A las activistas les preocupa la militarización del país, la presencia de miembros del Ejército en las calles, sobre todo ahora que su participación podría continuar hasta al menos 2029, si se aprobara la propuesta del PRI sobre la participación del Ejército en labores de seguridad pública, y ahora que ya es oficial que la Guardia Nacional, que sería civil, está bajo el mando de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
Esto debido a los altos índices de violencia, a la retórica sobre seguridad y paz del gobierno y a problemas como el racismo y la violencia contra las mujeres, que pueden agravarse por las violaciones a derechos humanos por parte de militares y por la presencia de armas en el país.
Apenas el 9 de septiembre, se hizo oficial la incorporación de la Guardia Nacional a la Secrertaría de la Defensa Nacional (Sedena), dependencia que ahora podrá ejercer el control operativo y administrativo del que antes fuera un cuerpo de seguridad civil.
“Este tipo de medidas, al contrario de mitigar la violencia hacia las mujeres, hacia personas migrantes, hacia personas empobrecidas o racializadas, al contrario, aumentan estas violencias”, apuntó Valeria de Afrochingonas.
Afrochingonas es un podcast dirigido por tres mujeres negras, basado en la Ciudad de México, donde hablan sobre diversas temas de coyuntura. Entre ellas se encuentran Valeria y Marbella, ambas entrevistadas por El Financiero.
Estas fueron algunas de las reflexiones y principales preocupaciones de las activistas sobre militares en tareas de seguridad pública, racismo y violencia contra las mujeres.
La violencia contra mujeres racializadas
“Aumentar la presencia de militares y policías en las calles implica una mayor violencia para todas esas corporalidades no hegemónicas. No únicamente a mujeres, y cuando hablamos de mujeres debemos preguntarnos: ¿qué tipo de mujeres están siendo afectadas? Porque estas violencias no son contra todas las mujeres, sino contra aquellas que en sus experiencias están atravesadas por condiciones de raza y clase”. apuntó Valeria de Afrochingonas.
Con la declaración de la guerra contra el narco en 2006 y el despliegue militar que vino con ello, ha habido un aumento y un cambio en el que se comenten asesinatos contra mujeres, reportaron Intersecta y Data Cívica en su estudio de 2020. Esto se debe a la subida en enfrentamientos de la Sedena con supuestos grupos delictivos, hecho que ha desencadenado el alza de homicidios en la vía pública y con arma de fuego, apunta el estudio.
Para la activista, los hombres racializados también están en la primera línea de las personas que son impactadas por este tipo de violencia.
La violencia de este tipo es sexualizada, puntualizó Valeria: “No solamente tiene que ver justo con las armas directamente (asesinatos por armas de fuego), sino que son las armas utilizadas, o pueden ser utilizadas, para someter de formas sexuales a las mujeres. Y esto nos preocupa bastante”.
A principios de los años 2000, tres de cada 10 mujeres eran asesinadas con armas de fuego. Pero actualmente, la cifra sube a seis de cada 10, según Intersecta y Data Cívica.
Además, la activista de Afrochingonas añadió que si bien no se cuenta con datos desagregados de violencia armada contra mujeres racializadas, es claro contra quienes suceden estas violencias. “Tampoco necesitamos mil datos para decirlo, sabemos que una mujer privilegiada nunca va a ser expuesta al peligro de las armas, nunca va a tener que migrar, atravesar México sin documentos”.
La violencia contra personas migrantes
Además, preocupa que la migración sea considerada un problema de seguridad pública por parte de esta administración, pues esta es gestionada mediante la Guardia Nacional y otras fuerzas armadas, reflexionaron las activistas.
Con López Obrador, la estrategia central del plan migratorio fue blindar las fronteras sur y norte con guardias nacionales, marinos y militares, con el fin de contener el paso de personas centroamericanas, principalmente, hacia Estados Unidos.
El cerco militar se ha fortalecido con el paso de los años, pese a las quejas emitidas por organismos internacionales. En 2019, la Sedena tenía un despliegue de 8 mil 715 elementos en ambas fronteras, pero para abril de este 2022, el número subió a 28 mil 542, de acuerdo con informes de Bajo la Bota.
Bajo la Bota también destaca la detención de 100 mil 64 mujeres migrantes (32 mil de ellas menores de edad) en México, solo en 2021, citando datos de migración de la Secretaría de Gobernación. Sin embargo, destaca, no hay dados certeros sobre el destino de las mujeres migrantes, aunque se señala que muchas de ellas son deportadas.
Seguridad para alcanzar la paz... pero con violencia
El gobierno de México ha adoptado una argumentación sobre la seguridad, pero por medio de mensajes sobre que se busca alcanzar la paz. Sin embargo, esta promoción por la paz viene acompañada de militares y armas, apuntan Valeria y Marbella.
Tener a los militares en las calles es parte de la misma retórica de seguridad que busca reforzar una construcción nacionalista, dijo Marbella de Afrochingonas. Recordó que tan solo en los festejos del 16 de septiembre de este año, las personas en las calles cercanas al desfile militar se acercaban a los militares, a fotografiarse con ellos “como si fueran famosos o influencers”, e incluso los y las ciudadanas se tomaban fotos con armas prestadas por ellos.
“Y es una forma en que la militarización puede entrar, (en el imaginario), ¿no? La gente de alguna manera se siente, no sé si identificada, pero por lo menos respaldada (...) Esta idea tan implantada que existe del nacionalismo se refuerza a través de lo militar”, puntualizó Marbella.
Valeria también consideró que existe una labor o campaña ideológica con la que el Estado intenta vender la imagen de que los militares son una institución buena, siempre buena y con buenas intenciones.
Asimismo, preocupa que México vaya hacia un camino como el que tomó Colombia, que tiene alrededor de 40 años de guerra contra las drogas, una guerra que ha dejado sobre todo muertos civiles, apuntó Valeria.
Imaginar otro camino que no sea la militarización
Definitivamente, es necesario imaginar otro camino que no sea la militarización para, poco a poco, ir erradicando la violencia, señala Afrochingonas.
Si se piensa en militares y policías, desde el abolicionismo carcelario, el primer entendimiento es que vivimos en un sistema ya establecido, con cárceles. Y las personas que cometen faltas, que cometen delitos, ¿qué hacemos con ellas?, se cuestionan.
“Las personas que cometen algún tipo de falta no es que lo cometan porque haya un gen de la maldad, sino porque hay todo un sistema económico que produce esa criminalidad, creo que no hemos logrado entender cómo funciona esta serie de desigualdades que al final derivan en que un sujeto decida robar o decidarse al narcotráfico, o incluso que decida matar a su pareja”, reflexionó Valeria.
“Desde el abolicionismo carcelario, por ejemplo (se teoriza sobre que) hay una forma de evitar que las cárceles no existan y es que, por ejemplo, los propuestos para los policías, para los militares, se inviertan en escuelas de educación pública, en salud integral física y salud mental”, explicó.
Y recordó la campaña en Estados Unidos, tras el asesinato de George Floyd por parte de policías, el surgimiento posterior del lema “Defund the police” (Quitar los fondos o recursos para las policías).
“Necesitamos invertir en estos aspectos (educación, salud y otros) para dejar de crear este tipo de violencias”, acotó Valeria.