CIUDAD DE MÉXICO.- "¿De dónde salen tantos?", se preguntaba un mando de la Marina durante un cruento enfrentamiento armado en Tamaulipas registrado en 2011. Hora tras hora, nuevos sicarios arribaban a bordo de motonetas a las afueras de Nuevo Laredo para reemplazar a sus compañeros caídos en la línea del frente, en una carretera cercana a la ciudad fronteriza. La batalla, una de las más duras en la que se hayan trabado tropas del cártel del Golfo y la Armada, duró 14 horas y se tuvo que zanjar con el uso de aeronaves artilladas.
Años después, el Banco Mundial ha determinado cómo se nutrieron de soldados de a pie los cárteles de la droga en el sexenio de Felipe Calderón: para plantar cara al Estado y sostener batallas como la mencionada, organizaciones como Los Zetas y los cárteles del Golfo, Sinaloa y Juárez reclutaron a miles de ninis expulsados por el sistema educativo y laboral en entidades fronterizas con Estados Unidos.
Esa la conclusión a la que llega una investigación del organismo multilateral, que analizó por primera vez las variables macroeconómicas detrás de la guerra del narco y la forma en que miles de jóvenes que ni estudiaban ni trabajaban, de Tijuana a Matamoros, fueron usados y literalmente devorados por los cárteles de la droga.
Para el Banco Mundial, esos muchachos de entre 15 y 24 años fueron carne de cañón. "Nuestros resultados indican que (…) entre 2007 y 2013, la presencia de ninis en ciudades fronterizas se correlaciona significativamente con mayores tasas de homicidio", concluyó el Banco en el estudio Juventud ociosa en México.
La estadística es directa: "De acuerdo con nuestros resultados, un incremento de un punto porcentual en la presencia de ninis en un estado fronterizo (…) está correlacionado con un incremento de 2.59 puntos en la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes". Lo mismo con quienes dejan de estudiar: "Un punto porcentual de abandono escolar está correlacionado con un incremento de 0.6 en la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes".
El estudio, elaborado por los investigadores Rafael de Hoyos, Carlos Gutiérrez y Vicente Vargas, analiza datos de homicidios desde 2005 hasta 2013, así como las encuestas Nacional de Empleo y Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI para ciudades de la frontera con Estados Unidos, golpeadas por la crisis financiera de 2008 y el cierre de maquiladoras. Los hallazgos apuntan a que los jóvenes que no encontraron lugar en el sistema, alimentaron la ola criminal.
"Los años 2008 y 2010 fueron un periodo de significativas reducciones en las oportunidades laborales, combinado con un importante incremento en la demanda laboral por parte del crimen organizado", indica el informe.
Y se añade: "La crisis financiera global generó un número significativo de ninis en las ciudades fronterizas y (…) el reducido sector de la maquila y el boyante mercado de actividades ilegales demandaban el mismo capital humano en la misma ubicación geográfica. Se trataba de hombres jóvenes sin educación en el norte de México".
Luego de la crisis en 2008, para 2009 la economía mexicana se contrajo en un 6.2 por ciento. Sus exportaciones en un 6.6. Cientos de fábricas del Pacífico al Golfo cerraron. Seis de cada 10 empleos destruidos entre 2008 y 2010 eran de jóvenes de entre 15 y 29 años.
¿Qué hizo toda esa mano de obra ociosa? No regresó a la escuela.
"Los ninis encontraron pocas oportunidades más allá de involucrarse (con) los cárteles de la droga", indicó el Banco Mundial.