El ajolote, el anfibio más característico de la zona lacustre de Ciudad de México, Xochimilco, está cada vez más cerca de la extinción y por ello la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) lanzó esta semana una nueva campaña para intentar salvarlo pidiendo a la sociedad que adopte uno.
“Adoptaxolotl”, claman los ecologistas en las redes recuperando la grafía náhuatl ‘axolotl’ que significa ‘monstruo del agua’.
La adopción virtual, por 30 dólares, incluye actualizaciones en directo sobre la salud de ‘tu ajolote’ y un certificado. Para presupuestos más escasos, por 10 dólares puedes invitar a “cenar” unos ricos gusanos de fango a esta especie de salamandra cuya cabeza recuerda a la de un simpático dragón.
Los más pudientes pueden financiar por un año “la casa de un ajolote”, es decir, una chinampa, las balsas de tierra de origen prehispánico rodeadas de canales que sirven para el cultivo de hortalizas y flores y que se pueden convertir en refugios de esta especie.
La densidad de población de los ajolotes en Xochimilco cayó en menos de 20 años de 6 mil ejemplares por kilómetro cuadrado en 1998 a 36 por kilómetro cuadrado en 2014 y la situación “va a peor”, afirmó Luis Zambrano, del instituto de Biología de la UNAM y uno de los promotores de la iniciativa.
¿Cuál es la situación del ajolote en México?
De las 18 especies de ajolote que hay en México, casi todas están en peligro crítico de extinción, amenazadas por la contaminación del agua, hongos y especies no autóctonas que nadan en su hábitat y los desplazan.
Se han convertido en un icono cultural en México por su aspecto único y su extraña capacidad para regenerar extremidades. En laboratorios de todo el mundo, los científicos creen que este poder curativo podría ser el secreto de la reparación de tejidos e incluso de curas para el cáncer.
Recientemente “se encontró huella genética del ajolote (en los canales) pero estamos mucho más cerca de extinción”, alertó. Los académicos confían en poder iniciar un nuevo censo a partir de marzo de 2024 para ver realmente en qué punto está la población.
El año pasado la campaña logró recaudar unos 25 mil dólares, cifra que esperan duplicar ahora, pero se necesita mucho más dinero para proteger a este anfibio.
El investigador subrayó que la campaña de recaudación de fondos surgió para contrarrestar los recortes de presupuesto que han tenido este tipo de proyectos y también para involucrar a la sociedad.
No sólo para que apoyen el medio ambiente, sino para que lo defiendan y alcen la voz cuando las autoridades quieran perjudicarlo.
“Ya no hay tiempo para Xochimilco”, dijo Zambrano. “La invasión es muy fuerte, canchas de fútbol, antros flotantes” por toda la zona lacustre. “Es muy triste”.
¿Cómo se protege al ajolote en México?
Hay 40 refugios para el ajolote en Xochimilco, que suponen menos de un 1 por ciento de la superficie de canales. “Se necesitan 400 y ligados entre ellos para que los ajolotes se puedan mover”, indicó Zambrano.
Y eso significa conseguir unos 30 millones de dólares, una cantidad menor de la que las autoridades se gastaron en la construcción de un polémico puente que cruzó este barrio y que fue fuertemente criticado por los ecologistas por los daños ambientales que supuso.
Sin datos sobre el número y la distribución de las distintas especies de ajolotes en México, es difícil saber cuánto les queda a estas criaturas y dónde priorizar los recursos disponibles.
“Lo que sé es que tenemos que trabajar urgentemente”, afirmó Alejandro Calzada, otro investigador especializado en el estudio de esta criatura.
Su equipo, por ejemplo, cada vez encuentra más ejemplares muertos por un tipo de hongo que se come la piel y provoca una gran mortalidad de anfibios desde Europa hasta Australia.
Los ajolotes crecen hasta 30 centímetros de largo y utilizan cuatro piernas para arrastrarse y una cola gruesa para nadar en los canales mientras se alimentan de insectos acuáticos, peces pequeños y crustáceos.
En el pasado, los programas gubernamentales para su conservación se han centrado sobre todo en la especie más popular: el ajolote mexicano, que se encuentra en Xochimilco. Pero hay otras especies en todo el país, desde los diminutos arroyos del valle de México hasta el desierto del norte de Sonora.
Mientras los académicos dependen de las donaciones y el equipo de Calzada recurre a un cuerpo de voluntarios, el gobierno mexicano ha aprobado recientemente un recorte del 11 por ciento en la financiación de la Secretaría de Medio Ambiente.
A lo largo de su sexenio, la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador ha destinado un 35% menos de dinero a ese departamento que su predecesor.