New York Times Syndicate

¿Pueden los animales predecir terremotos?

Siempre ha existido la creencia de que el cambio de conducta de los animales pueden anticipar movimientos sísmicos; pero los análisis del científico alemán Martin Wikelski muestra que...

Después de que una serie de potentes terremotos azotará Italia el año pasado, el científico alemán Martin Wikelski se apresuró a venir aquí a poner a prueba una corazonada que ha tentado a científicos y pensadores por milenios: ¿Los animales pueden prever los desastres naturales?

En octubre pasado, Wikelski etiquetó a varios animales de una granja en Pieve Torina, en la región italiana de las Marcas, para monitorear su comportamiento. Su idea era que, si notaba cambios en su conducta consistentes antes de un terremoto, podrían servir de sistema de alerta de terremotos y posiblemente salvar miles de vidas.

Una cálida mañana de primavera de este año, regresó a ver los resultados.

"Vaya, parece que efectivamente hay algo de eso", aseguró emocionado, mirando a la computadora que analizaba los datos en el cofre de su auto, en un patio con un revoltijo de maquinaria.

La serie de terremotos empezó en agosto, con otra serie de temblores más grandes que ocurrieron en octubre y enero, acompañados de miles de secuelas. Esta calamidad causó daños por 23 mil millones de euros, dejó a miles de personas sin hogar y causó más de 300 muertes.

Pero el estremecimiento de una región básicamente rural y agrícola también constituyó una rara oportunidad de poner a prueba la antigua teoría.

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Martin Wikelski en Italia


Wikelski piensa que puede tener razón, aunque es cauto y tímido respecto de lo concluyentes que pueden ser sus datos. Es el primero en reconocer que muchos consideran que es un mito la idea de que los animales pueden predecir los desastres.

"Nosotros somos los locos", señala riendo Wikelski, explicando que fue muy difícil obtener el financiamiento de este proyecto sin tener datos en que basarse. "Así que tuvimos que revisar y volver a revisar que no hubiera ni el más mínimo error en el análisis estadístico, pues todo mundo iba a estar buscándole fallas, y con toda razón."

Aunque Wikelski no puede revelar los detalles de sus hallazgos antes de publicarlos en una revista científica, sí dio a entender que los animales se movían de una forma consistente horas antes del temblor.

El también director del Instituto Max Planck de Ornitología en Radolfzell, Alemania, Wikelski indicó que algunas investigaciones anteriores habían sido buen augurio de la capacidad predictiva de los animales. Entre ellas hay un estudio que él realizó de 2012 a 2014, que consistió en monitorear cabras y ovejas en la ladera del monte Etna, en Sicilia.

"Los animales previeron las mayores erupciones volcánicas en esos dos años, con una anticipación de cuatro a seis horas", señaló, precisando que durante su estudio ocurrieron ocho erupciones de importancia. "De noche, los animales se despertaban y daban vueltas nerviosamente; en el día se iba a un área segura", donde la vegetación alta daba a entender que ahí no había llegado la lava.

Con base en esa investigación, en 2013 él solicitó la patente de "alerta de desastres mediante la naturaleza". La patente está pendiente.

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Terremotos


Los terremotos recurrentes en Marcas y en otras partes de Italia central ofrecieron la oportunidad de registrar un cúmulo de datos sobre la reacción de los animales, para poner a prueba la teoría.

"Estamos muy emocionados, pues ésta es la primera vez que pudimos etiquetar animales antes, durante y después de una serie importante de terremotos", señaló Wikelski.

Después de que un devastador terremoto azotó la región en octubre, Wikelski y su gerente de proyectos, Uschi Muller, se apresuraron a ir a Italia. Llegaron a la granja Angeli, que vende quesos producidos por las ovejas y vacas de la familia, entre otras delicias locales.

Los investigadores llegaron a lo que había sido la tienda de la granja. "Todo estaba destruido", afirma Wikelski.

"Todas las repisas de quesos estaban en el suelo. Se podía ver que su modo de subsistencia había desaparecido", agregó, pero la familia "seguía siendo muy amable".

Wikelski etiquetó a numerosos animales de la granja –un conejo, ovejas, vacas, pavos, gallinas y perros– con sensores pequeños pero avanzados.

