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Las graves consecuencias humanitarias de cerrar el campo de Laylan, en Irak

Para muchos refugiados, regresar a casa es un sueño hecho realidad, pero para otras la inseguridad y la ausencia de servicios en ese lugar los hace no querer abandonar el campamento.

Camiones llegaron al campo de Laylan, en la gobernación iraquí de Kirkuk, preparados para trasladar a los residentes a sus zonas de origen en otras regiones de Irak.

Las personas residentes del campo expresaron su temor al personal de Médicos Sin Fronteras (MSF) que brinda atención médica en el campo de ser devueltas contra su voluntad.

MSF está profundamente preocupada por las consecuencias humanitarias de los cierres apresurados de los campos para las personas desplazadas, ya vulnerables, sin antes ofrecer una solución segura y sostenible.

Desde octubre de 2020, alrededor de 25 mil iraquíes que viven en campos formales para personas desplazadas han sido devueltos a sus áreas de origen, mientras el gobierno de Irak comienza el proceso de cierre de campos.

Mientras que para muchas personas regresar a casa es un sueño hecho realidad, para otras la inseguridad, la falta de refugio y la ausencia de servicios que les esperan hacen del cierre de estos campos una pesadilla.

"Incluso si quieren cerrar el campo, no deberían enviarnos a nuestras áreas de origen ahora", dijo una mujer al personal de MSF. "Necesitan brindarnos seguridad. Debido a muchos problemas tribales y a la inseguridad, muchas personas no pueden regresar a sus pueblos".

En algunos casos, las personas repatriadas se enfrentan a posibles actos de violencia y arrestos en sus zonas de origen si se sospecha que están afiliados al grupo Estado Islámico (EI). El estigma en Irak contra cualquiera con sospecha de tener vínculos con el grupo EI hace que algunas personas teman mucho por la seguridad de sus familias.

"Cuando algunos de mis vecinos regresaron, fueron agredidos verbalmente y tuvieron que esconderse de la población local, tenían miedo de resultar heridos", agrega la mujer.

Más de 7 mil personas viven actualmente en el campo de Laylan, la mayoría de ellas mujeres y niños. El campo se estableció en 2014 después de que estallara el conflicto en varias ciudades iraquíes como Hawija y Salah Al-Din, obligando a muchas personas a huir de sus hogares. Varios residentes del campo explicaron a MSF que no tenían nada a lo que regresar.

"Nuestra casa ha sido destruida", relató una mujer. "Tenemos niños pequeños y no sabemos cómo nos las arreglaremos si nos envían de regreso. El clima es cada vez más frío. No tenemos salario para alquilar una casa para mantenernos seguros y calientes. El campo de Laylan es seguro para nosotros y tenemos agua y electricidad. Si nos envían de regreso, no tendremos agua ni electricidad. ¿Cómo podremos arreglárnoslas sin estos servicios en nuestra vida diaria?"

Muchos residentes también dependen de la atención médica que reciben dentro del campo, mientras que el acceso a la atención médica para las personas desplazadas fuera del mismo es limitado.

"MSF está tratando a 300 pacientes con enfermedades no transmisibles (ENT) en el campo. Son personas que requieren tratamiento y cuidados ininterrumpidos de por vida", explica Gul Ba-dshah, jefe de misión de MSF en Irak.

"Con este cierre apresurado, MSF no tiene tiempo para proporcionar medicamentos para un periodo de tres meses a los pacientes, que les duren hasta lograr acceder a otro centro de salud ni para preparar los expedientes médicos que necesitan para inscribirse en otro programa para tratamiento de ENT en su área de regresar sin interrumpir su tratamiento", añade.

La pandemia de COVID-19 es otra preocupación para los equipos de MSF. "Nos preocupa que los pacientes tengan que mudarse del campo en medio de la pandemia de COVID-19", explica Badshah. "Hay ocho casos confirmados de COVID-19 en el área de aislamiento. No está claro cómo se trasladaría a los pacientes ni qué tan rápido tendrían acceso a la atención médica".

Médicos Sin Fronteras insta a las autoridades iraquíes a reconsiderar su decisión de cerrar inminentemente el campo de Laylan y garantizar que los futuros retornos se realicen de una manera más transparente, voluntaria, segura y digna.

MSF en Irak

Médicos Sin Fronteras (MSF) trabaja en Irak desde 1991. Con más de mil 500 empleados en sus proyectos en todo el país, MSF brinda atención médica gratuita y de alta calidad para todas las personas independientemente de su raza, religión, género o afiliación política.

MSF ofrece atención médica primaria y secundaria, servicios para mujeres embarazadas y madres primerizas, tratamiento para enfermedades crónicas, servicios de cirugía y rehabilitación para heridos de guerra, apoyo en salud mental y actividades de educación para la salud.

Actualmente trabajamos en las gobernaciones de Bagdad, Nínive y Kirkuk. También hemos apoyado a los centros de salud locales en las provincias del sur de Najaf y Dhi Qar en los últimos meses con la preparación para incidentes con víctimas masivas. En 2019, MSF brindó más de 45 mil consultas a pacientes en todo Irak para quienes padecían enfermedades crónicas, así como más de 34 mil consultas por maternidad y salud reproductiva.

La pandemia sigue siendo una emergencia en Irak. En Bagdad, MSF está apoyando el hospital Al-Kindi, donde actualmente trabajamos en una sala COVID-19 de 24 camas para pacientes graves y críticos. Nuestros equipos ayudaron en la unidad de cuidados respiratorios (UCR), brindando capacitación al personal en el uso de ventilación, medicamentos y técnicas adaptadas para el tratamiento del COVID-19.

En Mosul, el centro de atención postoperatoria de MSF se transformó durante la primera etapa de la pandemia en una instalación de tratamiento de COVID-19 y, el 22 de noviembre, abrió una unidad de cuidados intensivos de COVID-19 con capacidad de 16 camas en el hospital de Al-Salam.

MSF ayudó (en julio, agosto y septiembre) a las instalaciones de salud locales en Erbil y Dohuk proporcionando apoyo técnico, logístico y capacitación para su personal en prevención y control de infecciones (IPC). En el campo de Laylan (gobernación de Kirkuk), MSF ha movilizado una instalación de tratamiento y aislamiento de caravanas con capacidad de 20 camas y continúa implementando medidas de triaje para cualquier paciente sospechoso de COVID-19. Nuestros equipos distribuyeron mascarillas de tela reutilizables a los residentes de Laylan y crearon conciencia sobre las medidas de prevención.

Esta nota es de MSF y se publica bajo una alianza editorial con El Financiero para difundir el trabajo de la institución.

Médicos Sin Fronteras fue fundada en Francia en 1971 por un grupo de médicos y periodistas. Ganaron el Premio Nobel de la Paz en 1999 por su labor humanitaria en varios continentes. MSF tiene operaciones en más de 70 países, entre ellos México, donde la oficina se estableció en 2008.

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