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Francisco, el papa político que rompe dogmas

Francisco ha enfocado su papado a la geopolítica, a través de la ruptura de dogmas que hacen que su popularidad se incremente y poder usar la "atención del mundo", como el caso de la 'reconciliación' de Cuba y Estados Unidos.

CIUDAD DE MÉXICO. Se reunió con un hombre transgénero, les dijo a los católicos que no procrearan como conejos y le lavó los pies a una mujer musulmana. Si bien todo eso parece indicar que está dispuesto a desbaratar el dogma, el verdadero interés del Papa Francisco es la geopolítica.

En menos de dos años, ha desplazado la conversación de los sacerdotes abusadores y ha usado el cambio de imagen para incursionar en cuestiones que van desde contribuir al restablecimiento de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos hasta impulsar un acuerdo climático global. En septiembre se convertirá en el primer líder religioso que se dirigirá como jefe de estado a una sesión del Congreso.

"Aprovecha la fascinación que ejerce", dijo John Wauck, un profesor de la Universidad Pontificia de la Sagrada Cruz en Roma. "Tiene la atención del mundo y la usa".

Al hacer a un lado el debate sobre el aborto, el matrimonio homosexual y el sexo, Francisco se ha posicionado para desempeñar un papel en los asuntos internacionales, desde la crisis económica hasta las relaciones con China, según el padre Thomas Reese, autor de "Inside the Vatican: The Politics and Organization of the Catholic Church" (En el interior del Vaticano: La política y la organización de la Iglesia Católica).

El Papa Juan Pablo II se concentró en el objetivo de poner fin al comunismo en la década de 1980, y el Papa Benedicto XVI era un ratón de biblioteca propenso a las gaffes que rechazaba el relativismo. Francisco, en cambio, tiene una amplia agenda que excede los límites vaticanos.

En una actitud con resonancias del gobierno de Obama, hasta efectúa su propio giro asiático. Ya ha visitado dos veces la región que rehuía su predecesor con la idea no sólo de conquistar feligreses, sino también de ganar peso ante las potencias en ascenso.

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EL LLAMADO DE PEKÍN

El reto para Francisco –que procede de una orden religiosa que trabajó en China en el siglo XVI- es cómo duplicar su éxito cubano ante un enemigo comunista más formidable. La Santa Sede y el país más populoso del mundo han estado enfrentados desde 1951 por, entre muchas otras cosas, el derecho a ordenar obispos.

Francisco, que dice que viajaría a Pekín mañana mismo, tiene un corredor secreto para mensajes diplomáticos con las nuevas autoridades. Ha habido pequeños gestos de ambos lados: Francisco no vio al Dalai Lama en Roma, algo que habría irritado a las autoridades chinas. El presidente Xi Jinping permitió que Francisco sobrevolara el espacio aéreo chino, la primera vez que se concede ese derecho a un papa.

El camino, de todas formas, probablemente sea largo. Para atraer a China, el papa tendría que abandonar Taiwán, un viejo reclamo chino. Hay pocos indicios de que China esté dispuesta a poner fin a su práctica de nombrar obispos al margen de la Santa Sede. China tiene unos 12 millones de católicos –tres veces la cantidad de Irlanda-, en comparación con apenas 300 mil fieles en Taiwán.

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EL PODER BLANDO

El poder blando papal también tiene límites, y un viaje a China no parece inminente. Juan Pablo II, en cambio, hizo historia a menos de un año de iniciado su papado al visitar la Polonia comunista, su país natal, en un acto de desafío a la Unión Soviética.

Cuando se eligió a Francisco, pocos lo veían como un politólogo. A diferencia de predecesores como Juan XXIII y Pío XII, que eran enviados del Vaticano, los antecedentes de Francisco no mostraban esa preparación, si bien el interés existía. Eduardo Valdez, un diplomático argentino que conocía al papa cuando éste era arzobispo de Buenos Aires, dijo que nunca habían hablado de religión; sólo de política global. "Era un ávido lector de temas de asuntos internacionales", dijo Valdez.

La brecha entre conocimiento y eficacia puede ser grande. Francisco ha incursionado en conflictos internacionales como Corea, Cuba y Palestina, y no todos se han desarrollado bien.

Su llamamiento a la reconciliación entre las dos Coreas no recibió más que silencio por parte de Pyongyang, y el día que llegó a la península Corea del Norte disparó misiles al mar.

Francisco convenció al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, y al entonces presidente israelí, Shimon Peres, de intercambiar besos, tomar sendas palas y plantar un olivo en los jardines del Vaticano. Si bien hizo que se prestara atención a los problemas de los palestinos al regar en Belén cerca de una graffiti que decía "Palestina libre", su visita quedó eclipsada por un recrudecimiento de la violencia.

Tuvo mucho más éxito en el caso de Cuba, para lo cual recibió de forma secreta a delegaciones de la isla y de los Estados Unidos y desempeñó un papel vital en los intercambios de prisioneros que llevaron a restablecer el vínculo después de medio siglo.


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ESPONTANEIDAD PAPAL

"Su espontaneidad es producto de mucha reflexión", dijo Drew Christiansen, un ex director de la Oficina de Paz y Justicia Internacional de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, que elogió la apertura del papa pero agregó que si bien sus declaraciones podrían parecer espontáneas, en realidad están minuciosamente planificadas. Christiansen, que ha asesorado a la iglesia en relación con los vínculos diplomáticos con China, señaló que "el cambio de cultura significa que cuando el papa escucha, la gente presta atención".

En lo que respecta a Wall Street, el pontífice ha dejado claro que la codicia empresarial y la desigualdad del ingreso son cuestiones prioritarias. También ha dicho que emitirá una encíclica sobre el calentamiento global –otra de sus prioridades- y que usará su visita a los Estados Unidos para explicar que "es el hombre el que ha violentado la naturaleza". Podría instar a la Casa Blanca a impulsar un acuerdo sobre clima en París en diciembre.

Su énfasis en que las cosas se hagan con rapidez no obedece sólo a las muchas crisis de la iglesia. Dado que Francisco se acerca con rapidez a los 80 años y sólo uno de sus pulmones funciona, tiene una sensación personal de urgencia. "A mi edad", declaró al diario español La Vanguardia, "no tengo mucho que perder".

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