New York Times Syndicate

36 horas en Cartagena, Colombia

Cartagena, Colombia, es uno de los lugares más atractivos de Colombia por su valor histórico. Aquí te ofrecemos una guía para recorrer esta zona, para que no te pierdas de ninguna de sus riquezas. 

Desde lejos, el horizonte de Cartagena es engañoso. Sus blancas torres se elevan por encima del Caribe desde una península de concreto y arena dorada, haciendo que se vea como una metrópoli más grande y playera de lo que realmente es.

Pero con menos de un millón de habitantes es un pedacito del tamaño de Río de Janeiro o Los Ángeles. Podría esperarse que los nuevos rascacielos de Bocagrande estuvieran en medio de un centro vital cosmopolita. En cambio, lo típico de esta ciudad está contenido en dos vecindarios chicos imposiblemente fotogénicos.

1
Viernes

4 p.m.

PUNTO IDEAL

En una vaporosa tarde, visite La Paletteria, donde un exhibidor de vidrio contiene decenas de paletas (de agua, crema o yogur) en sabores como tamarindo, coco y milo, una bebida de malta y chocolate adorada por los locales. A un par de negocios al lado, Swikar vende caramelos duros de colores. Y a la vuelta de la esquina, Gelateria Paradiso se ve como una casa de té inglesa, con bancas tapizadas y muebles de mimbre blanco, pero sus helados saben a ingredientes tropicales como flor de hibisco, maracuyá y ciruela criolla, la variedad local.

5:30 p.m.

SOBRE LA TORRE RELOJ

Con una paleta escurrida en una mano, suba la muralla fortificada y recorra la periferia del Centro Histórico, donde vendedores ofrecen puros de Cuba y latas heladas de cerveza Águila, y donde jóvenes parejas desfallecen en los portales de los cañones, contemplando el picado mar Caribe. Para los que no puedan resistirse a quedarse al ocaso, hay cafés al aire libre turísticos, aunque tentadores, que sirven cocteles y vinos caros. Después, siga la muralla de piedra de regreso a la Puerta del Reloj, la torre reloj que marca la entrada al Centro Histórico.

7 p.m.

ESTILO CASERO

Desde El Reloj, tome el pasaje que franquea el musculoso centro de convenciones de la ciudad y que se adentra al vecindario de Getsemaní. Sobre una angosta calle lateral de una cuadra, La Cocina de Pepina es un amurallado salón comedor color rosa y naranja que tiene seis mesas y es manejado por una historiadora culinaria local y su sobrina, quien habla inglés fluido. El restaurante celebra la cocina costera colombiana con un menú escrito en pizarra y platos como ajíes rellenos, sopa Caribe y un aperitivo de cabeza de gato (esferas de yuca, mandioca y plátano en una sala de pimientos rojos asados) y una Apóstol, una cerveza artesanal colombiana difícil de encontrar.

9 p.m.

DIGESTIVO

Para ver gente después de cenar, vaya a la Plaza de la Trinidad, el corazón de Getsemaní, donde niños patean balones de futbol, donde los jipis rasgan guitarras y donde argentinos bohemios beben mate a los pies de la iglesia. Emblemático de este ex vecindario de clase trabajadora de rápido cambio, Demente es un bar de tapas de moda albergado en la que supuestamente es la casa más vieja del área. Inaugurado el año pasado por un nativo de Bogotá formado en España, el bar tiene sillas mecedoras de madera y arte pop en las paredes, incluyendo espejos pintados con siluetas de Gandhi, Michael Jackson y El Pájaro Loco.

11:30 p.m.

"SACUDA UNA PLUMA DE LA COLA"

En un atractivo edificio que mira a la ciudad amurallada, el centro nocturno Quiebra-Canto, situado en un segundo piso, tiene pisos con azulejos terracota, pósters clásicos de jazz colgando en las paredes y no cobra por entrar. Siéntese en las sillas como para niños del estrecho balcón y mire pasar las carrozas tiradas a caballo. Los fines de semana, las mesas se corren al costado y el baile dura hasta bien entrada la noche. En el tercer piso, un salón de películas auspicia proyecciones ocasionales de cintas independientes latinoamericanas.

