BEIRUT.- El presidente de Siria, Bashar Assad, ha recibido un 'premio' de las potencias mundiales que maniobran en los diversos frentes de guerra en el país. Sin hacer un solo disparo, las fuerzas de Assad están regresando a las ciudades y localidades del noreste de Siria en las que no ponían un pie desde hacía varios años.
Assad logró un primer triunfo con la decisión del presidente Donald Trump de retirar a los efectivos estadounidenses del noreste de Siria, según analistas. Después obtuvo otro con el acuerdo alcanzado entre Turquía y Rusia, esta última aliada de Damasco.
Abandonados por las fuerzas de Estados Unidos y frente a la perspectiva de una invasión turca, los combatientes kurdos no tuvieron más remedio que recurrir a la protección del gobierno de Assad y de Rusia frente a su mayor enemigo.
Por una vez, hubo una alineación de intereses entre Damasco, Moscú y Ankara. Turquía decidió que era más conveniente tener a las fuerzas de Assad asistidas por Rusia a lo largo de la frontera, que una zona limítrofe llena de combatientes kurdos a los que considera terroristas.
El martes, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y su colega ruso Vladimir Putin concertaron un acuerdo que permite a las fuerzas sirias regresar a amplias partes del territorio y garantiza la salida de los combatientes kurdos.
Los kurdos confiaban en que su alianza con Washington reforzaría sus objetivos independentistas, pero ahora su expectativa es que puedan conseguir concesiones de Moscú y Damasco para preservar al menos algunos aspectos de su autonomía.
Turquía, que apoyó a los rebeldes que intentaban derrocar a Assad, ha otorgado ahora implícitamente el "reconocimiento de facto" al gobernante sirio, declaró Lina Khatib, jefa del programa para el Medio Oriente y el Norte de África en el grupo de expertos Chatham House.
"Assad y Rusia consideran este reconocimiento como el inicio de una normalización de la comunidad internacional con el régimen de Assad, y como tal, un indicio de la victoria de ambos en la guerra", apuntó.
Es una táctica que Assad había utilizado antes de manera eficaz, posicionándose como el menor de dos males ante los ojos de quienes tal vez quieran verlo fuera del poder. En toda la guerra civil siria, Assad presentó el conflicto como una elección entre él y los yihadistas. El temor a los extremistas enfrió el entusiasmo en Washington y otros gobiernos occidentales para apoyar totalmente a los rebeldes.
"Assad se ha estado beneficiando de dos discursos: presentando la revuelta siria como una guerra regional y recordando que no hay alternativa viable frente a su gobierno", dio Joe Macaron, investigador residente en el Centro Árabe, en Washington D.C.
La política de Donald Trump de "Estados Unidos Primero", con sus giros a veces caóticos e impulsivos, ha sido una bendición para Assad.
El año pasado, Trump describió a Assad como un "animal" después de un presunto ataque con armas químicas cerca de Damasco y dispuso como represalia ataques aéreos limitados.
Sin embargo, el mandatario estadounidense ha dicho reiteradamente no estar interesado en deponer a Assad o en mantener a las fuerzas estadounidenses en "guerras interminables" en las "arenas ensangrentadas" de la región. Trump ha celebrado que Rusia y el gobierno de Assad cubran ese vacío.
El apoyo de Rusia e Irán también ha permitido a Assad sobrevivir a sus oponentes. Con la ayuda de los ataques aéreos rusos desde 2015, las fuerzas sirias recapturaron localidad tras localidad en poder de los rebeldes. Abandonados y exhaustos, los insurgentes han aceptado acuerdos con Assad que les permiten retirarse de forma segura de sus enclaves sitiados hacia el norte.