Caminas por la calle rumbo al trabajo. Son apenas las 11 de la mañana y el sol brilla en toda su intensidad. De pronto miras a una persona y una parte de su rostro desaparece. Un ojo, su boca o la nariz se convierten en un punto ciego.
Respiras y sigues caminando. Comienzas a sentir un sudor frío en las manos. No has caminado más de dos cuadras y detectas algo más: hay un pequeño círculo de luz cada vez que fijas tu vista en algún punto. La luz va creciendo, te impide ver por dónde caminas. Por inercia sigues moviendo los pies.
Han pasado menos de cinco minutos y ese punto luminoso se convierte, poco a poco, en un látigo parpadeante parecido a la estática de un televisor, pero en forma de una víbora que avanza hacia un costado de tu vista.
En las siguientes horas llegarán otros síntomas como náuseas y hormigueo en los brazos, en el rostro, en la lengua. Estar en un lugar ruidoso o muy iluminado se convertirá en un martirio.
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Después, el peor síntoma de todos se manifiesta: un opresivo y creciente dolor de un lado de la cabeza. En algún punto querrás estrellarla contra la pared para hacer que pare el dolor. Comienzas a ponerte sensible y, entre el llanto, te quedas dormido. Con unas horas de sueño todo habrá pasado.
Este cuadro clínico describe sólo algunos de los síntomas de una de las enfermedades neurológicas más comunes y antiguas en el mundo: la migraña, que es conocida desde el siglo VII a. C., cuando se creía que ese dolor de cabeza era causado por demonios.
Sin embargo, las investigaciones realizadas desde esa época hasta la actualidad han logrado definir la migraña como una cefalea primaria, es decir, que no se presenta como consecuencia de otra enfermedad. Es muy común, pero también incapacitante.
La migraña tiene una alta prevalencia, ya que afecta actualmente a 14 por ciento de la población mexicana, según datos de la Secretaría de Salud. Sin embargo, existe un alto porcentaje de personas que padecen migraña y no han sido contabilizadas en las cifras debido a que no son atendidas en institutos especializados o de tercer nivel.
Existen migrañas de dos tipos fundamentales: sin aura, que es un síndrome clínico caracterizado sólo por una intensa cefalea; y con aura, en la que, además del dolor de cabeza, se presentan síntomas neurológicos focales transitorios.
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MÁS QUE UN SIMPLE DOLOR DE CABEZA
Pero, ¿qué pasa dentro del cerebro de un paciente cuando comienza un ataque de migraña? ¿Por qué se conecta con sentidos como la vista, el oído, el tacto?
Pese a que la ciencia ha dedicado muchos años de estudio a este tema, la causa de esta enfermedad se desconoce. Sin embargo, se ha asociado con alteraciones en el flujo sanguíneo cerebral debido a diferentes genes y moléculas, dando lugar a múltiples teorías para explicar su origen.
El mecanismo fisiopatológico básico, es decir, el proceso para explicar por qué se originan las auras tiene su origen en la depresión cortical propagada.
El doctor Daniel San Juan Orta, quien es jefe del Departamento de Investigación Clínica del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez, explicó que este término puede compararse con el ejemplo de un tsunami o una onda dentro de una alberca.
Asimismo, si esta "onda" sigue avanzando y llega hasta la mitad del cerebro, entonces además de síntomas visuales, dependiendo de la zona donde va pasando, pueden presentarse alteraciones del oído, de la sensibilidad e incluso de la fuerza.
"Eso explica las auras y cómo se van manifestando. Cuando se dilatan las arterias duele, porque el cerebro en sí no duele, lo que duele es que se distiendan las demás estructuras", señaló.
DEPRESIÓN Y MIGRAÑAS, DUPLA DESTRUCTIVA
Los ataques de migraña con aura de la paciente Lorena Estrada se incrementaron a finales del año pasado. Aunque desde los 12 años padecía estas crisis, nunca tuvo una consulta con un especialista porque, asegura, aprendió a acostumbrarse.
Sin embargo, desde finales de 2016 hasta febrero de 2017, registró hasta seis crisis cada 20 días. Y, según relata, durante ese lapso notó que se sentía triste, ansiosa, desesperada y angustiada.
De acuerdo con el doctor Fernando Zermeño Pöhls, encargado de la Clínica de Cefalea del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez, lo que le sucedió a Lorena es algo común entre las personas que padecen esta enfermedad, ya que los ataques de migraña pueden llegar a tener comorbilidad con otras enfermedades, es decir, que además de migraña, es común que se presenten otras afecciones. Las dos principales son trastorno depresivo mayor y epilepsia.
"Cuando dos enfermedades o problemas coexisten en un paciente más que al azar se llama comorbilidad. La migraña tiene muchas comorbilidades y entre ellas está el trastorno depresivo o de ansiedad. Es decir, se juntan más que al azar. Epilepsia también o trastornos del sueño. Con la que más se ha visto es con el trastorno depresivo mayor, por lo que se usan los antidepresivos, y al disminuir el trastorno depresivo, disminuyen las migrañas y la ansiedad también", detalló.
Para Lorena, este estado de salud físico, mental y emocional afectó su desempeño laboral e incluso, cuando las crisis estaban en su peor momento, tuvo que fingir en su trabajo que tomaría días de vacaciones, porque pensó que no tenía una razón válida para presentar una incapacidad.
Semanas después acudió a consulta con un neurólogo y comenzó un tratamiento preventivo de migraña con topiramato, un antiepiléptico.
El doctor Zermeño señala que, en su experiencia como médico e investigador, en el ámbito laboral, mucha gente que nunca ha padecido migraña no puede imaginarse el nivel de dolor que se siente durante una crisis.
A nivel mundial, ese bajo rendimiento se traduce en pérdidas económicas, pues de acuerdo con un estudio mundial de costo de enfermedad realizado en 2010, la migraña fue la tercera enfermedad más común y ocupó la décimo séptima posición como causa de discapacidad a nivel mundial, de acuerdo con el Comité de Clasificación de Cefaleas de la International Headache Society.
Sin embargo, los investigadores coinciden en que elementos cruciales para el manejo preventivo de la migraña incluyen un programa de educación y orientación al paciente para evitar los factores que desencadenan los ataques, monitoreo diario de la frecuencia de los ataques, evaluaciones de la calidad de vida y la aplicación de terapias no farmacológicas, en las que se incluyen: terapias de relajamiento, terapias cognitivo-conductuales, etcétera.