El ahorro es una de las recomendaciones básicas en el mundo de las finanzas personales, pero también una de las más difíciles de cumplir. La razón principal es que implica una visión de largo plazo, con un sacrificio inmediato. Esta idea puede entrar en conflicto con las nuevas generaciones que valoran la realización y el disfrute del presente.
En este contexto, surge el concepto de soft saving, un enfoque que se adapta a las prioridades de las personas. A diferencia del ahorro estricto, promueve una forma relajada y flexible de gestionar el dinero.
He sugerido que un nivel de ahorro óptimo para garantizar viabilidad a largo plazo sería 20 por ciento de los ingresos de manera constante. Este porcentaje permitiría acumular un fondo de emergencia y tener la posibilidad de realizar inversiones y, eventualmente, construir un patrimonio.
No obstante, se reconoce que este nivel de ahorro no siempre es posible. Por ejemplo, en los periodos de inestabilidad económica o cuando los ingresos son limitados. Sin embargo, también es cierto que, especialmente durante la juventud, cuando las responsabilidades suelen ser menores, reservar una cantidad mayor a ese porcentaje puede ser factible.
Es crucial entender que cualquier nivel de ahorro es mejor que ninguno. Incluso si sólo se destina uno por ciento, ese pequeño esfuerzo es preferible. De hecho, es menos dañino para las finanzas personales reducir el ahorro temporalmente que recurrir al endeudamiento.
Sin embargo, con todo y que se trate de un enfoque relajado, es recomendable que el ahorro siempre esté dirigido por metas claras y con un propósito en mente. Es necesario darle un sentido a ese dinero como una motivación para mantener la constancia.
En un principio, un objetivo razonable podría ser tener ahorrado el equivalente a 15 días o un mes de gastos. Una vez alcanzada esta base, se trabaja para ampliar ese margen de seguridad. A largo plazo, el ahorro puede estar destinado a metas más ambiciosas como la compra de una vivienda, la planificación de un retiro cómodo o incluso unas vacaciones soñadas.
Al final, se trata de un balance entre vivir el presente y garantizar que el futuro también sea disfrutable.
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