convenció a muchos agentes del Mossad, el Shin Bet y el ejército para que contaran sus historias, algunos utilizando sus nombres reales. El resultado es la primera mirada completa al uso de Israel de asesinatos patrocinados por el estado.

Basado en mil entrevistas y miles de documentos, y con más de 600 páginas, Rise and Kill First afirma que Israel usó el asesinato en lugar de la guerra, matando a media docena de científicos nucleares iraníes, por ejemplo, en vez de lanzar un ataque militar. También sugiere firmemente que Israel utilizó el envenenamiento por radiación para matar a Yasser Arafat, el líder palestino de larga data, un acto que sus autoridades han negado reiteradamente.

Bergman escribió que la muerte de Arafat en 2004 se ajustó a un patrón y que tuvo defensores. Pero evitó afirmar de plano lo que sucedió, y dijo que la censura militar israelí le impedía revelar qué sabía, o si sabía algo.

El título del libro, Rise and Kill First, proviene de la antigua advertencia judía del Talmud: "Si alguien viene a matarte, levántate y mátalo primero". Bergman dice que un gran porcentaje de las personas que entrevistó citó ese pasaje como justificación para su trabajo. También es la opinión del abogado del ejército que declara que tales operaciones son actos legítimos de guerra.

A pesar de las numerosas entrevistas, incluyendo los ex primeros ministros Ehud Barak y Ehud Olmert, Bergman, autor de varios libros, dice que los servicios secretos israelíes intentaron interferir con su trabajo. En 2010 realizaron una reunión para discutir cómo obstruir su investigación y advirtieron a antiguos empleados del Mossad, el servicio de inteligencia israelí, que no hablaran con él.

Sostiene que aunque Estados Unidos tiene restricciones más estrictas sobre sus agentes que Israel, el presidente George W. Bush adoptó muchas técnicas israelíes después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 y el presidente Barack Obama lanzó varios cientos de asesinatos selectivos.

"Los sistemas de comando y control, las salas de guerra, los métodos de recopilación de información y la tecnología de los aviones no tripulados, o drones, que ahora sirven a los estadounidenses y sus aliados se desarrollaron en gran parte en Israel", escribe Bergman.

El libro ofrece una historia texturizada de las personalidades y las tácticas de los diversos servicios secretos. En la década de los setenta, un nuevo jefe de operaciones del Mossad abrió cientos de empresas comerciales en el extranjero con la idea de que podrían ser útiles algún día. Por ejemplo, el Mossad creó una empresa naviera de Oriente Medio que, años más tarde, fue útil para proporcionar cobertura a un equipo en aguas de Yemen.

Ha habido muchos fracasos. Después de que un grupo terrorista palestino mató a deportistas israelíes en los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972, Israel envió a sus agentes a matar a los perpetradores y disparó a más de un hombre identificado por error. También hubo operaciones exitosas que hicieron más mal que bien a los objetivos de política de Israel, señala Bergman.

Bergman plantea inquietudes morales y legales provocadas por asesinatos patrocinados por el Estado, incluida la existencia de sistemas legales diferentes para agentes secretos y el resto de Israel. Pero presenta las operaciones, en su mayor parte, como el logro de sus objetivos. Aunque muchos dan crédito a la barrera que Israel construyó a lo largo y dentro de Cisjordania para detener los ataques a ciudadanos israelíes a principios de la década del 2000, argumenta que lo que hizo la diferencia fue "una gran cantidad de asesinatos selectivos de operativos terroristas".

Una de las fuentes más importantes de Bergman fue Meir Dagan, jefe reciente del Mossad durante ocho años que murió a principios de 2016.

Hacia el final de su carrera, Dagan se enemistó con el primer ministro Benjamin Netanyahu, en parte, por lanzar un ataque militar contra Irán. Netanyahu dijo que las técnicas de inteligencia, como vender al país partes defectuosas para sus reactores -que Israel y EU realizaban- no eran suficientes.

Dagan argumentó que estas técnicas, especialmente los asesinatos, bastarían.
Según lo cita Bergman: "En un automóvil, hay 25 mil partes en promedio. Imagine si faltan 100. Sería muy difícil hacerlo funcionar. Por otro lado, a veces es más efectivo matar al conductor, y eso es todo".

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