Es preocupante el conflicto que se está desarrollando entre Rusia y Ucrania, aunque no es nuevo. Ucrania era parte de la URSS, hasta que el modelo comunista quebró en diciembre de 1991. Para 2014 Rusia se apoderó de Crimea basada en un “reclamo histórico” pero ese mismo año los ucranianos depusieron a su presidente pro-ruso. “Winter on fire”, de Netflix muestra como Víktor Yanukóvich, al no poder con las revueltas, simplemente huye (aunque todavía es buscado). Rusia ha apoyado a los separatistas ucranianos quienes han logrado apoderarse de territorio en el este de Ucrania, conflicto que se ha cobrado más de 14,000 vidas.
El presidente Ruso escribió un artículo refiriéndose a los rusos y ucranianos como “una nación”, descalifica a los líderes actuales de Ucrania porque “buscan un proyecto anti-ruso” y, aunque niega que esté planeando una invasión, ya se ha apoderado de territorio ucraniano además de desplegar aproximadamente 100,000 soldados especialmente en Bielorrusia.
Un posible detonante pudiera haber sido el acercamiento de Ucrania a la OTAN, pero hay mas de fondo. Una imagen que muestra un oleoducto del lado ruso unido a otro hecho nudo con la bandera ucraniana y que a su vez desemboca a otro oleoducto mas con bandera de la Unión Europea demuestra gráficamente el valor estratégico de Ucrania. La principalísima exportación de Rusia es petróleo (forma parte de la OPEP+) y gas por medio de Gazprom, una de las empresas mas grandes del mundo. Gazprom controla un 15% de las reservas mundiales de gas.
En un anterior conflicto con Chechenia, la Unión Europea no hizo ningún comentario relevante, y es que la dependencia energética externa de la Unión Europea es de un 60%. De las importaciones que lleva a cabo la Unión Europea, Rusia le vende casi un 47% de combustibles sólidos, un 27% de petróleo crudo y un 41% de gas natural.
Alemania se metió en una encrucijada. Su dependencia energética ronda un 70% y aunque compañías alemanas poseen un 6% de Gazprom, los movimientos antinucleares en Alemania desde la década de los 70′s, llegaron a impedir la construcción de una planta nuclear en Wyhl.
Desde luego que las plantas nucleares tienen riesgos. Recordemos los accidentes de Three mile island, Chernóbil y mas recientemente Fukushima. Sin embargo, las primeras centrales nucleares comerciales comenzaron desde los 50´s y proporcionan un 10% de la electricidad del mundo en unas 440 centrales. “La energía nuclear es la segunda fuente más grande de energía baja en carbono del mundo (28% en 2019)”. Inclusive, la hoja de ruta de energía europea amplía el rango “permitido” de fuentes nucleares para el 2060.
Regresando a Alemania, casi un 13% de su generación eléctrica es nuclear -pero cierran sus centrales este año por decisión popular- y un 12% proviene del gas … dependiente de Rusia. Un escenario catastrófico de guerra y con cierre de plantas nucleares, afectaría aproximadamente el 25% de las fuentes de energía de la principal economía europea y la cuarta del mundo.
Por estos lares, había una vez un proyecto llamado Acueducto Monterrey VI. Forbes mostró sus mitos y realidades: “Costará Ps$ 47,000 millones y endeuda a Nuevo León por 27 años” (error sumar el pago mensual por 324 meses mas IVA porque incluía la amortización de la inversión y los costos de operación); “El agua del Pánuco está contaminada y es insuficiente”; “será utilizado para fracking”; “es un proyecto político sexenal” y la más claridosa: “El abasto de agua en Monterrey está garantizado, se resuelve con eficiencias operativas”. El costo de la democracia paradójicamente es que se cumplan los deseos del pueblo.