KATWIJK, Holanda. Batiendo sus alas contra la brisa, el águila se mueve graciosamente por el cielo nublado, luego baja en picada, con las garras extendidas sobre su presa.
El blanco, sin embargo, no es otra ave sino un pequeño dron, y cuando el águila hace contacto, se escucha un sonido metálico. Con el dispositivo bien aferrado, el ave de presa regresa a tierra.
En un campo aéreo militar en desuso en Holanda, aves rapaces como el águila están siendo entrenadas para aprovechar sus instintos para ayudar a combatir las amenazas de seguridad que se originan por la proliferación de drones.
Las aves de presa aprenden a interceptar los pequeños dones del tipo que puede representar riesgos para los aviones, dejar caer contrabando en cárceles, realizar actividades de vigilancia o volar peligrosamente sobre eventos públicos.
La idea de que terroristas usen drones obsesiona a los funcionarios encargados de la seguridad en Europa y otras partes, y entre aquellos que observaron la demostración en la Base Aérea Naval Valkenburg en mayo estuvo Mark Wiebes, superintendente en jefe de detectives de la policía holandesa.
Wiebes describió las pruebas como "muy prometedoras" y dijo que, sujeto a una evaluación final, las aves de presa probablemente serían desplegadas pronto en Holanda, junto con otras medidas para contrarrestar los drones. El Servicio de la Policía Metropolitana en Londres también está considerando usar aves entrenadas para combatir a los drones.
Los holandeses han experimentado con otros métodos, como interferir en las señales del dron, capturar drones en redes disparadas por drones defensivos o derribarlos con perdigones.
Las aves de presa tienen la ventaja de que pueden bajar los drones al suelo de manera segura, en vez de causar que se estrellen, lo cual puede representar riesgoso para quienes están abajo.
"Hemos visto varios incidentes alrededor de las pistas de aterrizaje y, al final, queremos estar preparados por si alguien quiere usar un dron para algún tipo de ataque", dijo Wiebes.
Este encuentro de las habilidades biológicas y la ciencia de vanguardia no debería ser una sorpresa, añadió Wiebes. Dijo que la tecnología podía evolucionar a partir de la naturaleza, "una mesa de trabajo de miles de generaciones en la que se encuentran soluciones para los problemas".
El hombre que creó el proyecto, Sjoerd Hoogendoorn, un consultor de seguridad, lo expresó más coloquialmente: "En su mayor parte, las ideas más locas funcionan mejor".
Hoogendoorn ideó el programa en casa mientras investigaba sobre las amenazas que representan los drones. A través de un amigo mutuo, contactó a Ben de Keijzer, un manejador de aves con una experiencia de 25 años.
Después de ensayos iniciales, los dos hombres formaron una compañía basada en La Haya llamada Guard From Above, y se acercaron a la policía holandesa a fines de 2014. Lo que llamó la atención de las autoridades fue la posibilidad de usar "una solución de baja tecnología para un problema de alta tecnología", dijo Hoogendoorn, y añadió que los drones "pueden ser usados para cosas muy buenas y positivas, pero también para cosas malas".
La iniciativa es oportuna, dado el número de incidentes con drones en Europa.
En Francia, se encontraron drones cerca de estaciones de energía nuclear en 2014. En el mismo año, en Gran Bretaña, un hombre fue multado después de perder el control de un dispositivo cerca de una instalación de submarinos nucleares.
Al año siguiente, otro británico fue enjuiciado después de volar un dron sobre estadios de futbol y atracciones turísticas.
En Holanda, casi hubo un choque entre un dron y un avión en el Aeropuerto Schiphol de Ámsterdam en abril, el tipo de episodio que parece preocupantemente frecuente.
En enero, un dron fue detectado entre dos aviones militares Tornado que volaban bajo en Escocia. Al mes siguiente, el Aeropuerto Heathrow cerca de Londres reportó un incidente con dron que involucró a un avión de pasajeros Airbus A320 cuyo capitán evaluó como alto el riesgo de colisión.
"El dron apareció debajo a entre 30 y 45 metros y ligeramente a la izquierda del fuselaje", indicó un reporte, que describía al objeto como negro, con una luz estroboscópica roja encima y un diámetro de entre 61 y 91 centímetros. "Todo el evento duró no más de tres o cuatro segundos, lo que hizo virtualmente imposible cualquier acción evasiva".
Gran Bretaña también ha enfrentado un aumento en los vuelos de drones cerca de las prisiones. Hubo 33 avistamientos el año pasado, comparado con dos en 2014. En diciembre, drogas, un teléfono móvil, un cargador y tarjetas USB fueron encontrados en un dron en la prisión de Oakwood en la región de West Midlands de Inglaterra.
Alan McKenna, catedrático asociado de la escuela de derecho en la Universidad de Kent, dijo que el experimento con aves de presa reflejaba la creciente preocupación en Europa.
"Hay demasiados aspectos desconocidos: ¿Qué tal si un dron choca con un avión? ¿Puede derribar a ese avión?", dijo McKenna, y añadió que "se está llevando a cabo investigación" sobre esos interrogantes.
"Todos sabemos que va a ser factible usar un dron con una bomba pegada", dijo.
McKenna dijo que era escéptico de que las aves de presa vayan a ser adoptadas ampliamente para disuadir el uso ilegal de drones, pero reconoció que podría ser una parte de la solución.
"No se podría tener un águila las 24 horas del día, los siete días de la semana, en un área en particular", dijo, y añadió que un uso posible sería en eventos públicos como un festival de música.