En la última reunión de política monetaria el Banco de México aumentó la tasa objetivo en 25 puntos base para llevarla a 4.25 por ciento, en una decisión dividida. El movimiento sorprendió a la gran mayoría de los participantes del mercado, porque si bien varios analistas estimaban un aumento de tasas, no se esperaba que sucediera sino hasta el final del año.
¿Por qué nadie pudo anticipar el movimiento, y qué hará Banxico hacia adelante? Pareciera que el mercado había incorporado que el alza en la trayectoria de la inflación era totalmente esperada, originada en su mayoría por las bajas bases comparativas, por lo que no había motivos suficientes para modificar la tasa de referencia. Sin embargo, durante los meses de mayo y junio consistentemente la inflación ha superado estimados, y no sólo eso, es casi el doble de la meta objetivo de Banco de México. La inflación ha sufrido choques por el lado de la oferta ante la disrupción de ciertas cadenas productivas, además de un reacomodo de la demanda ante la reapertura de la economía. Sin embargo, el campo de acción de la política monetaria tiene un efecto limitado en el corto plazo; la realidad es que un aumento de tasas no tendría un impacto material en la inflación, principalmente porque no proviene de un exceso de demanda agregada. Adicionalmente se estimaba –en un inicio– que las presiones tendrían un carácter temporal.
El balance de riesgos se ha tornado incierto, así lo alertó Banco de México desde la reunión de mayo. El incremento en la inflación se debe a un aumento en los precios de las mercancías alimenticias y no alimenticias, mayores precios de los commodities, choques de la oferta, y más recientemente por el alza en servicios. Adicionalmente, un riesgo que comienza a cristalizarse es el de los precios de los energéticos, y ante una oferta limitada del crudo a nivel mundial, el precio del barril pudiera alcanzar los 100 dólares, que sería un choque adicional que habría de incorporar. Con todo esto en mente, la inflación pareciera mostrar un tinte más persistente.
La discusión sobre el alza de 25 puntos base se explica porque el organismo quiso dar un mensaje a los mercados sobre las expectativas de inflación y la convergencia esperada hacia la meta. En ese sentido, el organismo ha ‘pateado’ hacia adelante constantemente el momento en que alcanzará su objetivo. Mayores incrementos en la tasa de referencia ayudarán a evitar efectos secundarios y de contaminación hacia la formación de precios. No es sólo evitar que la inflación siga subiendo afectada por efectos comparables y por choques de la oferta y la demanda, sino es impedir que la inflación sistemáticamente se mantenga al alza, ante expectativas que no ceden en el mediano plazo.
Las minutas de la última reunión señalan una Junta de Gobierno que no muestra consenso para iniciar un nuevo ciclo de alza en tasas. Dos de los miembros consideraron que la última decisión fue precipitada y no necesariamente contribuirá a contener choques de oferta que han afectado los precios. En contraste, entre los miembros que votaron a favor, predomina la opinión de que la acción estaba encaminada a emitir una señal para reforzar el compromiso del banco con su mandato y evitar un mayor desvío de la inflación hacia su meta.
Es así que aunque la reciente alza a la tasa objetivo por parte de Banxico fue totalmente sorpresiva, la postura de dependencia en los datos sugiere una mayor probabilidad de ver futuros movimientos al alza, por lo que diversos agentes del mercado han comenzado a incorporar un nuevo ciclo de alza de tasas de referencia.
A ello se le sumará una Reserva Federal que empezará a hacer lo propio, tan pronto como en 2022, ya que los mercados han anticipado que en los siguientes meses, miembros del Comité Abierto comenzarán a discutir el momento adecuado para hacer un anuncio sobre el retiro de estímulos monetarios. Por lo que hemos empezado un segundo semestre con una perspectiva de volatilidad ante la incertidumbre de la trayectoria de inflación a nivel mundial.