Mis Finanzas y Coaching

La mediación en empresas familiares: un activo invaluable

El mayor activo de empresas de este corte es la familia en sí, por lo que su relación debe ser cuidarse aún más, escribe Alberto Tovar.

¿Cuántas veces hemos sido testigos o protagonistas de un desacuerdo? A menudo, la solución radica en un diálogo comprensivo o en la resignación, permitiéndonos seguir adelante. Al trasladar esta situación al ámbito de las empresas familiares, la dinámica se convierte en algo más complejo.

Ante conflictos entre individuos, suele buscarse una resolución justa y conforme a derecho, identificando un equilibrio en el que ambas partes cedan en algunos puntos para lograr un acuerdo provechoso. Sin embargo, en torno a las familias empresarias, el contexto adquiere una delicadeza particular debido a las relaciones emocionales.

Es probable que hayamos escuchado o atestiguado disputas de parientes en los negocios, con agresiones físicas o verbales. Tales circunstancias nos llevan a reflexionar acerca de la necesidad de hallar respuestas constructivas. Estoy convencido de que, con una perspectiva adecuada, es factible alcanzar consensos que propicien una coexistencia armoniosa y salvaguarden el legado compartido.

Debe subrayarse que el mayor activo de una compañía familiar no el dinero, las propiedades o los fierros de la fábrica, sino la familia en sí. Es crucial velar por ella.

La complicación nace de la mezcla de los roles familiares y los empresariales, con regularidad dramatizados por una figura autoritaria, además de vivencias de traumas, resentimientos o desinterés.

La función de un mediador o coach es básica para determinar normas precisas de interacción y metas cuantificables. He presenciado reuniones gobernadas por líderes dominantes que silencian opiniones y otras en las que las discusiones están llenas de insultos y descalificaciones. Es importante conducirlos hacia conversaciones que fomenten el diálogo y los acuerdos razonables.

Algunas propuestas para encarar estos desafíos son:

- Definir reglas específicas para las reuniones.

- Entender la trascendencia de los consensos para el presente y las generaciones venideras.

- Diferenciar entre lo justo y lo legal, reconociendo los espacios de acción y apertura al cambio.

- Clarificar y comprender las expectativas de cada uno de los miembros de la familia.

- Gestionar emociones, utilizando instrumentos como empatía, aclaraciones y disculpas.

- Valorar progresos paulatinos en lugar de respuestas apresuradas, que pronto se pierden.

Es crucial aceptar que las desavenencias no atendidas tienen repercusiones que trascienden a la familia, impactando a colaboradores, proveedores, clientes y al prestigio del negocio.

Incluso si existe una relación en armonía, es fundamental consolidar canales sólidos de comunicación previos a la aparición de diferencias. La intervención también es una actividad que previene y enriquece a través de sesiones habituales junto a expertos, asegurando una interacción idónea.

Afrontar estos retos no es sencillo, pero es una inversión invaluable para evitar la fragmentación y la pérdida patrimonial. Cada situación es única, y aunque el camino hacia el acuerdo puede variar, el objetivo siempre debe ser la unión y el progreso común.

¿Cómo está tu relación familiar? Coméntame en redes sociales como LinkedIn, Instagram o Twitter y sígueme en el podcast “Dinero y Felicidad”, en Spotify, Apple Podcast, entre otros.

Alberto Tovar

Alberto Tovar

Economista, especializado en negocios y finanzas personales; certificado como coach de vida y equipos. Actualmente es el Director Regional de la Zona Norte de El Financiero. Ofrece conferencias, consultoría y coaching a organizaciones diversas.

COLUMNAS ANTERIORES

¿Reconoces el valor de tu pareja en casa?
Dale un giro creativo a tus retos con SCAMPER

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.