ALMOLOYA DE JUÁREZ. Es un esqueleto de tabiques y varillas perdido prácticamente entre la nada. Al fondo sobresale el penal de máxima seguridad del Altiplano. Entre ese complejo y esta casa-bodegón en obra negra se cavó un túnel de kilómetro y medio por el cual hace unas horas se fugó Joaquín El Chapo Guzmán.
La colonia Santa Juanita está habitada sólo por unos 50 pobladores. Bueno, menos los tres veladores, vigías o albañiles que vivieron en esta casa de seguridad hasta la noche del sábado.
Llovió fuerte en la noche, así lo revela el camino de terracería que inicia en una curva de la carretera que va del centro de Almoloya de Juárez al penal de máxima seguridad, pero también lo confirma un guardia de esa prisión, quien también se acerca a comentar que "ese túnel no se construyó en un año".
Una camioneta del Ejército bloquea el acceso a la casa-galerón. El recorrido que permite hacer personal de la PGR es de cinco minutos. La casa se ubica del lado izquierdo, viéndola de frente. De altura mide dos metros y medio y de largo unos cinco metros.
El galerón es un poco más alto porque ahí se construyó un techo de lámina de un metro. Ahí, en la bodega, está el hoyo por el cual salió El Chapo para concretar su segunda fuga de una cárcel de máxima seguridad.
Entre la casa y la bodega hay un pequeño espacio, en el fondo sobresale una lavadora vieja; a unos pasos de esa máquina está la entrada a los cuartos.
"Un baño, tres camas con sábanas y cobijas, un refrigerador, una pequeña cocina y una mesa en la cual se encontraron tres sándwiches hechos horas antes", detalla un elemento de la PGR.
Por fuera, entre el gris profundo de los tabiques, resaltan tres ventanales frontales y cuatro del lado derecho de la vivienda, todos de persianas horizontales. Cuelgan tristes dos macetas con plantas secas y una serie de foquitos inservibles; un tanque de gas de 30 litros es el último detalle en el lado derecho.
En la parte de atrás de la vivienda hay otro tanque de gas de 30 litros y un calentador; abajo, dos coladeras pestilentes.
Por uno de los huecos de la bodega resaltan varillas enrolladas de metal ya oxidadas y, al frente, dos contenedores de agua. Frente a este complejo también hay una barda perimetral de unos cien metros, también de tabique. Alrededor de ello, la nada, sólo pastizales y más pastizales.
En una tiendita afuera del penal, un señor se queja amargamente de las innumerables visitas de inspectores que le piden las licencias de construcción. "Uno no puede construir nada sin que le saquen y saquen dinero". Pero esa casa se construyó sin licencia aparente y se obró por meses, sin que nadie escuchara nada.