CIUDAD DE MÉXICO.- La votación este año en las Naciones Unidas del proyecto de resolución que condena el embargo-bloqueo de Estados Unidos contra Cuba se realizará en un escenario totalmente nuevo tras el restablecimiento de relaciones entre los dos gobiernos, aunque las diferencias que persisten mantienen en una incógnita la posición que podría asumir Washington.
En septiembre pasado, fuentes anónimas del Departamento de Estado adelantaron que la administración de Barack Obama valoraba la posibilidad de abstenerse este martes durante la votación del documento titulado "Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba" y que en 2014 fue aprobado por 188 naciones, con la oposición solo de Estados Unidos e Israel.
Sin embargo, en los últimos días funcionarios del mismo departamento, que mantuvieron también el anonimato, dijeron que su gobierno está inclinado a volver a votar en contra del documento, porque este "no refleja completamente" el nuevo espíritu de acercamiento entre ambos países.
Al difundir el proyecto de resolución en La Habana, el canciller Bruno Rodríguez afirmó que en el texto solo se menciona a Estados Unidos por su nombre en el título. En el documento se afirma que, a pesar de que "el propio presidente Obama ha reconocido justamente" que se debe poner fin a esa práctica, "los efectos del bloqueo restringen las posibilidades económicas de Cuba".
MEDIDAS INSUFICIENTES
Desde que el 17 de diciembre Washington y La Habana iniciaron el diálogo, el mandatario estadounidense ha hecho uso en dos ocasiones de sus facultades ejecutivas para flexibilizar el embargo. No obstante, al estar codificado en ley, el bloqueo solo puede ser derogado en su totalidad por el Congreso de la Unión.
En opinión del gobierno de Raúl Castro, el ritmo del proceso de normalización de las relaciones entre los dos países dependerá, en primer lugar, de la eliminación de esa política, y si bien califica de positivas las medidas aplicadas por Obama, considera que "son insuficientes".
Las decisiones del mandatario estadounidense aplicadas en enero y septiembre pasados están dirigidas esencialmente a los viajes, las remesas, las telecomunicaciones y algunos aspectos puntuales del comercio (sin permitir créditos), privilegiando sobre todo al emergente sector privado y cooperativo de la isla.
El diario oficial Juventud Rebelde afirmó que entre las prerrogativas que Obama puede ejercer aún para modificar la implementación del bloqueo está la autorización del uso del dólar estadounidense en las transacciones internacionales de Cuba (práctica hasta ahora prohibida); revertir la política de persecución financiera contra el país; permitir las importaciones en Estados Unidos de servicios cubanos y productos; y autorizar las exportaciones directas a la isla, entre otras acciones.
Cuando visitó Cuba a principios de octubre, la secretaria de Comercio de Estados Unidos, Penny Pritzke, opinó que el impacto de las nuevas medidas anunciadas por Obama dependerá de que el gobierno cubano continúe realizando reformas que apoyen al sector privado. Al regresar a su país con las manos vacías, la secretaria calificó de profundas las diferencias entre las dos naciones.
Uno de los artífices de las reformas en Cuba, el vicepresidente Marino Murillo, ha reiterado que la empresa estatal socialista está en el centro del nuevo modelo económico que se desarrolla lentamente en la isla, en virtud del cual todas las operaciones de importación, exportación y distribución las controla el Estado.
En tanto, el académico y especialista en temas estadounidenses Esteban Morales, consideró quelas medidas que hasta ahora ha aplicado Obama "ni siquiera arañan al bloqueo, observándose en ellas, además, la clara intención de empoderar a aquellos sectores de la sociedad cubana que, nosotros sabemos, piensan ellos que son los que podrían acompañarles en el cambio político interno en Cuba".
