Alberto Muñoz

Morín, Piketty y el capital digital

En la economía digital tenemos en nuestro país múltiples opciones para crecer, la primera es justamente, aprender a identificar los canales, los métodos, las formas, las leyes.

Piketty, en la gran tradición francesa de la inconformidad, transgrede toda interpretación sobre el postcapitalismo y su lacaya interpretación. A menos de mil kilómetros de París se terminó de caer el comunismo, ese mal entendido, doloroso y largo experimento hacia un un capitalismo de estado  (con China) que hoy fabrica los chips y alerta (con Rusia) al mundo. Estamos viviendo los principios de la post pandemia Covid-19 y los efectos ya han realineado los ejes de las prioridades mundiales.

Funcionarios norteamericanos nos otorgan una eléctrica visita para confirmarnos: todos necesitamos petróleo y negocios. Los fotonsitos todavía no están listos y mientras la eficiencia de las celdas solares logran rebasar el abismo tecnológico para poder dejar de ser consideradas innovaciones riesgosas, la enorme dependencia del gas y del oro negro seguirán siendo elemento escencial de la geometría política.

Edgar Morin nos describe hace poco la naturaleza estocástica que da origen a la incertidumbre que genera tantos nervios - y malas decisiones - en todos los sectores de la sociedad - y nos invita, como lo hace Piketty a buscar las correcciones necesarias para ir a la raíz de lo que no podemos resolver por no querer aceptarlo.

Nuestra realidad hoy día es resultado del pasado. No hay nada más inobjetable. Ni siquiera hay lugar a la subjetividad. Cargamos con una herencia que va más allá de los genes, heredamos un pasado y queremos un futuro.

Para Piketty gran parte del error fundacional de la inequidad en los países en desarrollo y la complejidad para disminuirla son las lógicas perniciosas que se han heredado. Con la conformación de algunas grandes empresas, previamente familiares, cuyos vicios históricos y falta de transparencia han ido conformado algunos engranaje dentro del sistema político, de por sí imperfecto, pero siempre cómplice de sus ineficiencias - además, ahora tenemos la pandemia - cuya única alternativa parece ser la apropiada digitalización.

Para muchos sectores, sobre todo aquellos con acceso al “Capital Digital” lograron solventar las adversidades que implicó el “lock down” y el bloqueo a cadenas logísticas, Sin embargo ni la progresividad fiscal, ni los programas de apoyo social serán suficientes si dicho capital no logra esparcirse, impulsar la adopción de las innovaciones tecnológicas en la sociedad y llega a conformar parte prioritaria de todos los niveles de gobierno.

En la economía digital tenemos en nuestro país múltiples opciones para crecer, la primera es justamente, aprender a identificar los canales, los métodos, las formas, las leyes para poder aprovechar el “crédito” que nos otorga el bono demográfico (~10 años) y el T-MEC.

Nadie se convierte en científico de datos en 6 meses, mucho menos un país que más allá de sus recursos naturales puede ingresar en el mundo de la datificación con las estrategias adecuadas. Esto requerirá ya no tanto de decisiones cupulares, sino de la instrumentación operativa (conocer casos de éxito, mejores prácticas, saber cómo y porqué) para empoderar a cada ciudadano para poder hacerse acreedor de ese capital digital para emprender o para simple optimizar sus tiempos y aumentar su calidad de vida. La seguridad y la ciberseguridad hoy día son más data-driven que jamás. La investigación científica, el desarrollo tecnológico y por ende, la innovación tecnológica son cada vez más relevantes.

La nueva realidad es que datos somos y, gracias al INEGI,  en datos nos perpetuamos.

Mientras tanto debemos aprender de la historia y aprender a lidiar con la incertidumbre que nos enfrenta con la realidad. Piketty ya nos ilustró sobre dónde apuntalar la política pública y Morin nos ilustra sobre la fragilidad de la vida. Busquemos dichos puntos de inflexión y aprovechemos la maleabilidad de nuestro presente para construir ese futuro digital que necesitamos y que sobre todo, nos merecemos.

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