La transición del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) al IMSS-Bienestar arranca en medio del caos, “sin rumbo, sin directriz, sin normas, sin personal ni infraestructura suficientes, con dudas”, advierte una investigación del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
En su primera revisión de la nueva modalidad del IMSS-Bienestar, titulada Estudio sobre el derecho a la salud 2023: un análisis cualitativo, en el que, con base en entrevistas al personal médico y pacientes de los estados, revisa “la federalización de los servicios estatales de salud a través del IMSS-Bienestar”, concluye que hay “obstáculos que encara la población sin seguridad social para hacer efectivo su derecho a la salud”.
“El nuevo modelo genera preocupación en las entidades federativas sobre una pérdida de eficiencia ante la centralización de las funciones, dadas las externalidades que enfrentan los estados y la velocidad de respuesta que a veces requieren las contingencias sanitarias”, observa en su análisis.
Subraya que “las funciones que deberán desempeñar las autoridades estatales deben reforzarse y detallarse para ampliar la claridad y certidumbre en las entidades, particularmente en la transición y coordinación hacia el nuevo modelo”.
Como muestra, en su investigación de campo expone un testimonio del personal médico que afirma: “Nos afecta a nosotros también en los estados, sin saber a ciencia cierta cuál es el rumbo que vamos a seguir, hacia dónde vamos. Se habla de esta federalización de los servicios, se acaba de publicar el modelo de salud, el MAS Bienestar, y ahí fija muy bien la rectoría de la Secretaría de Salud y esta nueva organización del sistema (…), pero sin una definición federal que diga ‘éste es el modelo, esto va a ser la coordinación, así nos estamos organizando…’”.
Otro indica que “conocemos muy poco; creo que nosotros lo que más sabemos es lo que se publica en redes, lo que observamos en las videoconferencias donde está el doctor (Jorge) Alcocer con Zoé (Robledo) y esta parte de estructura que se está empezando a implementar”.
La conclusión del Coneval destaca que “respecto a la incertidumbre que ha causado la reforma, las personas entrevistadas señalan que la principal confusión deriva sobre cómo va a operar el modelo de atención a la salud, lo cual podría estar asociado a los mecanismos de comunicación que existen entre la Secretaría de Salud y las entidades”.
Además, “se ha detectado que la estructura organizacional que plantea el modelo no empata con las necesidades reales en los hospitales. El nuevo modelo desaparece puestos como jefe jurisdiccional, jefes de programas y coordinadores de enfermería, que cumplen un papel esencial… En una entidad señalan que con la nueva estrategia se desaparecen al menos siete puestos con presencia en todos los turnos”.
En otra parte de su investigación –indica– “el análisis consideró 81 entrevistas a personas usuarias de servicios de salud, 36 de ellas (44.4%) que acuden a instituciones públicas de salud y las restantes 45 (55.6%) fueron atendidas en establecimientos del ámbito privado. Por otro lado, se realizaron 43 entrevistas a personas funcionarias”.
El nuevo modelo de salud tiene un doble reto, al plantear el Coneval que, de acuerdo con estudios de 2021 y 2022 y debido a la pandemia del covid-19, la carencia de acceso a los servicios de salud a nivel nacional pasó de 16.2 % en 2018 a 28.2 % en 2020; las consultas en comunidades remotas disminuyeron de 2.3 millones en 2018 a 1.2 millones en 2021; las farmacias con consultorios aumentaron 35% en 2021 respecto a 2016; la tasa de mortalidad por diabetes aumentó 50% de 2012 a 2021, al pasar de 72.7 a 109.1 muertes por cada 100 mil habitantes; en 2018 el ISSSTE surtía 92% de medicamentos, en 2021, sólo 80.4 %; el IMSS pasó de surtir 88.9% de las recetas a 72%.