El presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó este miércoles que Gerardo Esquivel, actual subgobernador del Banco de México (Banxico), ya se volvió “ultratecnócrata” tras que este señalara que no se podía pagar deuda con activos del Fondo Monetario Internacional (FMI).
“Estaba yo viendo a Gerardo Esquivel, que ya se volvió ultratecnócrata, diciendo: no se puede lo que plantea el Presidente. No se puede porque no se quiere, porque, con todo respeto, son muy cuadrados”, dijo el mandatario mexicano en su conferencia matutina.
Pero a todo esto, ¿qué es un tecnócrata? ¿Por qué disciplinas se rige? ¿Dónde nació el término y por qué es a veces tan criticado? Te contamos.
En México, desde el ascenso al poder de Miguel de la Madrid Hurtado en 1982, nuestro país ha vivido seis administraciones ininterrumpidas compuestas por liderazgos tecnócratas. Estas han sido las responsables de la política económica y comercial por más de 36 años que le ha dejado a México una red de 12 tratados de libre comercio, entre otras cosas.
El término viene de la la tecnocracia, que es un posicionamiento ideológico, científico y racional, aplicable en campos como el sistema de gobierno y la política, así como la gestión de la economía. Procede, semánticamente, de las palabras griegas tékhnē (arte, técnica) y krátos (poder, dominio, gobierno), de acuerdo con el portal Economipedia.
La tecnocracia basa su naturaleza en el empleo de un método científico a la hora de abordar asuntos relacionados con la política, la sociedad y la gestión económica. En este sentido, la explicación empírica y demostrable de los problemas y cuestiones propias de estos ámbitos, debe estar basada en resultados cuantificables y mediciones racionales. Todo ello, en lugar de basarse en aspectos subjetivos o ideológicos.
Las medidas que toman los tecnócratas deben basarse en datos objetivos, comprobables y no en valoraciones o intereses grupales. Por definición, este tipo de razonamiento es propio de las ciencias puras y aplicadas, pero ha sido adoptado desde hace décadas por el pensamiento económico que, más aún, considera que es ciencia en la medida que emplea herramientas y metodologías cuantificables.
“El tecnócrata en México ha sido considerado desde varios puntos de vista. Entre las características más importantes utilizadas para diferenciar al tecnócrata de su contraparte política en la administración pública se cuentan su educación, su currículum profesional, sus medios de reclutamiento y su fuente de influencia”, comenta Roderic Ai Camp en un ensayo titulado El tecnócrata en México.
El momento de mayor apogeo del debate de la tecnocracia en México se dio durante las décadas de los 80 y 90, cuando un grupo de personas con trayectorias en el sector económico y financiero del gobierno integraron la totalidad del gabinete federal, señala por su parte el académico Cristopher Ballinas Valdés.
“A inicio de la década de los 80 se dio un férreo debate sobre el siguiente estadio que debería de desarrollar la nación mexicana. Los burócratas de diversos sectores del gobierno se enfrascaron en un férreo debate sobre el proyecto de nación que debía constituirse. A la postre, aquellos que preferían el libre comercio y el liberalismo político se impondrían sobre aquellos que buscaban un modelo de desarrollo basado en el estado y la tradicional nacionalista”, escriben Carlos Tello Macías y Rolando Cordera Campos en su libro México: La disputa por la nación.
En ese aspecto, la tecnocracia suele relacionarse especialmente con el pensamiento capitalista y el libre mercado. Pues defiende el papel del empresario preparado y técnico como figura recomendable en tareas de gestión y organización. Siempre, frente a otros perfiles más enfocados a la filosofía, la cultura o la intelectualidad.