En las conferencias matutinas del Presidente de la República, se ha vuelto completamente regular el hablar de la industria energética. Dada la importancia que tiene este sector para la economía nacional, y la importancia que tiene esta industria para casi cualquier economía en el mundo, no resulta sorprendente que éste sea un tema recurrente en las conferencias.
Lo que sí resulta sorprendente es la mención directa con nombre y apellido de empresas que han caído de la gracia del Señor Presidente, algunas de las cuales directamente participan en la industria energética, pero muchas otras que no lo hacen directamente sino que son grandes consumidoras de energía.
Ha habido un énfasis particular hacia las empresas españolas, al grado de que esta semana se dijo que incluso se estaría considerando “pausar” las relaciones diplomáticas. Han tenido su turno también varias grandes empresas mexicanas y algunas otras empresas europeas.
Cabe resaltar, sin embargo, que la mención de empresas de origen estadounidense ha sido prácticamente nula, lo que difícilmente es una coincidencia.
Sería razonable pensar que no todas las empresas tienen que caber en un mismo costal, es decir que las actividades en la industria energética que son mal vistas por la Administración Federal actual no necesariamente tienen la participación de todo tipo de empresas, en este caso las empresas estadounidenses.
Un caso muy claro que podemos explorar es el del esquema de Autoabastecimiento que ha sido duramente criticado y atacado por el Presidente y varios funcionarios de su Administración. Varias empresas mexicanas y europeas han sido “exhibidas” por generar o consumir energía eléctrica en este esquema tildado de “fraudulento” por el Ejecutivo.
No es ningún secreto que más de una empresa estadounidense tiene permisos de generación bajo el esquema de Autoabastecimiento y que muchísimas empresas americanas de todos tamaños forman parte de varias sociedades de Autoabastecimiento como consumidores de energía.
La atención que el gobierno estadounidense está poniendo sobre la iniciativa de contrarreforma eléctrica ha sido muy evidente. Hace algunos meses, senadores y congresistas federales por el estado de Texas hicieron un llamado público al Embajador en México y a la Representante Comercial para que intercedieran en favor de las empresas estadounidenses que participan en el sector energético en México.
Más recientemente, fue cuestión de horas para que el Embajador Ken Salazar revirara después de decir que “el Presidente tiene razón” en buscar una reforma, pues ya alineó su postura con el resto de la Administración Biden respecto de este asunto, y ahora cataloga la iniciativa de contrarreforma eléctrica como promotora de “tecnologías sucias, anticuadas y caras”. También para reforzar el punto, esta semana tenemos de visita en México al Enviado Especial para el Clima del gobierno de Joe Biden, John Kerry.
Además de la posición crítica que ha tomado el gobierno estadounidense, las empresas de ese país han sido más directas expresando su descontento respecto de la iniciativa.
A finales del año pasado General Motors hizo pública su posición de buscar otros destinos de inversión distintos a México en caso de que no les fuera posible cumplir con sus metas de consumo del total de sus necesidades de energía a partir de fuentes renovables.
Por su parte la Cámara de Comercio Americana (AmCham) esta misma semana toma una posición en el mismo sentido, pues muchas empresas estadounidenses tienen compromisos de consumo de entre 80% y 100% de energía renovable. Las empresas americanas están viendo el acceso abundante a fuentes de energía renovable como un factor determinante para permanecer en México.
Como hace más de 160 años, el Gobierno federal quiere rescatar del olvido los motes de “liberales” y “conservadores”, y tal como en aquella época se asocia a los conservadores con los países europeos y las élites nacionales.
También como en aquella época, parece que los desacuerdos internos en México no pueden ser resueltos entre dos posturas polarmente opuestas y en donde las ideologías dejan de lado a la argumentación racional.
Parece inevitable entonces que tengan que venir los Estados Unidos de América a indicarnos el camino a seguir, pues quién en su sano juicio quisiera tomar una postura confrontacional con su vecino del norte, quien resulta ser la más grande economía del mundo, proveedor de la inmensa mayoría del gas natural consumido en el País y principal socio comercial.