Alberto Nunez Esteva

Los 90 años de la Coparmex

Cada uno de los presidentes que han dirigido esta Institución podrían contar la historia que les tocó vivir y la dura defensa que en ocasiones tuvieron que librar.

Aquí en mi rancho tengo un árbol que se llama Coparmex, tiene raíces profundas, reflejo de sus 90 años de edad, y en esas raíces guarda los valores que le han sido inculcados durante su ya larga vida: la solidaridad, la subsidiaridad, la participación social, la formación de líderes, el impulso a los valores del empresariado, su papel como vertebrador social, por mencionar algunos.

Nuestro árbol recibe agua fresca a través del canal de una laguna cercana. Nunca le falta, lo mantiene fuerte y vigoroso. Su tronco es majestuosos, ahí está escrita su historia, en donde destaca su nacimiento impulsado por el Grupo Monterrey, quien siempre se ha caracterizado por su lucha a favor de todo aquello que beneficia a México.

Cada uno de los múltiples presidentes que han dirigido esta entrañable institución podrían contar la historia que les tocó vivir y la dura defensa que en ocasiones tuvieron que librar cuando se atacaba al sector privado y a la Coparmex en particular.

Mi presidencia no estuvo exenta de ello. Corría el año 2006 cuando se debatía con gran intensidad por parte de los candidatos a la presidencia de la República los problemas y las oportunidades que cada uno de ellos quería señalar, criticar y aportar ideas para su solución, Uno de ellos tomaba como una de sus banderas la crítica y el golpeteo al sector empresarial y a la Coparmex en particular, se trataba de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) actual Presidente de la República. Yo hice lo que tenía que hacer: confrontar sus críticas contra la realidad de la vida y lucha de nuestro sector que se traducía en generación de empleos, pago de impuestos y competencia legítima para conquistar mercados, todo esto dentro de los sólidos principios que envolvían y siguen envolviendo a nuestra institución.

La lucha permeó a la opinión pública y los medios vieron en ella una fuente de alimentación para sus comentarios. Yo gozaba la confrontación y atendía con especial cuidado las entrevistas de los medios públicos. Siempre tuve los espacios abiertos a partir de las 6 de la mañana y hasta la hora en que me tomaba la primera copa en los innumerables festejos a los que me llevaba mi posición impulsados por nuestros cerca de 50 centros empresariales enclavados en toda la República mexicana. Recuerdo un día en que tuve 11 entrevistas por parte de los medios en una de mis innumerables visitas a los centros empresariales, visitas que gozaba intensamente pues me daba la oportunidad de conocer a través de este medio privilegiado, el verdadero estado político, social y económico de nuestro querido México. El contacto con los presidentes y consejeros de nuestros centros era una fuente de amistad que lo nutría a uno sobre la realidad de nuestro país y sobre la lucha que hacía nuestra querida Coparmex para colaborar a su sano desarrollo.

Ahora, a mis 86 años de edad, volteo hacia el pasado y encuentro, siempre, a mi querida Coparmex. Me rodea su historia, su lucha por defender lo que haya que defender a la luz de sus principios, y los innumerables amigos que conquisté durante mi presidencia y que siguen dentro, muy dentro de mi corazón. Coparmex ha tenido momentos difíciles, muy difíciles, pero los más han sido intensos y creativos. Coparmex ha sido y sigue siendo, a mis 86 años de edad, mi fiel guía y compañera.

Hasta siempre .

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