Los dispositivos rastrean hasta el menor movimiento de los animales, segundo por segundo: su dirección magnética, velocidad, altitud, temperatura, humedad, aceleración y ubicación. Wikelski afirma que las etiquetas, impulsadas por energía solar, son como "una caja negra llena de información".

Pocos días después de que habían sido etiquetados los animales, la zona fue sacudida por otro terremoto grande, de 6.5 de magnitud, lo que ofreció datos de un evento sísmico significativo.

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Florindo Angeli


Wikelski y Muller recogieron los dispositivos de monitoreo unas semanas después, y regresaron en enero para etiquetar de nuevo a algunos de los mismos animales, además de media docena de vacas, el doble de ovejas y dos perros más, Zeus y Aro.

"Creo que ya se habían comido a los pavos", comenta Wikelski.

En abril, los investigadores regresaron a retirar las etiquetas restantes y a estudiar los datos adquiridos.

Etiquetar a diferentes especies podría ser esencial, según Wikelski, ya que cada una siente el ambiente a su manera. Y juntas, agrega, podrían "formar un sistema colectivo de detección", que proporcionaría información completamente novedosa.

A nivel global, ese colectivo podría considerarse como "la Internet de los animales", aventuró.

"Si fuera solo un animal de la granja, no podríamos ver ninguna señal. Pero si los tomamos a todos en conjunto, esa sinergia, esa síntesis de sistemas de detección, eso es lo que realmente parece dar la señal", explica Wikelski.

La esperanza es que, una vez que se comparen los datos de los animales con los datos sísmicos del área –tomando de límite inferior terremotos de magnitud 4–, eso mostrará un comportamiento característico antes, durante y después de un terremoto. De fines de octubre a abril, hubo once días en los que hubo terremotos de magnitud superior a 4 en la escala de Richter.

En el mejor de los casos, la conducta de los animales en las horas anteriores a los terremotos podría servir de sistema de alerta para que la gente pudiera desalojar.

La familia Angeli vería con buenos ojos que surgiera algo positivo de las dificultades que tuvo que soportar. Los numerosos familiares pasaron el invierno viviendo en caravanas primitivas y contenedores atestados con baños y cocinetas improvisadas.

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La vivienda temporal


"Tenemos animales. ¿A dónde podríamos ir?", pregunta Augusta Raboni, matriarca de la familia, explicando por qué se quedaron en el lugar y no se fueron a los hoteles en la costa del Adriático en los que se albergaron en el invierno otras víctimas del terremoto.

A fines de mayo, el estado finalmente entregó pequeñas casas prefabricadas, que ellos todavía no acaban de armar. Ya era tiempo, dicen.

Durante el invierno, frío y nevado en el que murió buena parte de su ganado, "el gobierno nos abandonó", se queja el marido, Florindo Angeli.

Pero los datos recabados en su granja y los animales que sobrevivieron podrían resultar decisivos. Estos serán combinados con otros datos recabados por el instituto de ornitología, que rastrea a miles de animales.

Esto es parte de un proyecto internacional, con una dirección ruso-alemana, llamado ICARUS, siglas en inglés de Cooperación Internacional de Investigación Animal en el Espacio. Se trata de un sistema de monitoreo a base de satélites que rastrea a docenas de especies provistas de trasmisores impulsados por energía solar.

"Podremos aprender de los animales desde cualquier lugar del mundo como colectivo. Esta es una idea simple pero muy poderosa", señala Wikelski.

El Servicio Geológico de Estados Unidos comenta en su sitio Web que "abundan evidencias anecdóticas de animales –peces, aves, reptiles e insectos– que muestran un comportamiento extraño, a veces desde semanas o hasta segundos antes de un terremoto".

Pero la agencia, responsable de registrar la actividad sísmica en los Estados Unidos, asegura que "todavía no contamos con evidencia consistente y confiable del comportamiento anterior a los eventos sísmicos, ni con un mecanismo que explicara cómo funcionaría eso".

Reconociendo que muchos científicos son escépticos sobre esta línea de investigación, y que todavía hay muchas otras variables por considerar, Wikelski señala que está ansioso por realizar experiencias a gran escala.

"Aunque pudiéramos demostrar que esto es algo que siente estos animales", explica Wikelski, advierte que es solamente "en una granja, en una sola zona del mundo, por lo que es muy limitado lo que podemos decir".

"Es una pretensión enorme, así que más nos vale tener buenas pruebas", concluyó.

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