1
Sábado

9 a.m.

CURA PARA LA RESACA

Luego de una noche de música y mojitos, pocas cosas son tan gratificantes como los fritos de Cartagena, o bocadillos callejeros fritos, como las arepas de huevo (un disco de masa frita de maíz, abierto en medio y vuelto a freír con un huevo adentro), la carimañola de queso (yuca rellena de queso) y las papas rellenas (bolas de papa rellenas con queso fresco), que a menudo se venden directamente de una tina de aceite caliente colocada en la acera.

1:30 p.m.

EN SUS MARCAS, LISTOS, ¡A ALMORZAR!

Un par de cuadras al este de la Plaza Fernández de Madrid, La Mulata es una elegante interpretación del almuerzo fijo tradicional latinoamericano, con un menú rotativo de cuatro entradas, seis días a la semana (cerrado los domingos). El cuarteto del sábado incluye cazuela de mariscos, un guiso con leche de coco, pulpo, camarones, calamares y pescado, servido con patacones (plátanos fritos dos veces) y arroz de coco, y camarones al ajillo, una generosa porción de camarones servidos en vino blanco, ajo y aceite de oliva con plátanos fritos y sopa de mariscos.

3 p.m.

EN LAS ALTURAS

Para un estímulo de adrenalina, programe una clase de dos horas para principiantes con Cartagena Kitesurf School. Para una vista de la ciudad a nivel de calle, anótese en Tierra Magna para un "audio tour" de Cartagena, que evoca el trabajo del autor colombiano Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura, conocido aquí como Gabo.

8 p.m.

PÓNGASE FRESCO

El pequeño restaurante de mariscos El Boliche Cebichería sirve cebiches inventivos. Empiece con un coctel boliguaro de corozo, una artística mezcla de aguardiente (el potente licor de anís de Colombia) y jugo de cerezas locales, y con una orden de los cebiches de pescado blanco, calamar, camarón, pulpo o caracol de mar, servidos en una base de tamarindo, coco o pimiento dulce local. Para una interpretación más tradicional, pruebe el restaurante adjunto al centro nocturno Mister Babilla. Ignore la decoración temática y enfóquese en los buenos cebiches de El Mesón de María y La Mulata, incluyendo el cebiche "Islas del Rosario" (mero y róbalo en jugo de lima y naranja con aguacate, cebolla, aceitunas verdes, cilantro y aceite de oliva).

1
Domingo

9 a.m.

EXCURSIÓN DEL DÍA

En lugar de conformarse con la mediocre playa de Bocagrande, súbase a una lancha (una larga embarcación rápida a motor) con destino a Isla Barú y vaya a Playa Blanca, una franja de arena blanca alineada con palapas y mangles en el fondo. En la entrada de los muelles, agentes de cada una de las aproximadamente media docena de compañías de viajes compiten por hacerse de pasajeros. Los botes tienden a salir cuando están llenos, a partir de las 9 a.m. Para asegurarse de no ser de los últimos en partir, pida ver la lista de pasajeros y escoja la embarcación que tenga más nombres. El recorrido tarda 45 minutos y pasa por pueblos de pescadores, frente a la sobrecogedora estatua de La Virgen del Carmen, la entrada al abigarrado puerto de Cartagena y al fuerte de San José de Bocachica, del siglo XVIII.

11 a.m.

TÓMATELO CON CALMA

Las indulgencias salen baratas en Playa Blanca, donde mujeres recorren la playa ofreciendo masajes de espalda, vendedores de ostiones exprimen limón sobre conchas y restaurantes costeros sirven pargo recién pescado, langostino o langosta. Muchos botes turísticos a Isla Barú siguen de largo, por el mismo precio, hasta las Islas del Rosario, un archipiélago de islas de coral, algunas coronadas con las ruinas de las que alguna vez fueron las ostentosas casas vacacionales de Pablo Escobar. Los botes regresan a Cartagena aproximadamente a las 4 p.m.

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