New York Times Syndicate

36 horas en Chengdú, China

No todo es caos en el Lejano Oriente. Esta ciudad, una de las más maravillosas del país, ofrece un ambiente más provinciano, ideal para admirar las bondades de la madre naturaleza y gozar de los placeres de la buena vida. 

Chengdú quizás parezca una metrópolis china típicamente gris con rascacielos y tráfico caótico, pero debajo de su exterior de concreto es una de las ciudades más atractivas y encantadoras de China. Aquí, la vida se mueve un poco más lento.

Las casas de té se llenan rápidamente los fines de semana con gente local que practica caligrafía y parte semillas de girasol, y en el centro de investigación sobre los pandas de Chengdú, los residentes más famosos de la ciudad parecen contentos holgazaneando sobre los árboles casi todo el tiempo.

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Viernes

3 p.m.
Inspiración poética

Sumérjase en el relajado estilo de vida de Chengdú en el Parque Pabellón Wangjiang, un tranquilo espacio verde dedicado a Xue Tao, una famosa poetisa de la dinastía Tang. A Xue le encantaba el bambú, y lo hay por todas partes, algunos con cañas tan gruesas como árboles chicos de 15 metros de altura. Camine entre las elegantes pagodas y pabellones centenarios – parte de la arquitectura más antigua que queda en Chengdú – y después acomódese en la evocadora casa de té adyacente al río donde los residentes locales pasan las horas bebiendo té verde, conversando y jugando cartas. Para los valientes, también está la opción de una suave limpieza de oídos a manos de limpiadores errantes que hacen sonar sus instrumentos de metal conforme pasan.

6 p.m.
Renacimiento artístico


Callejones Anchos y Estrechos, un distrito histórico restaurado por el gobierno hace varios años, ofrece un vistazo a la largamente olvidada arquitectura de la era imperial de la ciudad combinada con el exceso comercial de la China moderna. Aunque pueden pasarse por alto gran parte de las caras tiendas de baratijas y artículos de plata, vale la pena visitar Fingertip Art por sus bolsos, chales y cojines bordados en colores brillantes, todo hecho por mujeres de la minoría Qiang, cuyas aldeas fueron devastadas por el terremoto de 7.9 grados que impactó la provincia de Sichuan en 2008. La compañía ha enseñado a cientos de mujeres a mejorar sus bordados tradicionales para atraer a turistas adinerados y devuelve parte de las ganancias a sus comunidades, que se están reconstruyendo lentamente.

8 p.m.
Alta cocina (no picante)


La comida de Sichuan quizás sea famosa por su picante, pero su cocina de hecho es mucho más compleja que eso. En Yu Zhi Lan, un restaurante diminuto con tres salas privadas operado por el afable chef Lan Guijun, cada plato de la comida tipo kaiseki presenta un singular equilibrio de sabores, desde el agripicante pepino de mar hasta la delicada dulzura del nido de pájaro con peras de las nieves, savia de árbol de durazno y un poco de caramelo de azúcar. El objetivo de Lan es elevar la cocina de Sichuan combinando una precisión estilo japonesa con ingredientes frescos producidos localmente: hace fideos con huevos de pato de una granja con animales de corral criados libremente, por ejemplo, y los corta a mano como hilos delgados con un gigantesco cuchillo de carnicero.

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Sábado

11 a.m.
Vida monacal


Con una historia de alrededor de mil 400 años, el Monasterio Wenshu es uno de los centros budistas más importantes de China, y ciertamente uno de los más activos. Los fines de semana, los residentes locales acuden en tropel al extenso complejo de templos con tejas grises y patios llenos de árboles de gingko para encender incienso en calderones, frotar los dragones de cobre para la buena suerte y marchar en círculo alrededor de una fina pagoda de hierro, orando con las manos juntas. El monasterio tiene algunas de las estatuas de Buda antiguas mejor conservadas del país, además de pinturas y caligrafía que datan de hace cientos de años, pero el atractivo principal pudiera ser el jardín del monasterio, un sitio sombreado con estanques llenos de peces koi, pagodas y piedras esculpidas a donde la multitud de pelo plateado acude para disfrutar de un poco de paz y tranquilidad.

