CHILPANCINGO.- El obispo de la Diócesis Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, reveló que está trabajando en un "experimento" social para devolverle la paz a Chilapa de Álvarez.
Detalló que, en su calidad de líder religioso, mantiene comunicación con los dos grupos delictivos que operan en esa zona, y que han dejado decenas de hogares enlutados en sus enfrentamientos por el liderazgo de la ruta.
El representante católico sostuvo que uno de los jefes criminales le dijo que esta de acuerdo en colaborar para restablecer la paz. "Puedo decir abiertamente que a mí me admira sobremanera uno de estos capos. Él está pidiendo que Chilapa sea una ciudad abierta, que puedan entrar, que puedan salir, que en Chilapa no haya levantones, que en Chilapa no haya cobro de piso, que en Chilapa no haya asesinatos. Si así lo está pidiendo un narcotraficante, ¿por qué no secundar esos esfuerzos?", cuestionó el polémico líder religioso.
Comentó que esa labor en Chilapa es distinta a la que realiza en la Sierra, donde también ha dicho que se reúne con líderes de carteles para abatir los enfrentamientos y los homicidios dolosos.
Adelantó que si las tareas de pacificación que lleva a cabo en Chilapa funcionan, podría llevarlas a otras regiones. "Si nos sale el experimento de Chilapa, pudiéramos emplearlo tanto en la Sierra como en la región centro", señaló.
Hace tres años que llegó Rangel a Guerrero
Este mes, Rangel Mendoza cumplirá tres años de su llegada a la diócesis, periodo que el mismo prelado ha calificado como "bastante difícil", debido a la operación de grupos criminales y policías comunitarias vinculadas, así como los enfrentamientos que ello provoca.
Aseguró que a lo largo de este tiempo ha visitado todas las parroquias, incluso las ubicadas en las comunidades más alejadas, marginadas y peligrosas, desde la sierra hasta la Montaña, lo que le ha permitido conocer de cerca a su feligresía y establecer comunicación con al menos seis cárteles.
Como parte de las acciones para restablecer la paz, se encuentra la construcción de nuevas parroquias en zonas de alta violencia, como Filo de Caballos, comunidad ubicada en la sierra del municipio de Leonardo Bravo, donde tres sacerdotes "están haciendo un trabajo excelente".
Otra es la parroquia de Tlanicuilulco, poblado ubicado en el municipio de Quechultenango, bastión del cártel Los Ardillos. Su próximo objetivo es la comunidad indígena de Mexcalzingo, en el municipio de Chilapa de Álvarez.