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Maduro se perfila para recuperar el control de la Asamblea Nacional de Venezuela

Encuestas estiman que el partido gobernante podría ganar entre 190 y 230 de los 277 escaños del Congreso, lo que debilitaría al líder opositor Juan Guaidó.

El presidente Nicolás Maduro está listo para recuperar el control de la Asamblea Nacional de Venezuela este domingo, en una votación que está siendo boicoteada por los principales partidos de oposición.

Su casi inevitable triunfo consolidará su control sobre la última gran institución del país que tiene legitimidad democrática.

Escasas multitudes llegaron a los centros de votación en las escuelas de Caracas este domingo por la mañana, donde los votantes con cubrebocas pudieron emitir rápidamente sus votos después de que les rociaran las manos con desinfectante. En el extenso barrio marginal occidental del 23 de enero, pocos llegaron a la escuela Manuel Palacio Fajardo, donde solía votar el difunto Hugo Chávez.

"Estoy aquí porque necesitamos desesperadamente que nuestra economía mejore", dijo Carlos Aguilar, un electricista jubilado de 72 años que depende de pagos de pensión miserables.

"Aunque los fondos del gobierno ayudan, no es suficiente. Estamos tratando de sobrevivir", indicó.

Una victoria de Maduro debilitará aún más la posición del líder opositor Juan Guaidó, reconocido como el gobernante legítimo de Venezuela por Estados Unidos y decenas de sus aliados, pero eso se basa en su condición de jefe del Congreso, una posición que está a punto de perder.

Guaidó y sus aliados están boicoteando las elecciones, citando la ausencia de monitores internacionales, mientras participa un segmento minoritario de la oposición.

"Es un error no participar, no me gusta que los centros electorales estén tan vacíos, porque si queremos un cambio tenemos que votar", dijo Dayana Ríos, de 40 años, de Palo Verde, un barrio obrero cercano, Petare, la barriada más grande de Caracas.

"Queremos una nueva asamblea comprometida con las necesidades de los venezolanos", añadió.

Baja participación

Se espera que la participación sea de entre el 25 por ciento y el 36 por ciento, según encuestadores venezolanos. En la última votación del Congreso celebrada en 2015, la participación fue del 76 por ciento. Los resultados se esperan el domingo por la noche después de que las urnas cierren alrededor de las 18:00 horas (tiempo local).

Esta vez asistirá menos gente porque la elección no se percibe como creíble, dijo Luis Vicente León, director de la firma caraqueña Datanalisis.

"Este evento electoral no tendrá testigos masivos de la oposición, ni auditorías creíbles, ni sistemas de votación automatizados confiables, lo que dificulta estar seguro de sus resultados reales", dijo León.

El gobierno está tratando de impulsar la participación mediante pagos en efectivo y donaciones de alimentos. Maduro incluso se comprometió a otorgar "premios especiales" a las 100 comunidades con las tasas de participación más altas.

Sin oponentes reales y con una apatía generalizada, el gobierno podría ganar entre 190 y 230 de los 277 escaños, según la firma de riesgo político con sede en Caracas ORC Consultores. La nueva asamblea se hará cargo el 5 de enero.

Sanciones estadounidenses

Es probable que Maduro intente usar el control de la Asamblea Nacional para tratar de eludir las sanciones de Estados Unidos y atraer algunas inversiones extranjeras, especialmente a través de empresas petroleras, según el director de la ORC, Oswaldo Ramírez. La asamblea tiene que aprobar tales inversiones.

"Fueron los traidores definitivos, pidiendo una plaga de sanciones para su propio pueblo", dijo Maduro sobre la asamblea en funciones en una conferencia de prensa después de emitir su voto alrededor del mediodía. "Fuimos pacientes y resistimos, y hoy recibimos justicia", señaló.

Aunque los principales partidos de la oposición no participarán, algunos de ellos seguirán apareciendo en la boleta. Eso se debe a que el tribunal superior, repleto de leales a Maduro, suspendió y reemplazó las juntas directivas de esos partidos para entregarlas a los aliados del gobierno en un intento de impulsar la apariencia de legitimidad de las elecciones.

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