Mil kilómetros hasta México y 10 mil dólares hasta Estados Unidos es el "muro" más grande que existe para un centroamericano que busca escapar de la violencia, la pobreza, el hambre, el miedo y la muerte.
Se puede salir por cuenta propia, en camiones de pasaje y luego viajar en el techo de un tren, o se puede ir de la mano de un traficante de personas que llevará al migrante en carros y tráileres, durmiendo en hoteles y casas de seguridad.
Por la segunda opción, es probable que el pollero sea recomendado por un familiar en Estados Unidos.
El traficante hará llegar a la persona en menos de tres días desde Honduras hasta la frontera de México. Ahí, en Frontera Corozal, Chiapas, entregarán al migrante a traficantes mexicanos.
En carros pequeños, para no llamar la atención, y con la complicidad de autoridades, pasarán por Palenque hasta llegar a Villahermosa.
Después de uno o dos días en una casa de seguridad, se viajará de nuevo por carretera, ahora en la caja seca remolcada por un tráiler; se tomará la llamada ruta del Golfo.
En México se gastará la mayoría del dinero que se juntó para el viaje, pues para cruzar se deben desembolsar 5 mil dólares: con ello se paga el transporte, la alimentación y el hospedaje que brindará "la guía".
Sin embargo, es difícil garantizar que no dejen abandonada la persona o que en el tráiler el aire comience a faltar. Son los riesgos que enfrenta todo migrante traficado.
Si se viaja a su suerte sobre La Bestia, será por falta de dinero. Quizás el migrante habrá salido de su hogar con tres mil pesos mexicanos y sólo llegará a la frontera de Guatemala con México, y de ahí dependerá de la benevolencia de extraños.