Esta semana se llevó a cabo la reunión de política monetaria de la Reserva Federal. Miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) decidieron por unanimidad subir la tasa de fondos federales en 75 puntos base para ubicarla en 3.00 a 3.25 por ciento, siendo la tercera ocasión en el año que implementan un aumento de esa magnitud. Adicionalmente, la Fed revisó sensiblemente a la baja el estimado de crecimiento económico y al alza el de inflación. Ahora espera que la economía norteamericana aumente 0.2 por ciento en este año y 1.2 por ciento el siguiente. En tanto la inflación estima 5.2 por ciento para el año y 2.8 por ciento en el 2023 y no será hasta el 2024 que logre el objetivo del 2.0 por ciento.
En la gráfica de puntos (dot plot) que dibuja las expectativas sobre la trayectoria de las tasas de interés, se muestran incrementos adicionales de 125 puntos base en la tasa objetivo que está proyectada a cerrar en el 2022 en 4.4 por ciento. Inclusive diversos miembros del FOMC apuntan que la tasa de fondos federales alcance el 5.0 por ciento en el 2023.
La siguiente semana le tocará hacer lo propio al Banco de México. Desde el inicio del ciclo restrictivo por parte del Fed, Banxico ha acompañado a la par a cada uno de los incrementos en las tasas, aunque la autoridad monetaria mexicana comenzó anticipadamente el retiro de condiciones acomodaticias. El diferencial de tasas se encuentra en máximos desde el 2008, lo que ha originado en parte la fortaleza de nuestra moneda. Considerando la baja penetración bancaria en México, el principal canal de transmisión de política monetaria en el contexto actual, ha sido el tipo de cambio. Por ello resulta indispensable que se mantenga el diferencial para no desestabilizar el mercado cambiario.
De acuerdo con el último dato de inflación de la primera quincena de septiembre en México, se confirmó una aceleración de los precios mayor a la estimada, especialmente en el componente subyacente. El índice general registró una estabilización a tasa anual, al colocarse en 8.76 por ciento. Sin embargo, a nivel subyacente la inflación continuó acelerándose y alcanzó 8.27 en términos anuales. Al tiempo que mercancías mantuvieron un ritmo de crecimiento quincenal prácticamente constante, los servicios vieron una aceleración importante y registraron su mayor nivel de inflación quincenal en lo que va del año. Sin duda alguna señales de preocupación, porque resulta evidente que no hemos alcanzado un pico en la inflación y surgen temores en torno a capacidad de lograr el objetivo del 3.0 por ciento hacia el 2024.
Agentes del mercado han incorporado por completo un incremento de 75 puntos base. Resulta indispensable que Banco de México al menos continúe replicando los pasos de la Reserva Federal, sin embargo dada la trayectoria de inflación, en especial la subyacente, está sobre la mesa el debate de un incremento de 100 puntos base en la reunión del 29 de septiembre.
La decisión de aumentar en un punto porcentual la tasa de referencia ayudaría a fortalecer aún más a nuestra moneda, originando que, a la postre, veamos una inflación que comience a ceder. Ello tras reconocer que las mercancías llevan un aumento de más del 10 por ciento, y en su mayoría esta aceleración viene atada al tipo de cambio. Una disminución en la paridad peso-dólar ayudaría no solo a contener, sino a hacer descender los precios. En tanto los servicios, en especial loncherías, restaurantes y fondas, tienen presiones derivadas de los bienes comerciables, los cuales responden a las variaciones en el tipo de cambio.
Sin duda llevar a cabo un ciclo restrictivo de esta magnitud es muy costoso política y económicamente, no obstante Banco de México debería actuar con más contundencia ante los recientes datos que no reflejan un punto de inflexión. Un incremento de 100 puntos base demostraría que la institución está decidida a actuar.