12:30 p.m.
Comida barata

Aunque los vendedores de comida callejera de la ciudad están menguando, los bocadillos más sabrosos de Chengdú aún pueden conseguirse por monedas en restaurantes sencillos y nada pretenciosos como Zhang Liang Fen, el local de fideos que está directamente cruzando la calle desde el monasterio. A la hora del almuerzo, una fila de clientes serpentea frente a la puerta en busca de la especialidad del negocio, el tian shui mian (fideos de agua dulces), un tazón de fideos gruesos hechos a mano que adormecen la boca con granos de pimienta de Sichuan, aceite de chile, pasta de ajonjolí y una cucharada de azúcar. A la vuelta de la esquina, únase a la fila en Yan Tai Po para otro platillo local obligatorio: el guo kui, un crujiente panecillo horneado relleno de carne de cerdo y una mezcla picante de zanahoria rallada, pepinos y germinado de frijol.

2 p.m.
Té y espectáculo


Con sus ensordecedores falsetes y estrepitosos instrumentos de percusión, la ópera china no es para todos. Pero para una probadita de una de las formas de arte más famosas y duraderas de Chengdú visite la Casa de Té Yuelai para ver un poco en un ambiente más informal. Una vez a la semana, compañías del Teatro de la Ópera de Sichuan en Chengdú se presentan en el pequeño escenario iluminado con faroles de la centenaria casa de té, una de las más antiguas de Chengdú, ante una clientela de jubilados que beben té. No hay subtítulos en inglés, pero el complicado vestuario y la acrobática danza con mangas que revolotean pueden ser lo suficientemente entretenidos sin que necesariamente sigamos la trama.

4 p.m.
Sabor al Tíbet


Conocido como la "Pequeña Lhasa", el colorido barrio tibetano de Chengdú es lo más que uno puede acercarse al Tíbet sin viajar a la remota campiña de Sichuan o sin cruzar las fronteras del propio Tíbet. Camine por Wuhouci Heng Jie, directamente frente al Templo Wuhou, y disfrute la vista: monjes envueltos en túnicas color granate que repasan cuentas con las manos a la espalda, vendedores callejeros de manteca de yak, y tienda tras tienda de iconos religiosos budistas tibetanos, banderas y ruedas de plegaria, tapices, incienso, botas de piel con alocados patrones y cuentas de todo tono, precio y tamaño. No pague el precio que le pidan de entrada en cualquier tienda; el regateo es obligatorio.

9 p.m.
Un poco de música nocturna


Cuando se trata de música en vivo, pocas ciudades chinas son tan increíbles como Chengdú. El pionero del paisaje local es Little Bar, que abrió hace casi 20 años y se convirtió en un centro para los artistas y músicos alternativos de la ciudad (Tang Lei, su antigua dueña, es conocida entre los clientes habituales como Hermana Tang). En estos días, el bar tiene una segunda ubicación más grande (New Little Bar) con cervezas belgas en el menú y un programa alternante de presentaciones de grupos nacionales en gira y músicos locales indie. La clientela tiende a los jóvenes: veinteañeros con lentes, pantalones de mezclilla desgarrados y zapatillas deportivas Converse que durante los espectáculos alzan celulares por encima de la cabeza en lugar de encendedores.

1
Domingo



7:30 a.m.
Sobrercarga de pandas

Después de venir hasta acá para ver pandas, la visita a la Base de Investigación de Reproducción del Panda Gigante de Chengdú requiere de un poco de estrategia para maximizar el tiempo a solas con los mimosos osos (más de 135 en total). Sáltese el desayuno del hotel para estar ahí cuando abra, a las 7:30 a.m., cuando el parque está silencioso y los oseznos de la Guardería Rayo de Sol apenas están despertando. La hora de la alimentación de los pandas gigantes adolescentes viene después, en el adyacente recinto cercado al aire libre; es cuando los pandas están más activos, pelando cañas de bambú, recostándose y comiendo su peso en hojas. Luego de que lleguen los autobuses turísticos de las 8:30 a.m., escápese del gentío para dar un paseo despreocupado por la hermosamente cuidada propiedad para ver el recinto del panda rojo. Para media mañana, los pandas están listos para su siesta y el espectáculo termina. Tan sólo un día más de pereza en el apacible Chengdú.

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