El Día de la Raza, que se conmemora cada año el 12 de octubre, relata la navegación y exploración del continente americano por Cristóbal Colón y su tripulación en 1492. También recuerda la creación de una nueva identidad cultural y social, producto del encuentro entre los pueblos indígenas de América y los europeos.
Por ello, este día recordamos quiénes son Rodrigo de Triana y Anacaona, personajes clave en el descubrimiento de América.
Rodrigo de Triana, el marinero que vio tierra antes que Colón
El sevillano Rodrigo de Triana, al parecer su verdadero nombre era Juan Rodríguez Bermejo, participó como marinero en el primer viaje de Colón. Formaba parte de la tripulación de la carabela Pinta, capitaneada por Martín Alonso Pinzón, que era más rápida que la nao Santa María, capitaneada por Cristóbal Colón, y la carabela Niña, capitaneada por Vicente Yáñez Pinzón.
El caso del marinero fue excepcional, pues es uno de los pocos tripulantes del viaje de 1492 que, fuera de los nombres reflejados en la limitada lista que se conocen en la historia, aparece plasmado en documentación “oficial”.
Según la tradición, fue quien, en la madrugada del 12 de octubre de 1492, gritó “¡tierra!” desde el palo mayor de la Pinta.
Triana no fue el primero en verla, ya que Cristóbal Colón aseguró haber divisado una luz la noche del 11 de octubre y tierra al día siguiente. Por ello, reclamó haber sido el primero en ver tierra y por lo tanto tener derecho a cobrar los 10 mil maravedís prometidos por los Reyes Católicos en recompensa por las albricias.
El descubridor se justificó diciendo que a las 10 de la noche del 11 de octubre, estando en el castillo de popa de la Santa María, vio “lumbre”, pero le pareció algo confuso, por lo que decidió no dar el aviso convenido sin asegurarse.
No obstante, quien ha pasado a la historia como aquel que dio el aviso del descubrimiento del “nuevo mundo” fue el marinero sevillano. Lo que Rodrigo de Triana había avistado era la pequeña isla Guanahani, en el archipiélago de las Lucayas (Bahamas), llamada por Cristóbal Colón como San Salvador por ser la primera tierra divisada tras el duro viaje que supuso atravesar el desconocido Atlántico.
Anacaona, la princesa que murió en manos de españoles
Haciéndole honor a su nombre, que significa “flor de oro”, Anacaona fue una princesa taína bella y poderosa.
Esta reina taína nació en 1460 en la isla de La Española. Estuvo casada con el cacique de la Maguana Canoabo, y, por tanto, presenció los enfrentamientos directos entre indios y españoles.
Bartolomé de las Casas definía a Anacaona como “una notable mujer, muy prudente, muy graciosa y palanciana en sus hablas, artes, meneos y amicísima de los cristianos”.
Sin embargo, tras la muerte de su esposo Caonabo, se fue a vivir con su hermano el cacique de Jaraguá, Behequio, en cuyo gobierno tuvo gran influencia. Según la historia, Anacaona convenció a su hermano que, enseñado con el ejemplo de su marido, tratara bien a los cristianos.
Además, la princesa persuadió a su hermano de pagarle un tributo y reconocer la soberanía de los reyes de España. La convivencia entre los dos hermanos y Colón fue pacífica. Incluso éste los invitó una ocasión a uno de sus barcos para darles un recorrido que dejó a los taínos maravillados.
En 1502, cuando falleció Bohechío, hermano de la princesa, ésta asumió el liderazgo de Jaragua, en medio de un ambiente de tensión entre los diversos caciques con los conquistadores.
La tensión era tanta que llegaron rumores de una posible sublevación hasta los oídos del nuevo gobernador de las Indias, el comendador de Lares frey Nicolás de Ovando. Según rumores, Anacaona era una de las principales instigadoras de este movimiento que pretendía rebelarse a los españoles. Por ello, Ovando partió rumbo a Jaragua.
La cacique no tenía en mente otro plan más que mantener la paz con los conquistadores, pese a los abusos que cometían en contra de su pueblo. Cuando se enteró de que el gobernador de las Indias iría a verla, preparó un gran recibimiento para este personaje.
Cuando Ovando llegó a Jaragua, fue recibido con honores y una gran celebración. Los españoles quisieron pagar con la misma moneda y pidieron a los caciques y otros líderes reunirse con ellos en una casa de madera. Los taínos accedieron sin saber que todo era una trampa: fueron encerrados y quemados vivos.
Al mismo tiempo, hubo una matanza de taínos, que incluyó la muerte de niños. A este episodio se le conoce como la Masacre de Jaragua. Anacaona fue atrapada y llevada a la isla de Santo Domingo, donde murió en la horca.