El INEGI dio a conocer este lunes la evolución del principal indicador de la actividad económica en el País, para el mes de febrero, y con cifras des estacionalizadas, reporta cero crecimiento en el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) con relación al mes previo.
Por sectores, las actividades primarias retroceden 3.8 por ciento en términos reales, el sector industrial decrece en un 1 por ciento real y solo el sector terciario (comercio y servicios) acusa un crecimiento real del 0.6 por ciento, apuntalado por los servicios escolares y de espectáculos, que se explican por las menores restricciones sanitarias.
Por otro lado, la inflación en la primera quincena de Abril, ha seguido su rumbo ascendente, ubicándose en 7.72 por ciento en tasa anual. La variación porcentual quincenal se reportó en 0.16 por ciento, cuando en la misma quincena del año pasado fue de solo 0.06 por ciento.
De manera particular el aumento en los precios de frutas y verduras se reportó creciendo en 17.26 por ciento, (cuando hace un año los precios bajaron en –0.64 por ciento) y los productos pecuarios subiendo en un 13.68 por ciento.
El impacto en la inflación también se permea al Gasto Público Presupuestal, ya que los mayores precios reducen el poder adquisitivo del dinero erogado por el Gobierno, y su impacto económico es menor en términos reales.
En el documento de pre criterios para 2023, la estimación del deflactor de precios para cifras macro económicas, se actualiza de 3.7 por ciento inicial, a 6.7 por ciento para 2022, un aumento de 3 puntos porcentuales.
En materia de gasto presupuestal, pre criterios incrementa la estimación del gasto programable y se recalcula ahora con un incremento de $244.8 miles de millones de pesos, sobre lo aprobado por la Cámara de Diputados, aumento que le permitiría al gasto programable neutralizar el impacto del mayor deflactor, e incluso aumentar un poco más, en términos reales, el gasto para 2022.
Sin embargo, este incremento en el gasto programable está explicado y fundamentado en el supuesto de mayores ingresos presupuestales, basados principalmente en los mayores ingresos petroleros que estiman en $535 mmp, lo cual, como lo he explicado en notas anteriores, no se puede materializar fácilmente, ya que más de la mitad del petróleo extraído por Pemex Exploración y Extracción, lo “vende” a Pemex Transformación Industrial para ser refinado, la cual no lo paga de inmediato.
Para que ésta última pueda pagar el mayor precio del petróleo, y se materialicen los mayores ingresos excedentes, necesariamente debe de aumentar los precios de sus gasolinas, cosa que no puede hacer por la política de mantener los precios de los combustibles, por lo que más de la mitad de esos ingresos excedentes petroleros, solo quedarían en asientos contables y en cuentas por cobrar, para Pemex Exploración y Extracción, y aumentarían las pérdidas de Pemex Transformación Industrial.
Lo anterior dificulta materializar el aumento estimado al gasto programable, toda vez que el aumento en el gasto no programable, explicado principalmente por las mayores tasas de interés, habrá de cumplirse sin mayor trámite, presionando el escaso ingreso excedente que proporcionarían las exportaciones de crudo.
De tal suerte, el escenario más probable, para el gasto programable en 2022, es que se apegue a lo aprobado por los Diputados, y se presente un gasto presupuestal inferior, en términos reales, al ejercido el año pasado.
Si la presión de los menores ingresos tributarios excede al mayor ingreso petrolero, lo cual está en función de qué tantos meses se extienda el estímulo fiscal adicional a los combustibles, se tendrían presiones adicionales para exceder el techo de deuda pública aprobada.
En términos de deuda a PIB, el impacto en este cociente estaría en función de la combinación de mayores precios, (que lo reduce) y el del menor crecimiento real (que lo aumenta).
El escenario, luce complicado.