El geólogo del gobierno Gino Casassa baja del helicóptero y observa consternado lo que hay a su alrededor.
Casassa está al pie de un glaciar, ubicado 4 mil 200 metros sobre el nivel del mar. El cielo sobre la cordillera de los Andes es de un azul profundo, pero algo no está bien: es julio -mediados de invierno en Sudamérica- y sin embargo el día está templado para esta época del año, por sobre 0°C. Se quita su chaqueta de esquí naranja y camina sobre las rocas.
"Todo esto debería estar cubierto de nieve en esta época del año", dice, apuntando hacia Olivares Alfa, uno de los glaciares más grandes del centro de Chile, que está a solo unos metros de distancia. "Había un solo sistema de glaciares que cubría todo este valle; ahora está tan retraído que se divide en cuatro o cinco glaciares más pequeños".
Chile tiene una de las mayores reservas de agua dulce del mundo aparte de los polos norte y sur, pero los abundantes glaciares que son la fuente de ese preciado bien se derriten rápidamente. No es solo un desastre ecológico en ciernes, sino que se está convirtiendo rápidamente en un dilema económico y político para el Gobierno de la nación más rica de América Latina.
Un cóctel tóxico de mayores temperaturas, los nueve años más secos que se hayan registrado y actividades humanas como la minería demuestra ser letal para el hielo de la zona central de Chile. Formada durante miles de años, la masa de hielo ahora pierde un metro por año en promedio.
Dentro de menos de dos décadas algunos glaciares habrán desaparecido, mientras que el volumen total de todos los glaciares de Chile se habrá reducido a la mitad para fines de siglo, advierte Casassa.
Ese es un problema grave ya que Chile, que alberga el 80 por ciento de los glaciares de Sudamérica, también es el país de América con mayor riesgo de estrés hídrico extremadamente alto, según el World Resources Institute.
Más de 7 millones de personas que viven en Santiago -capital del país- y sus alrededores dependen de los glaciares para conseguir la mayor parte del suministro de agua en tiempos de sequía.
El Gobierno de Chile es muy consciente del problema. Se creó una unidad especial en 2008 a la que se le encomendó producir un inventario de glaciares con el fin de protegerlos y crear conciencia sobre su importancia.
No obstante, sus recursos son limitados: el año pasado contaba con solo siete personas -Casassa es el director de la unidad- y hasta ahora ha publicado solo un registro de glaciares, en 2014, con datos de hace una década. La entidad publicará un segundo inventario a fines de este año, que permitirá la primera comparación de todos los glaciares de Chile.
No todos están contentos de esperar. Un proyecto de ley presentado por la oposición en el Parlamento busca garantizar la protección legal de los glaciares, pero el gobierno de centroderecha del presidente Sebastián Piñera se opone, argumentando que si se promulga, las medidas perjudicarán el desarrollo económico de Chile y específicamente afectarán a su lucrativa industria minera.
Los glaciares cubren algunos de los grandes depósitos de cobre que hacen que Chile sea el mayor productor mundial del metal, con cerca de un tercio de los volúmenes totales del planeta cada año. La minería es clave para la economía chilena, ya que representa el 10 por ciento de su PIB y da cuenta de más de la mitad de sus exportaciones.
Esa realidad económica está en el corazón del dilema del Gobierno, que sopesa la solución intermedia necesaria para proteger el medio ambiente y al mismo tiempo apoyar a una industria que aporta unos 19 mil millones a la economía. El ministro de Minería de Chile, Baldo Prokurica, insiste en que ambos objetivos no son excluyentes.
"La minería se puede realizar sin dañar el medio ambiente y eso es lo que queremos hacer", afirmó Prokurica en una entrevista en Santiago, y agregó que países con desafíos similares como Canadá, Noruega y Estados Unidos tienen estándares ambientales más altos y aún así explotan sin una ley de glaciares.
El proyecto de ley propone que todos los glaciares y sus alrededores se conviertan en áreas protegidas, prohíbe las intervenciones no científicas y considera que cualquier violación de las normas es un delito.
Es una iniciativa demasiado amplia para el Gobierno de Chile, que planifica su propia legislación ambiental. "Creo en la preservación de los glaciares, pero también en la minería", expresó Prokurica.
El Gobierno con minoría parlamentaria de Piñera sigue en una posición comprometedora respecto al proyecto de ley en el mismo año en que el país será sede de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, lo que lo convierte en un blanco fácil para acusaciones de hipocresía por parte de la oposición.
"Si no respaldan la ley de glaciares, quedará demostrado que la organización de la COP [Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático] es algo para la galería", aseguró Guido Girardi, senador de la oposición que patrocinó la propuesta legislativa. "Enfrentamos una catástrofe y no proteger los glaciares ya no es una opción".
Los glaciares han sido durante mucho tiempo la pesadilla de la industria minera. Durante la década de 1970, la cuprífera estatal Codelco eliminó los glaciares que cubrían un enorme depósito en las montañas situadas al noroeste de la capital para permitir el desarrollo de su mina Andina. En una época en que Chile casi no tenía normas ambientales, la obra fue celebrada y considerada un gran hito de la ingeniería.
