PEKÍN.- Vistiendo un piyama gris y pantuflas moradas afelpadas, Li Rui se relajaba en un sofá en una lujosa suite donde había pasado el último mes desde que dio a luz a su hijo, sin haber salido una sola vez.
Por más de 900 dólares al día, una niñera personal le había enseñado las técnicas para amamantar. Un chef le había preparado seis comidas diarias destinadas a restablecer su constitución física. Y un practicante de moxibustión había agitado varas humeantes de artemisa sobre su cuerpo, parte de las sesiones de terapia china para ayudar a evitar enfermedades.
Ese opulento secuestro se está volviendo el estándar dorado en la recuperación postparto, inspirado por la costumbre china de confinamiento conocida como "sentarse todo el mes", cuando las nuevas madres deben permanecer bajo techo para restablecer su energía.
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Durante siglos, la práctica del confinamiento se realizaba estrictamente en casa bajo la atenta mirada de las abuelas y tías que prohibían el baño, el aire fresco y ciertos alimentos. En estos días, el confinamiento ha sido renovado, remodelado y subcontratado a una enorme industria certificada por el Estado de niñeras especialmente capacitadas y centros de atención materna que combinan tradición con experiencia médica entre algodones.
La industria rápidamente creciente está atendiendo al cada vez mayor grupo de mujeres chinas ricas que, como millones de nuevas madres en todo el país cada año, continúan siguiendo la práctica prescrita por sus ancestros. Pero décadas de ingresos disponibles, carreras ocupadas y el ascenso de las redes sociales han relajado las actitudes tradicionales, allanando el camino para un nivel de élite de cuidado durante el confinamiento que gira tanto en torno del estatus como de la recuperación.
"No he sido molestada ni por un segundo", dijo Li, de 31 años de edad, sobre sus 29 días de encierro, mientras su niñera le colocaba una toalla alrededor del cuello para evitar el frío del aire acondicionado. Li pagó 27 mil dólares por su confinamiento de un mes en el Centro de Atención Materna Muro Rojo.
Sin este tipo de cuidado especializado, nunca me habría podido recuperar
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En ciudades importantes, las familias ricas tienen acceso a una gama de servicios exclusivos con elementos tipo spa y comodidades sofisticadas. El número de residencias maternales alcanzó las 700 en 2013 y generó unos 484 millones de dólares en ingresos, según medios estatales.
"Las madres ya no quieren llevar a cabo el confinamiento de la manera primitiva", dijo Chen Chen, la gerente del centro materno Muro Rojo en Pekín. El centro cobra entre 11 mil y 27 mil dólares por una estadía de un mes, dependiendo de los servicios.
Las compañías también están apelando a más clientes de clase media, con un menú de opciones a la carta para confinamientos en casa. Muro Rojo cobra entre mil 400 y 3 mil dólares mensuales por una niñera postparto especial, dependiendo de si ha obtenido certificados en cuidados de la madre y el bebé, asistencia en la lactancia y tratamientos faciales.
Las normas sociales cambiantes han provocado una más amplia reconsideración de la tradición del confinamiento, y algunas madres chinas rechazan por completo la práctica.
Wu Fei, de 38 años de edad, una música de Pekín que dio a luz a su segundo hijo el año pasado, decidió no confinarse, describiéndolo como un legado supersticioso de siglos pasados cuando el parto estaba lleno de peligros mortales. Horrorizada por la idea de pasar un mes sin bañarse e incapaz de salir, Wu comió lo que quiso, regularmente llevó a sus hijos a un parque cercano en Pekín y regresó a sus clases de yoga poco después de dar a luz.
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La tradición también ha caído bajo el escrutinio público
Durante la ola de calor en septiembre en Shanghái, una mujer que estaba en confinamiento en casa murió por una ola de calor después de envolverse en mantas y negarse a encender el aire acondicionado, informaron medios estatales. "La mujer deliberadamente se atrapó en temperaturas extremas en el sofocante calor del verano para obedecer el consejo de sus mayores", decía un artículo del Servicio Noticioso de China propiedad del Estado, que reportó que otra madre reciente murió en febrero durante el confinamiento "porque rechazó el ejercicio físico".
La práctica, sin embargo, sigue estando profundamente arraigada. Quedó en evidencia por la consternación nacional en China en mayo cuando Catalina, duquesa de Cambridge, salió horas después de dar a luz a posar para los paparazzi con su hija recién nacida. "¿La duquesa no se confina?", preguntó un usuario en la plataforma de la red social china Sina Weibo.
Los defensores del confinamiento advierten de problemas de salud posteriormente en la vida, como artritis, que podrían resultar de renunciar a la costumbre. Mucho del atractivo de las residencias maternales costosas es la promesa de cuidados las 24 horas del día por parte de un séquito de expertos entrenados en un entorno lleno de mimos.
En el extremo superior de la industria del confinamiento están residencias temporales de lujo como Muro Rojo y la residencia de maternidad Pabellón del Mes Bendecido en el centro de Pekín. Mes Bendecido, un complejo amurallado de 75 habitaciones, incluye un estudio de yoga, un gimnasio, talleres de manualidades y un salón comedor.
"Muchas celebridades vienen aquí", dijo Wei Hua, la gerente de mercadotecnia de Mes Bendecido, mostrando una sala llena de cunitas, cada una supervisada por una cámara de video que transmite las imágenes en vivo a una pantalla en la habitación de la madre.
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Dentro, enfermeras uniformadas daban masajes de digitopuntura a sus diminutos clientes, mientras en un piso superior, un grupo de madres, vestidas con túnicas blancas y pantuflas rosas, aprendían como hacer jabones artesanales.
Li Xipu, de 33 años de edad y reportera de un noticiero televisivo, disfrutó tanto su confinamiento exclusivo de 29,000 dólares que después de que terminó su estadía de 28 días, la extendió.
"Vale la pena por completo", dijo en su cuadragésimo día sin salir, justo después de concluir un seminario sobre lactancia ofrecido con una presentación de PowerPoint por personal vestido con batas blancas.