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La extrema derecha, detrás de la evasión fiscal

La filtración masiva de documentos reveló el pasado nazi y de derecha de los propietarios de Mossack-Fonseca, Jürgen Mossack y Ramón Fonseca. 

CIUDAD DE MÉXICO.- La semana pasada, el mundo se sacudió con la filtración más grande de información en la historia -- unos 11 millones de documentos-- sobre evasión fiscal, que involucra a jefes de Estado, políticos, artistas y futbolistas, pero las revelaciones no sólo sacaron a la luz los dineros ocultos de cientos de miles de personas, sino además evidenciaron quienes están detrás del despacho Mossack Fonseca, desde donde salieron los datos, sus vínculos con la extrema derecha y su pasado nazi.

Jürgen Mossack, cofundador del despacho con sede en Panamá, tiene 68 años, nació en Bavaria, Alemania y tiene fuertes lazos con la extrema derecha. Su padre, Erhard Mossack, figura en la historia como sargento de las escuadras de protección de la SS del partido nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

Según expedientes de inteligencia de los Estados Unidos, al término de la guerra, el padre de Jürgen ofreció sus servicios como espía de la CIA, para evitar ser juzgado como criminal de guerra.

La familia se mudó a Panamá cuando Jürgen tenía 13 años. Su padre pasó su tiempo en esa nación espiando para la CIA posible "actividad comunista" de Cuba en ese país.

EL SOCIO

Fue en Panamá donde Jürgen conocería a su socio Ramón Fonseca Mora y fundarían juntos la firma Mossack-Fonseca en 1986.

Ramón Fonseca se considera a sí mismo un "novelista" y abogado.
Entre los libros que ha escrito está "Ojitos de Ángel" y "La danza de las mariposas". Por su trabajo como escritor, ha ganado premios nacionales.

Antes de ser abogado, Fonseca consideró ser sacerdote. También se integró a las Naciones Unidas. Después reconoció que "no salvé a nadie ni hice algún cambio". En los años 80´s decidió mejor montar un despacho de abogados y encontró en el alemán Jürgen un aliado ideal por su gran conocimiento en el mercado internacional.

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Exactamente un año antes Fonseca Mora había escrito en su Twitter, como una especie de augurio literario: "si has robado, cometido fraude o corrupción, está duro que en el siglo XXI puedas esconder tus riquezas mal habidas". No tomó su propio consejo. Un año después, esas mismas riquezas "mal habidas" tocaron a su puerta.

Después de la filtración, que ha provocado la renuncia del primer ministro de Islandia, Sigmundur Gunnlaugsson y que varios gobernantes como el primer británico, David Cameron y el presidente de Argentina, Mauricio Macri, tengan que salir a explicar sus finanzas personales, Fonseca intentó defenderse. Dijo que desconocían el nombre de las personas que se beneficiaban al final, que sólo habían tratado con "intermediarios". Luego dijo que era normal que los "clientes cometieran delitos". Días después tuvo que dejar su cargo como ministro consejero del presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, y presidente del Partido Panameñista que ha sido ligado no sólo al régimen militar del país, sino también a la derecha conservadora.

Ahora, la batalla de Mossack y Fonseca no es sólo por mantener su compañía, sino también por librar su nombre y ocultar -como lo hicieran con sus clientes- sus fuertes vínculos con la intolerante extrema derecha.

Por su parte, Jürgen Mossack dijo en entrevistas, después de que se hizo pública la filtración, que desconocía que su firma trabajaba para personas vinculadas al partido comunista chino o al presidente ruso, Vladimir Putin. Fue lo único que aclaró.

Frank Vogl, cofundador de Transparencia Internacional (TI) escribió hace unos días que los llamados "Papeles de Panamá" dejan una cosa clara: "el lavado de dinero a menudo se hace a través del corazón de nuestras sociedades", es decir, a través de contadores, consultorías y bancos.

"El juego comienza estableciendo empresas fuera del país de residencia, conocidas como 'offshore', después invertir el dinero en otras propiedades y activos, que oculten la propiedad real", dijo el experto.

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