Los avances científicos permiten que actualmente se sepa que los glaciares ayudan a reducir las temperaturas y aumentan la humedad del aire en un radio de 50 kilómetros. También son la razón por la que los ríos en el centro de Chile tienen más o menos el mismo volumen de agua durante la actual sequía extrema que en condiciones normales. En un año seco, hasta dos tercios del agua de las redes fluviales que suministran a Santiago provienen de los glaciares ubicados en lo alto de la cordillera de los Andes.
El resultado es que mientras las condiciones de sequía prevalecen en lugares como Ciudad del Cabo y Chennai en India, Chile permanece relativamente protegido. Alrededor del 70 por ciento de los 18 millones de habitantes del país vive en áreas donde los glaciares marcan la diferencia.
Sin embargo, esa red de seguridad natural está siendo sometida a una presión cada vez mayor. Si bien la mayoría de las minas de Chile se encuentran en el desierto norteño de Atacama, las mineras se desplazan hacia el sur en busca de depósitos más nuevos y ricos y se encuentran con glaciares en el camino.
"Las solicitudes para explorar y explotar en áreas con una gran presencia de glaciares están aumentando", indicó Francisco Ferrando, glaciólogo y profesor de la Universidad de Chile en Santiago.
La mayoría de los glaciares de Chile se encuentra en el sector sureño de la Patagonia y mientras unos pocos están ubicados dentro de parques nacionales y por lo tanto protegidos, el resto no lo está y eso significa que cualquier intervención se evalúa caso por caso.
Los glaciares blancos, donde el hielo está en contacto directo con el aire, gozan de una protección mayor que los glaciares de roca, masas de agua congelada que yacen bajo capas de roca hace siglos y siglos.
Un artículo académico de 2010 reveló que un tercio de los glaciares de roca en el centro de Chile han sido directamente afectados por actividades mineras como la construcción de vías, la instalación de plataformas de perforación y el depósito de desechos en la parte superior del hielo.
Asimismo, el polvo de los camiones, las explosiones y las vibraciones de las máquinas pesadas aceleran el derretimiento. La minería requiere mucha agua, ya que es necesaria en cada etapa de la producción de cobre, y se pronostica que su uso subirá.
Casi todas las grandes mineras que operan en Chile han causado un perjuicio a los glaciares, como Anglo American en su mina Los Bronces y Antofagasta en Los Pelambres, según el artículo.
Los Bronces y la mina Andina de Codelco explotan el depósito de cobre más grande del mundo en los Andes, a unos 64 kilómetros de Santiago. Solo una cresta de rocas lo separa del glaciar Olivares Alfa. Los dos depósitos gigantes, los camiones mineros y el polvo de las explosiones son claramente visibles desde un helicóptero.
En momentos en que ambas empresas planifican nuevos proyectos de miles de millones de dólares para mantener la producción en los niveles actuales, se disparan las alarmas de los ambientalistas, quienes aseveran que la minería está agilizando el proceso de desertificación.
Es una acusación que las mineras rechazan. Joaquín Villarino, presidente del Consejo Minero, postula que los glaciares se están reduciendo debido al cambio climático y que la contaminación por el transporte y otras actividades industriales en Santiago también son parte del problema. La ley de los glaciares contiene "errores graves", manifestó.
De todos modos, las mineras están tomando medidas. Mientras Codelco está realizando obras preliminares de ingeniería para ampliar Andina, su mina hermana, Los Bronces, pasará a operar parcialmente bajo tierra como parte de un plan de 3 mil millones para evitar daños en la superficie.
Anglo American "reconoce la importancia de los glaciares y tiene la convicción de que la actividad minera y la preservación del medio ambiente pueden coexistir", explicó la compañía en un correo electrónico.
Codelco declinó comentar sobre sus planes para Andina.
La administración Piñera pasó a la ofensiva. La aprobación de la ley de glaciares obligaría a cuatro minas, incluidas Andina y Los Bronces, a detener sus operaciones con un costo de miles de millones de dólares y más de 34 mil 500 empleos, según un informe de la Comisión Chilena del Cobre, Cochilco. La producción de cobre caería 11 por ciento hasta 2030, lo que tendría un efecto significativo en los mercados mundiales de metales, advirtió.
Casassa, el geólogo, considera que el impacto del cambio climático se está acelerando, pero comparte la opinión del Gobierno de que no hay necesidad de contar con legislación específica sobre glaciares.
El Gobierno podría verse imposibilitado de frenar el proyecto de ley, ya que carece de mayoría en ambas cámaras del Congreso. El senador Girardi dice que podría ser aprobado en el Senado y la Cámara de Diputados a principios del próximo año, un resultado que considera de importancia mundial.
"Todos los cambios que estamos viendo, todas las catástrofes climáticas en todo el mundo son solo el comienzo", vaticinó Girardi. "Los glaciares de Chile son estratégicos, no solo para nuestro país, sino para toda la humanidad".