"Recuerdo este sillón", dijo Mark Ronson, divisando una cosa de imitación piel, color marrón, en el sótano de Electric Lady, el famoso estudio de grabación en Manhattan. Fue aquí que Ronson, el DJ de club, convertido hoy en solicitado productor, hizo su primer álbum hecho y derecho para la cantante Nikka Costa.
"Fue esa época, D'Angelo estaba terminando Voodoo y solo caminabas por los salones en cualquier momento y era Common o Erykah Badu", recordó Ronson. "Yo tenía unos 23 o 24, estaba algo deslumbrado por las estrellas y también tratando de ser genial".
Quince años después, Ronson estaba de regreso en el mismo estudio para terminar su propio disco: Uptown Special (RCA Records), que salió el 13 de enero.
Ahora es difícil imaginar que cualquiera lo hubiese deslumbrado. Stevie Wonder, quizás, pero Ronson lo persuadió para que contribuyera con la armonía en la pista inicial y la final del álbum.
Es su cuarto esfuerzo como solista, aunque para Ronson, músico y compositor, pero no cantante, eso significa colaborar con estrellas del pop como Bruno Mars. Su sencillo Uptown Funk, un palomazo revivalista con una línea de bajo del calibre de Funkadelic, es la primera canción de Ronson que llega a las primeras cinco de Billboard en Estados Unidos. Una canción que parece dirigirse al número uno es una hazaña que apenas podría creer.
"Todo sobre el cómo va todo esto es increíblemente emocionante, pero se siente como que está pasando en una especie de universo extraño", dice el artista quitándose el saco cruzado y hundiéndose en el sillón.
¿QUIÉN ES RONSON?
Inquieto, que se menosprecia por naturaleza, irónico y amablemente franco, Ronson, nacido en Gran Bretaña, de 39 años, ha pasado su carrera dándole forma a los éxitos de otras personas: Amy Winehouse, Lily Allen, Adele... Sus créditos de producción van de Ol' Dirty Bastard hasta Paul McCartney, y su sonido se extiende a todo lo que hay en medio, inclinándose fuertemente a la vuelta de los instrumentos de viento de Daptone en Uptown Funk.
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"El público ha enloqueció con esta canción", dijo Sharon Dastur, vicepresidenta sénior de programación en I Heart Media, el conglomerado de radio antes conocido como Clear Channel. "Fue una de esas veces en las que la escuchas y sabes de inmediato que va a ser un gran éxito. Es tan diferente de lo que está sonando".
No se dio fácilmente. El sencillo y el álbum se hicieron en un momento en el que Ronson se estaba desilusionando de ser disyóquey y luchaba con su sitio como artista en Estados Unidos, donde decepcionó su álbum, Record Collection, del 2010. La muerte de Winehouse en el 2011, justo cuando hacían planes para volver al estudio, lo dejó privado de sentido. El ascenso de la música electrónica para bailar alteró su estilo de baile de salón. "Estaba bastante perdido", aseguró.
Así es que Ronson probó algo nuevo. Por primera vez, se entregó a la guía de otro productor, Jeff Bhasker, alguien que hace megaéxitos y ha trabajado con Jay Z, Kanye West, Taylor Swift y Beyoncé. Y convenció al novelista, ganador del Premio Pulitzer, Michael Chabon, que escribiera la mayor parte de las letras del álbum. También hay cantantes invitados (y credibilidad independiente), como Miike Snow y una pista del rapero de Nueva Orleáns, Mystikal.
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Mark Ronson, un fiestero reformado, estaba listo para hacer "un disco de adulto".
Las semillas quedaron sembradas en una fiesta por la novela de Chabon, Telegraph Avenue, del 2012. Ronson, que llegó como fan, la describió como una firma de libros cuando, de hecho, era una elegante velada en Manhattan que ofrecía el superproductor Scott Rudin.
"Es bastante lindo que sea eso lo que él piensa que son las firmas de libros", dijo Chabon riendo. Un año después, Ronson "me mandó este correo electrónico asombroso, milagroso y mágico", recordó.
Inesperadamente, Ronson estaba sintiendo una vibra tipo Steely Dan.
"No se dio cuenta de que, de hecho, yo estaba locamente apasionado por Steely Dan y dedicado a él, y así había sido toda mi vida", contó Chabon. Ronson ya se había refugiado en el estudio doméstico de Bhasker en Venice Beach. Se conocieron como productores del álbum Unorthodox Jukebox de Bruno Mars y rápidamente se consideraron "simpáticos", dijo Bhasker, especialmente en su amor por lo retro del R&B y Quincy Jones.
En el disco de Ronson, "queríamos revivir la noción del blues y hasta un elemento de jazz", señaló Bhasker. "Muchas de las armonías en las canciones realmente presionan a la paleta de la música pop normal".
Estaban trabajando en pistas con fuerte apoyo del piano, cuando empezaron a llegar los ricos versos de Chabon.
Era la primera vez que Ronson componía canciones en torno a letras, y eso quería decir mucho ir y venir. Además, necesitaban cantantes, idealmente, que sonaran como Chaka Khan. Una noche, a Bhasker se le ocurrió la solución.
Uptown Funk, que escribieron Mars y otros, estuvo entre las canciones más difíciles de terminar, según Ronson, ya que tenían que seguir al cantante en una gira. Mars tocó la batería y creó el pegajoso punto de partida; "ese doah-do-do-do, que fue lo último que salió".
Gracias en parte a los DJ's de EDM, la noción del productor como artista, con destacados cantantes, ya no es tan extraña, afirma Dastur sobre I Heart Media. "Lo estás viendo cada vez más, con Calvin Harris y David Guetta, que sale del consejo de producción y hace que la gente se integre".
Ronson todavía es DJ, aunque ya mucho menos que antes. Hace dos años, "me empezaron a dar estos ataques intensos de ansiedad en cualquier momento antes de empezar a poner los discos", dijo, preocupado de que su propia música sea anticuada.
"Cuando estoy trabajando en algo que tiene ritmo. Siempre imagino esa pequeña pista de baile. Pienso: ¿quién baila? ¿Hago que sigan allí?", asegura Ronson.