La política monetaria es un verdadero arte. No solo se necesitan los conocimientos y la experiencia para poderla llevar a cabo de manera adecuada, sino que además, se necesita ser muy cauto. Se tienen los objetivos −en el caso del Banco de México, la inflación en 3.0 por ciento−, los instrumentos −como la tasa de interés objetivo o de referencia−, y entender muy bien el mecanismo de transmisión de política monetaria. Es decir, cómo, cuándo y por qué canales actúa la política monetaria para poder cumplir con el objetivo, minimizando las ‘consecuencias no intencionadas’ que tienen potencialmente la mayoría de las acciones de política económica.
Entre los canales de transmisión de política monetaria se encuentran el canal ‘tradicional’ o de demanda agregada, en donde la dinámica de las tasas de interés influye en las decisiones de inversión de las empresas. Asimismo, también están los canales de expectativas y tipo de cambio −muy relevantes dado el impacto que tiene la política monetaria en los mercados financieros, inclusive a nivel global−, y el canal de crédito, que tiene que ver con el diferencial entre las tasas activas (e.g. préstamos) y pasivas (e.g. cuentas de cheques). Además de entender el funcionamiento de los canales por sí mismos y cómo se relacionan con el objetivo, también es necesario conocer la magnitud y el tiempo en el cual actúan.
En este sentido, el reconocido economista estadounidense, Alan Blinder, utiliza el funcionamiento de una regadera de una casa antigua para ejemplificar el rezago con el que actúa la política monetaria desde que se toma la decisión de modificar (o no) el nivel del instrumento (e.g. tasa de interés), al momento en el que propicia que la variable objetivo (i.e. inflación), se dirija hacia ‘el blanco’ o target (i.e. 3.0 por ciento). Es decir, cuando uno mueve la llave del agua hacia la letra ‘H’ de ‘caliente’ −haciendo la analogía como bajar la tasa de interés’−, tarda varios minutos en que el agua a temperatura ambiente salga con mayor temperatura. Uno decide meterse a bañar ‘a buena temperatura’ y resulta que de repente sale extremadamente caliente y salta uno fuera de la regadera (haciendo la analogía que la economía se ‘sobrecalentó’ y la inflación se elevó mucho más allá de lo que queríamos). Acto seguido, uno intenta mover la llave del agua hacia la ‘C’ de ‘frío’ (subir tasas) y poco tiempo después ya está de vuelta a una temperatura agradable. Sin embargo, volvemos a meternos y al poco tiempo sale helada. Así de nuevo, a regular la temperatura.
Así de complicado es hacer política monetaria. El staff del Banco de México −personal de primera, con preparación del más alto nivel en las mejores universidades del mundo y con amplia experiencia−, lleva a cabo análisis muy detallados y minuciosos, apoyados con técnicas altamente rigurosas y las herramientas más avanzadas, de ese mecanismo de transmisión de política monetaria en México. Los estudios que llevan a cabo los presentan a los miembros de la Junta de Gobierno y este órgano colegiado toma sus decisiones en torno a dónde llevar el nivel de tasa de referencia para que la inflación converja al objetivo de 3.0 por ciento, minimizando las consecuencias ‘no intencionadas’ y al menor costo para la economía. Algunos de estos estudios se pueden apreciar en revistas especializadas (journals) o en los ‘recuadros grises’ en los informes trimestrales que publica nuestro Instituto Central. Así se evita que de repente te quemes en la regadera de la casa vieja a la que se refiere Blinder, que espero no exista más porque me preocupa el alto consumo de agua.
Aterrizando el ejemplo de la regadera en la actualidad, las preocupaciones por los posibles brotes de inflación a nivel global, que se exacerbaron por el fuerte reporte de empleo de febrero en Estados Unidos, así como la aprobación del sexto paquete de estímulo fiscal en menos de 14 meses en ese país, provocó un fortalecimiento casi generalizado del dólar, así como un incremento importante de los rendimientos de los bonos gubernamentales de plazos largos, como el bono del Tesoro de ese país a 10 años. El tipo de cambio es uno de los canales más importantes de transmisión de política monetaria y si se fortalece el dólar contra el peso de manera rápida, significativa y se percibe permanente, puede tener efectos substanciales en la inflación. Asimismo, los precios de las materias primas o commodities también han observado un incremento relevante en las últimas semanas, en parte, haciendo que la inflación de la primera quincena de marzo en México fuera mayor que el consenso de los analistas de mercado.
Yo consideraba que el jueves pasado era la última oportunidad para bajar la tasa de referencia porque en ausencia de apoyo fiscal para atajar el impacto económico de la pandemia, relajar un poco más la política monetaria pudo haber sido útil y en el comunicado podían ‘cerrar’ el ciclo de baja de tasas y evitar alguna ‘consecuencia no deseada’, sobre todo en el tipo de cambio. No obstante lo anterior, reconozco que la Junta de Gobierno actuó con cautela y responsabilidad al haber decidido por unanimidad dejar la tasa sin cambio en 4.00 por ciento.