El Grito de Independencia de este 2022 estuvo marcado por las frases añadidas del presidente Andrés Manuel López Obrador en contra de la corrupción, el clasismo y el racismo.
Pero, ¿de dónde surge la tradición de las arengas las noches del 15 de septiembre?
Todo comenzó en septiembre de 1810. Miguel Hidalgo se paró enfrente de la parroquia, con la gente reunida en el atrio, y les dijo: “Señores, somos perdidos; los franceses ya conquistaron España y vienen a conquistarnos a nosotros. Se acabó la opresión, se acabaron los tributos, se acabaron las gabelas y voy a pagarle medio peso a los que me acompañen a pie y un peso al día a los que me acompañen a caballo”.
Según los primeros testimonios recabados, ese fue el grito o llamado original, ahora modificado y nombrado de Independencia. Los cambios en la arenga, al igual que en la celebración, se han ido transformando hasta llegar a convertirse en una tradición con un origen menos fastuoso, explicó el investigador del Instituto de Investigaciones Históricas, Alfredo Ávila Rueda, para UNAM Global.
El primero tuvo pocas palabras, con el tiempo se sumaron el conjunto de sucesos acontecidos en el recorrido del cura Hidalgo realizado de la salida de Dolores a San Miguel.
Cuando llega al santuario de Atotonilco toma el estandarte de Guadalupe y ahí es cuando dice: ¡viva la virgen de Guadalupe! Cuando llega a San Miguel agregó: ¡viva San Miguel Arcángel! De lo que podemos estar seguros es que no hubo ¡viva México! porque se encontraban en Guanajuato y no se veía a todo el país como México, afirma el investigador.
Con el paso del tiempo y después de la Revolución mexicana se empezó a aumentar la lista de los “vivas”. Con Porfirio Díaz era vivan Hidalgo y Allende; más adelante añadieron a Morelos, Vicente Guerrero y después, inclusive, a Madero, la democracia, a las mujeres y a los hombres, abunda el experto.
Durante la Revolución francesa se decía que un panadero, en el momento de la toma de la Bastilla, llevaba una tea ardiendo e incendió la puerta. Ese tipo de tradiciones estaban en el mundo y fue Carlos María de Bustamante quien divulgó la popular historia. Eso lo escribió después de 10 años, no es un testimonio confiable porque hay otras versiones así en el orbe.
Lo que sí sucedió, relata Ávila Rueda, es que había varios como el Pípila, que eran trabajadores de las minas y se unieron a Miguel Hidalgo. Ellos estaban enojados porque en la alhóndiga se encerraron las familias más ricas para protegerse y dejaron a la ciudad a su suerte, lo que causó descontento. Ahí está el origen de la tradición y su objetivo es resaltar y buscar ejemplos depatriotismo.
De acuerdo con el experto, no hay “Padres de la Patria” históricos, también es una tradición que se construye a lo largo del tiempo. Nadie es “Padre de la Patria” por lo que hace, sino por lo que otros piensan de él.
El investigador añade: sin duda Agustín de Iturbide fue el que consiguió la Independencia, aunque fue un militar ambicioso y corrupto, además no era una persona admirable en varios aspectos, al igual que Miguel Hidalgo, quien en el momento que se levantó en armas “perdió el piso” el hacerse llamar “su alteza serenísima”. Por ello, lo primero que hizo fue liberar a los presos y les ordenó que asesinaran a los españoles; así que no eran personas de admirarse.
Estas tradiciones y celebraciones –que se realizan en México y otras partes del mundo– son recursos pedagógicos para generar identidades nacionales y fomentar el nacionalismo; al mismo tiempo pueden tener intenciones inmediatas. Si la situación no va bien en un gobierno, se puede apelar al nacionalismo para reafirmar al presidente como el líder de la nación mexicana, concluye el historiador.
Con información de UNAM Global