Directora de Análisis y Estrategia en Intercam Casa de Bolsa

De 18 a 22

Hacia la mayor fortaleza del peso podemos apuntar un factor decisivo: el nearshoring. Por el contraste, pudiera comenzar a perder valor ante un escenario de inflación que no cede en EU.

Posterior a la reunión de política monetaria de la Reserva Federal, el tipo de cambio alcanzó un mínimo de 18.50 pesos por dólar, ello pese a que las tasas de interés en Estados Unidos aumentaron, al tiempo que el comunicado prevé futuros incrementos, mostrando una postura de mayor astringencia. Mucho se ha argüido sobre la fortaleza de nuestra moneda; desde el comienzo del año hay agentes del mercado que estiman un dólar que seguirá perdiendo terreno, inclusive hay quien se ha aventurado a decir que perforará los 18 pesos. Por el contrario, hay otros analistas que estiman que nuestra moneda se depreciará y que cerrará el año en 22 pesos por dólar. Considerando diferentes encuestas, la dispersión en los pronósticos del tipo de cambio es importante. La variable más difícil de pronosticar es el tipo de cambio, porque en su desempeño inciden una serie de cuestiones multifactoriales internas y externas difíciles de predecir.

Las razones por las que nuestra moneda se ha apreciado 10.5 por ciento en los últimos doce meses son diversas y han sido ampliamente explicadas: flujos de divisas que recibimos del exterior producto de remesas y exportaciones, diferencial de tasas, posiciones activas o pasivas en contra de nuestra moneda, entre otras.

Sin embargo, al margen que el balance de estas fuerzas pudiera mantenerse estable, hay factores adicionales que pueden apuntalar el tipo de cambio hacia los 18 pesos, o verlo depreciarse inclusive más aún de los pronósticos más pesimistas.

Hacia la mayor fortaleza del peso podemos apuntar un factor decisivo: el nearshoring. Cada vez escuchamos con mayor frecuencia el término de relocalización de la producción hacia el mercado mexicano. La posición de México es privilegiada, y hay evidencia de que la inversión extranjera directa se ha beneficiado y se seguirá beneficiando de nuevas empresas que están reubicando sus manufacturas en el norte del país. Se estima que cerraremos el 2022 con un monto cercano a los 40 mil millones de dólares de inversión extranjera directa, muy superior al promedio de los últimos años. Esos dólares forman parte de la balanza de capitales. Por su parte, la balanza de cuenta corriente se estima sea deficitaria en una muy moderada proporción. Ello está generando una oferta que excede a la demanda de dólares que necesita la economía mexicana para financiar su operación. Otra de las razones que pudieran originar un peso fuerte son los flujos de capitales financieros provenientes del exterior. En el mes de diciembre, los valores gubernamentales en manos extranjeras totalizaron 73 mil millones de pesos, borrando en su totalidad las salidas registradas en meses previos. Los flujos hacia las economías emergentes han sido considerables y se han venido redireccionando a México ante el complejo contexto internacional, y las bondades que ofrece la inversión especulativa en nuestro país. Se espera que el mayor apetito por activos mexicanos pudiera incrementarse en el futuro cercano ante mayores rendimientos.

Por el contraste, un peso que pudiera comenzar a perder valor de manera importante, puede explicarse ante un escenario de una inflación que no cede lo suficiente en Estados Unidos, lo que obligaría a la Fed a subir tasas más allá de lo esperado, a la postre podríamos ver un mayor apetito por dólares a nivel global, ante rendimientos de los bonos del Tesoro más elevados; pero eventualmente una recesión más profunda y duradera. Además, siempre hay que considerar que existen sucesos inesperados, y que la primera variable en reflejar incertidumbre es el tipo de cambio.

Considero que el peso irá perdiendo terreno de manera moderada a lo largo del año. Por un lado, es posible ver que los “spreads” entre las tasas americanas y mexicanas comiencen a cerrarse, además de una desaceleración en la economía americana originaría una discreta moderación en las remesas, así como en las exportaciones (flujos en dólares), por lo que la cuenta corriente podría ampliar el déficit, mientras que los elevados costos de financiamiento pueden frenar el acceso al crédito desincentivando la inversión.

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